Tal día como hoy del año 1387, hace 638 años, en Barcelona; moría el rey Pedro III de Barcelona y de València y IV de Aragón; nombrado Pedro el Ceremonioso o Pere "el del Punyalet"; porque, según la tradición, después de la revuelta y de la derrota nobiliaria aragonesa y valenciana de 1387 (Guerras de la Unión); protocolariamente habría rasgado con un puñal el pergamino que documentaba los Privilegios de la Unión (los usos feudales que estos corpus nobiliarios le habían arrancado a su antepasado Jaime I). Pedro III es el primer rey catalanoaragonés de ideología preabsolutista, y su autoritarismo (que ejercía con el apoyo de las clases mercantiles urbanas, tradicionales aliadas de la corona) habría provocado la revuelta de la Unión y el capítulo del puñal.

Pedro III reinó durante cincuenta y un años (1336-1387) y fue el segundo monarca más longevo de la Corona catalanoaragonesa. Durante su reinado, la Corona reintegró el reino de Mallorca-Roselló (1343), separado del territorio matriz por el testamento de Jaime I (1276); y tomó posesión de los ducados almogávares de Atenas y de Neopatria, en el extremo sur de la península de los Balcanes (1381). Y combatió y derrotó la Corona castellanoleonesa, que ambicionaba conquistar y absorber la parte peninsular de la Corona catalanoaragonesa, en un episodio bélico que sería nombrado Guerra de los Dos Pedros (1356-1375). También, durante el reinado de Pedro III se creó la Diputació del General o Generalitat (Cortes de Cervera, 1356).

Pero también reinó durante la crisis más importante de la edad media: la Peste Negra, que en los países de la Corona catalanoaragonesa fue especialmente intensa entre 1348 y 1351. Durante aquella crisis, Barcelona pasó de 50.000 a 28.000 habitantes, y acto seguido la ciudad se gentrificó. Y Catalunya pasó de 500.000 a 300.000 habitantes, con una mortalidad especialmente intensa en la Catalunya vieja (la mitad norte del país), sometida a un durísimo régimen feudal que condenaba a las clases humildes a una situación de pobreza extrema. Pedro III puso los cimientos para salir de la crisis estimulante la recuperación del comercio marítimo con la reestructuración del Consulado de Mar que se traduciría en la construcción de la Lonja de Mar.