Tal día como hoy del año 1815, hace 209 años, en el arsenal de Rochefort (en la costa atlántica del Imperio francés), el emperador Napoleón abdicaba en favor de su hijo Napoleón II y se entregaba a los británicos. Esa renuncia venía precedida de la decisiva y definitiva derrota en el campo de batalla de Waterloo, que se había producido cuatro días antes (18 de junio de 1815). En dicha batalla, se habían enfrentado el ejército del Imperio francés contra las fuerzas militares de una coalición internacional formada por Gran Bretaña, Prusia y los principados independientes de Hannover, Nasáu y Brunswick.

Napoleón había asumido el poder en 1804. Después de diez años de guerras expansivas (1804-1814), durante las cuales había ocupado la práctica totalidad de la Europa occidental, creando estados satélites gobernados por familiares o generales de su ejército, y durante las cuales había separado a Catalunya del reino borbónico español y la había incorporado al Imperio francés como una región más (1808-1814), había acabado derrotado por una coalición que reunía a todas las potencias europeas que todavía no se le habían rendido, y acabaría destronado y deportado a la isla mediterránea de Elba (abril, 1814).

Pero unos meses más tarde (febrero, 1815) se escapó, y con la ayuda de personajes muy influyentes, desembarcó en Antibes (Provenza), reunió a un ejército que había desertado de Luis XVIII —el Borbón impuesto por las potencias ganadoras—, marchó sobre París sin disparar ni un solo tiro y entró en la capital aclamado por el pueblo. En ese instante, empezaba la segunda etapa bonapartista, que sería denominada "régimen de los cien días" (20 de marco de 1815). Durante esas semanas, armó un ejército de 200.000 efectivos, formado, principalmente, por veteranos de las guerras expansivas.

Una parte importante de dicho ejército, formado por 70.000 soldados y comandado por el mariscal Michel Ney, se dirigió hacia los Países Bajos. Pero fue derrotado en Waterloo, sufriendo unas bajas de 40.000 efectivos. Esa derrota dejó sin posibilidades al resto de operaciones militares, como la recuperación de Catalunya, que había sido incorporada de nuevo a la España borbónica, mientras Napoleón era detenido y deportado a la isla de Elba (marzo-abril, 1814). La abdicación de Napoleón no se haría efectiva y Luis XVIII, con el apoyo de las potencias ganadoras, sería colocado nuevamente en el poder.