Tal día como hoy del año 1653, hace 371 años, en La Haya (Países Bajos independientes), moría Maarten Harpertszoon Tromp, que había sido almirante de la flota neerlandesa que había derrotado y hundido una escuadra naval hispánica botada con un doble objetivo: transportar efectivos militares a Flandes para combatir contra los neerlandeses que se habían independizado de la monarquía hispánica (1581), y lavar la imagen de fracaso que perseguía a la marina de los Habsburgo de Madrid desde la derrota de la Armada Invencible (1588). Pero el resultado fue totalmente opuesto a lo que preveían en Madrid: esa derrota significó el fin del liderazgo naval hispánico.

En ese enfrentamiento, llamado "Primera Batalla de las Dunas" (1639), la marina neerlandesa, formada por unos cien barcos, tripulada por 10.000 hombres y comandada por el almirante Tromp, derrotó a la escuadra naval hispánica, formada, también, por unos cien barcos, tripulada por 14.000 efectivos y comandada por el almirante Antonio de Oquendo. Los neerlandeses combatieron con los mismos patrones que habían utilizado los ingleses para derrotar a la Armada Invencible en 1588. En esta batalla hispano-neerlandesa, los neerlandeses también salieron al encuentro de los hispánicos y los atacaron frente a las costas de Kent (sureste de Inglaterra).

Según la investigación historiográfica española, la derrota hispánica fue debida a dos motivos. El primero, la falta de confianza de Oquendo, que, por miedo a embarrancar sus naves en los bancos de arena, tuvo una actitud errática que limitaría enormemente la capacidad de respuesta de las naves hispánicas. Y la segunda, el mal estado de muchas de dichas naves. El conde-duque de Olivares, ministro plenipotenciario de Felipe IV, había proclamado que esa escuadra era una réplica de la Felicísima Armada (la Invencible), pero muchos barcos hispánicos (embargados a sus patrones por deudas con el fisco hispánico) estaban en tan mal estado que naufragaron al entrar en combate.

En esa batalla, la nave capitana hispánica logró, a duras penas, llegar hasta el puerto de Dunkerque y desembarcar el tesoro que transportaba, destinado a pagar el salario de los Tercios de Castilla en Flandes. Pero, por otra parte, el conjunto de esa escuadra perdió 35 barcos (un tercio de la escuadra), más de mil cañones y bombardas y más de 7.000 hombres (marineros y artilleros de la escuadra, y arcabuceros destinados a la guerra de Flandes), que murieron durante el combate o desaparecieron ahogados en alta mar (el 50% de los efectivos). Unos años antes (1624), Oquendo había sido procesado y condenado por la compra de naves en mal estado, a amigos, que eran destinadas a la Armada hispánica.