Tal día como hoy del año 2004, hace 20 años, se inauguraba el Viaducto de Millau, en la villa de Millau (Roerga), que cruza el río Tarn y une las ciudades de Béziers (Languedoc) y Clermont-Ferrand (Auvernia). Este viaducto tiene una longitud de 2.460 metros y está formado por ocho ojos (seis ojos de 342 metros de altura y dos ojos de 204 metros de altura). En su punto de elevación máxima tiene una altura de 343 metros sobre el nivel del suelo (en este caso, del agua del río), lo que lo convertiría en el puente más alto de Europa y en el tercero más alto del mundo.

El viaducto de Millau fue construido con hormigón armado, con un proyecto del arquitecto inglés Norman Robert Foster y del ingeniero francés Michel Virlogeux siguiendo una estética hightech (un estilo en el que prevalecen materiales industriales y técnicos utilizados de manera visible en techos, pisos y muros) y tuvo un coste de casi 400 millones de euros. Se tardó tres años en construirlo y en aquellas obras llegaron a trabajar más de 3.000 personas. Su segunda pila (las columnas que sostienen el tablero del puente) es, con 270 metros, la más alta del mundo.

Puede considerarse que el viaducto de Millau es el relevo testimonial del acueducto romano del puente del Gard, construido durante el siglo I a.C., en el extremo nordoriental del Languedoc, y que fue la obra de esta funcionalidad más larga que diseñaron y construyeron nunca los ingenieros de la antigüedad romana. El puente del Gard llegó a medir casi 300 metros de longitud (en la actualidad, se conserva un tramo de 275 metros) y 50 metros de altura en su punto de elevación máxima y fue una obra maestra de la arquitectura y de la ingeniería hidráulica romanas.