Tal día como hoy del año 1688, hace 336 años, en Turín, nacía María Luisa Gabriela, hija de Victor Amadeo II, duque independiente de Saboya y de Ana María de Orleans (sobrina materna del rey Luis XIV de Francia), que trece años más tarde (1701) sería casada con su primo-segundo Felipe V, el primer Borbón hispánico (1701-1746). Gabriela de Saboya (que en la corte de Madrid sería renombrada como María Luisa) y Felipe V se encontraron y se casaron en Figueres el 3 de noviembre de 1701, mientras el rey hispánico estaba en Barcelona celebrando cortes con los Brazos Estamentales catalanes (negociación y renovación del pacto tributario y de las Constituciones de Catalunya y nombramiento de Felipe como conde de Barcelona).

Así pues, los primeros meses de convivencia de Felipe y Gabriela fueron en la capital catalana (las cortes se habían abierto el 12 de octubre de 1701 y no se cerrarían hasta el 14 de enero de 1702). Esta duración inusual (estas negociaciones, normalmente, se resolvían en dos o tres semanas) fue a causa de una extraña enfermedad de Felipe V, que obligó a interrumpir las cortes en varias ocasiones. Las anotaciones del Dietario de la Generalitat durante aquellos días, consignan que los médicos de Barcelona que visitaron al rey, diagnosticaron fiebres tercianas. Pero, en algún momento, se escapa la sospecha de que Felipe V sufría algún tipo de enfermedad mental, que, en el transcurso del tiempo, se confirmaría y se agravaría notablemente.

La investigación historiográfica apunta que Gabriela empezó a detestar a los catalanes durante aquella estancia. Y después, esta malevolencia se intensificaría con la Revolución austracista catalana (1705) y la guerra de Sucesión hispánica (1705-1714/15). En las postrimerías del conflicto sucesorio, las potencias implicadas iniciaron unas segundas negociaciones de paz (Utrecht, 1713) —que resultarían definitivas—, y cuando los representantes británicos, austríacos y neerlandeses plantearon la conservación del autogobierno catalán a cambio que las clases rectoras del país pidieran perdón a Felipe V, la reina Gabriela se despachó con la cita: "Antes que perdonar a los catalanes, soy capaz de tirar a mis hijos por el balcón de palacio".

Maria Lluïsa Gabriela murió prematuramente el 14 de febrero de 1714, a los veinticinco años. Murió siete meses antes de la capitulación de Barcelona y no vio nunca ni la caída de Catalunya ni el fin de la guerra. Oficialmente, a causa de una tuberculosis ganglionar que le provocó la aparición de unos bultos en el cuello que, según los cronistas de la época, le conferían un aspecto grotesco. Los médicos de palacio la raparon, pensando que, de esta forma, conseguirían detener el avance de la enfermedad. Pero la enfermedad siguió avanzando y ya no le volvió a crecer nunca más el pelo. Según la investigación historiográfica, una vez muerta, el rey Felipe V se negó a enterrarla, y mantuvo relaciones sexuales con el cadáver de su difunta esposa durante semanas.