Tal día como hoy del año 601, hace 1.423 años, en Toledo, moría Recaredo I, rey de la monarquía visigótica hispánica que había reinado entre los años 586 y 601 y que había acabado con la dualidad religiosa que presidía el paisaje confesional peninsular —al menos, oficialmente— desde la llegada del pueblo visigodo (410). Recardo abjuró del arrianismo —la confesión que practicaba, mayoritariamente, el pueblo visigodo— y se convirtió al catolicismo. En este punto, cabe decir que el arrianismo era una corriente religiosa cristiana que se diferenciaba del catolicismo porque, por ejemplo, negaba la divinidad de Jesús como hijo de Dios. Seguidamente, Recaredo proscribiría el arrianismo y proclamaría que la única religión oficial del reino visigótico hispánico era el catolicismo y se iniciaría un desplazamiento masivo del clericato arriano hacia la estructura jerárquica católica.
La decisión de Recaredo ponía fin a una larga etapa de segregación étnica y cultural entre el minoritario pueblo visigodo (unos 200.000 individuos) y la mayoritaria masa hispanorromana (unos 5 millones de efectivos), que había provocado tensiones importantes entre ambas comunidades. Esta segregación, soportada sobre decretos que —por ejemplo— prohibían los matrimonios mixtos (entre visigodos e hispanorromanos) e impuesta en los pactos de establecimiento negociados con la llegada de los germanos, había perpetuado la existencia de dos comunidades que se solapaban, básicamente, en las principales parcelas de poder y que, por lo tanto, limitaban la operatividad del estado visigótico y su capacidad de respuesta ante las amenazas externas (francos, ostrogodos, bizantinos) e internas (inercias secesionistas en la Tarraconense y en el territorio de los vascos).
Con la prohibición del culto arriano, desaparecía la principal seña de identidad cultura del pueblo visigótico, que, por aquel entonces, ya estaba profundamente romanizado y latinizado. La conversión al catolicismo del pueblo visigodo, no sin importantes y sonadas resistencias, vendría seguida por la abolición de la ley que prohibía los matrimonios mixtos (Recesvinto, 653) y que, en general, provocaría la desaparición del elemento étnico y cultural germánico, que se dispersaría entre la mayoría hispanorromana.