Tal día como hoy del año 1917, hace 103 años, la Asamblea permanente de la mancomunitat (el organismo equivalente al Parlamento de Catalunya) nombraba Josep Puig y Cadafalch segundo y último presidente de la mancomunitat. Este nombramiento se producía por la muerte repentina e inesperada de Enric Prat de la Riba (1 de agosto de 1917), fundador y primer presidente de la institución. Puig y Cadafalch sería presidente de la institución hasta el 30 de enero de 1924, cuatro meses y medio después del golpe de estado militar de Primo de Rivera (15/09/23), que acabaría desguazando y liquidando la institución. Después de Puig y Cadafalch, los dos presidentes que lo sucedieron (Lossada y Sala) no fueron elegidos por la Asamblea permanente, sino que fueron nombrados en dedo por el directorio de Primo de Rivera.
La mancomunitat de Catalunya había sido creada el 6 de abril de 1914, como un organismo supraprovincial que agrupaba las cuatro diputaciones catalanas y que tenía como objetivo conducir el país hacia la restauración del autogobierno. Su obra, considerando la escasez de recursos que le asignó el Gobierno, fue titánica. Entre muchas otras cosas, construyó una red de escuelas primarias y de escuelas técnicas y profesionales. Extendió la red telefónica a la práctica totalidad del país. Y proyectó la modernización y ampliación de la red vial y de ferrocarriles catalana, y de los puertos costeros. Finalmente, su obra fue desguazada y liquidada por el régimen dictatorial de Primo de Rivera, que gobernó el estado español —con el entusiástico apoyo del rey Alfonso XIII— entre 1923 y 1930, con el argumento de que: la mancomunidad contribuye a deshacer la gran obra nacional.