Tal día como hoy del año 1783, hace 241 años, en Crevillent (País Valencià), nacía Jaime Alfonso Juan, que en su edad adulta (1806-1824) se convertiría en el bandolero más célebre de las comarcas del sur del País Valencià (valle del río Vinalopó) y de la comarca valencianohablante del Carche, en Murcia. Jaime Alfonso fue conocido con el nombre de "Jaime el Barbudo", y desde su existencia y muerte, la tradición popular ha rodeado su figura de un aura romántica. Esta misma tradición afirma que fue el último bandolero romántico valenciano: el último que robaba a los ricos para repartir el botín entre los pobres.
Jaime el Barbudo nació en una familia muy humilde. Nunca asistió a la escuela, pero desde muy pequeño desarrolló un gran conocimiento de la naturaleza humana y de la orografía del territorio, realizando trabajos de pastor y de guarda de viñas. En 1806 mató a un ladrón en Catral (País Valencià) y para eludir un más que probable proceso judicial, se emboscó en las sierras de Crevillent e inició su carrera como bandolero. Inicialmente, se unió a una cuadrilla de bandoleros murcianos que fue perseguida y exterminada por el ejército del régimen bonapartista del rey José I. Jaime el Barbudo sería uno de los pocos supervivientes, y tras aquella masacre crearía su propio grupo.
Como jefe de la cuadrilla del "Barbudo" (1808-1824), dominó todo el territorio del Vinalopó, imponiendo un tributo a los más ricos que, inicialmente, se utilizaba para financiar la rebelión antibonapartista (1808-1814). Con el regreso de Fernando VII (1814), puso todo su poder al servicio de la causa absolutista, persiguiendo y asaltando —con una gran brutalidad— a los liberales de los núcleos urbanos industriales del territorio (Alcoi, Elx, Alacant), a quienes acusaba de actuar contra el sistema de vida tradicional y de parasitar a la sociedad agraria rural. La tradición afirma que fue durante esa etapa (1814-1824) cuando repartiría el botín que obtenía entre las capas más desfavorecidas de aquella sociedad.
Tras la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis, que se produjo para acabar con el régimen liberal de Riego (1820-1823) y restaurar la autoridad absolutista de Fernando VII (1823), Jaime el Barbudo se convirtió en un personaje incómodo y prescindible a los ojos de la cancillería de Madrid. Fernando VII, con la colaboración de El Ángel Exterminador, un grupo ultracatólico de Murcia, urdieron un plan para desarticularlo. A finales de junio de 1824, Jaime el Barbudo acudió confiado a una reunión con los miembros de El Ángel Exterminador y allí mismo fue detenido. Unos días después, el 5 de julio de 1824, era colgado y descuartizado, en la plaza de Santo Domingo de Murcia.