Tal día como hoy del año 1454, hace 571 años, en Florencia (entonces ducado independiente de Toscana); nacía Américo Vespucci; que, con el transcurso del tiempo, sería comerciante, navegante y explorador y, sobre todo, el cartógrafo que identificaría el Nuevo Mundo como un continente propio (y no como una parte del Extremo Oriente asiático que defendían Colón y los navegantes de su contemporaneidad); y que daría nombre a esta nueva realidad geográfica. En 1503 (once años después del primer viaje colombino) lo divulgó a través de su obra "Mundus Novus"; y en 1507, el cartógrafo alsaciano Martin Waldseemüller, publicaría "Universalis Cosmographia" y, en honor a Vespucci, utilizaría —por primera vez— el topónimo América para referirse al Nuevo Mundo.

Vespucci nació en una familia de la burguesía mercantil de Florencia (su padre era el banquero Nastagio Vespucci), muy bien relacionada con el poder (con los Médici). Fue instruido por el filósofo Pico della Mirandola y por el geógrafo Toscanelli y, según sus biógrafos, siempre mostró una gran predilección por los libros de viajes. Con treinta y ocho años (1492) llegó a Sevilla como representante comercial de las poderosas casas toscanas de los Perfrancesco y de los Berardi; y allí conoció a los actores principales de los viajes atlánticos y habría podido participar en algún viaje al Nuevo Mundo hacia 1497 o 1498, pero no hay testimonios documentales que lo prueben. En cambio, sí que está probado que en 1500, coincidiendo con la caída de los Colón, huyó a Lisboa.

Después de la muerte de Isabel la Católica y de la rehabilitación parcial de los Colón (1504), Vespucci volvió al territorio de la monarquía hispánica y fue nombrado responsable de provisión de un grupo expedicionario a las islas Molucas que nunca zarpó. Durante un tiempo vivió en Bilbao, aparentemente al servicio del rey Fernando y en 1506, después de la misteriosa muerte de Felipe Habsburgo —el yerno del Católico— fue nombrado Piloto Mayor de Castilla, con un sueldo de 75.000 morabatines/año (el equivalente a 500.000 euros, que le permitía mantener una céntrica casa en Sevilla y la posesión de cinco esclavas). Se le asignó la responsabilidad de introducir las técnicas más depuradas de navegación (el uso del cuadrante y del astrolabio y las nuevas formas de pilotaje).

La investigación historiográfica plantea muchas dudas sobre los relatos de Vespucci y pone en duda su participación en ningún viaje al Nuevo Mundo.