Tal día como hoy del año 1860, hace 164 años, en Barcelona, moría el lexicógrafo y gramático Pere Labèrnia i Esteller. El profesor Labèrnia había sido el fundador y director de una escuela privada de enseñanza elemental y de bachillerato llamada de Sant Pere (1827-1851), situada en el barrio de Santa Caterina de Barcelona y actualmente desaparecida, y que —mientras estuvo activa— estuvo agregada a la Universitat de Barcelona. No obstante, su figura adquiriría una gran notoriedad en el mundo académico barcelonés como el autor del primer diccionario moderno de la lengua catalana.

El 18 de julio de 1839, hace 185 años, la imprenta de Josep Maria Bocabella (que más tarde sería el primer promotor de la construcción del templo de la Sagrada Família de Barcelona) publicaba la primera edición del Diccionari de la llengua catalana amb la correspondència castellana i llatina, formada por dos grandes volúmenes, obra del profesor Labèrnia e impreso y encuadernado con la aportación económica de Francesc Martràs. Según el contrato firmado por el autor, el socio capitalista y el impresor, los dos primeros abonarían el 4% de las ventas "al estampero".

Ese diccionario era el resultado de un trabajo muy laborioso de dieciocho años de duración (1821-1839), que Lavèrnia había iniciado en Tortosa mientras estudiaba en el Seminario Conciliar. Lavèrnia había nacido en 1802 en Traiguera (en el Baix Maestrat valenciano) en una familia acomodada, que le había procurado una carrera y lo había enviado a la sede de la diócesis a la que pertenecían. Pero su vocación, que ya se había manifestado con el inicio de su obra, lo acabaría llevando a Barcelona. En la capital catalana, se doctoró en Letras (1828) y se casó hasta tres veces y tuvo tres hijos.

Ese diccionario tenía una concepción conservadora, que el autor había defendido con la cita: “no m’ha paregut estigués a mon àrbitre fer en aquest punt perilloses innovacions las que si be poden presentar una falsa apariencia de millor o regularitat, acabarien de convertir la nostra actual y prou arbitrària escriptura catalana en una verdadera anarquia ortogràfica”. A diferencia del diccionario de Pompeu Fabra (1917), se inclinó por soluciones que se adecuaban a la pronunciación de Barcelona (por ejemplo, las terminaciones de los femeninos plurales en -as).

El Diccionario Labèrnia fue el léxico de la Renaixença catalana y prácticamente el único —hasta la aparición del diccionario y de la gramática fabrianas (1917)— que en Catalunya tuvo prestigio y autoridad, y el punto de referencia obligado de todos aquellos que querían colaborar en la aportación de materiales al Diccionari Alcover-Moll (Diccionari català-valencià-balear). Los especialistas suponen que, casi un siglo después, cuando Pompeu Fabra preparaba su obra cumbre, trabajó a partir de las entradas del diccionario de Labèrnia.