Tal día como hoy del año 1529, hace 495 años, se celebraba la primera fiesta de Sant Magí, copatrón de Tarragona, que tenemos documentada. Los investigadores de la historia lúdica de la ciudad consideran que la autorización y edición eclesiásticas del documento Vida de sant Magí, escrito en 1529 por el canónigo de la catedral y cronista Joan de Sessé, atestigua la existencia de una fiesta dedicada a sant Magí que, muy probablemente, ya se celebraba desde el siglo XIV. No obstante, hasta transcurridos dos siglos y medio (1777) no se constituiría la primera Junta d’Administradors del Portal del Carro, responsables de todo lo relacionado con la advocación y la celebración del santo.
Según los mismos investigadores, en Tarragona el culto a sant Magí se remonta al siglo IV, poco después de la proclamación del cristianismo como confesión oficial del Imperio romano. En ese momento, Tarraco era una de las grandes ciudades de la Península y del Imperio, y se generó una corriente de advocación local a partir de la tradición del anacoreta Magí, que se había refugiado en las fuentes del río Gaià (en un lugar llamado Brufaganya) escapando de la persecución del aparato represivo romano. Posteriormente, con la invasión árabe y el abandono de la ciudad (714-1114), esta advocación quedaría olvidada.
La advocación a sant Magín se recuperó con la restauración de la ciudad y de la mitra tarraconense (1114). Y a partir del siglo XVI, la figura de sant Magí adquiriría protagonismo en la cosmogonía local. En ese momento, las fuentes documentales ya hablan del poder milagrero del agua de la fuente de Brufaganya. La misteriosa calle-pasadizo que conecta las plazas de les Cols y de Dames i Vells pasó a llamarse de Sant Magí, porque la tradición afirmaba que el anacoreta había nacido allí, aunque esto no es posible, ya que en la época romana esa zona formaba parte de la plaza central del Foro Provincial.
En 1813, la fiesta de Sant Magí no se pudo celebrar porque el ejército napoleónico, que había entrado en la ciudad en 1811, estaba ultimando su retirada. Según la tradición, el santo apagó la mecha con la que los franceses pretendían volar la muralla del Portal del Carro. Poco después, con la ciudad libre de presencia militar, se celebraron las fiestas con la pólvora que los franceses no habían podido hacer explotar. De la fiesta de 1847 se tiene constancia de la primera procesión de Sant Magí por las calles de la ciudad. Y de la fiesta de Sant Magí de 1857, tenemos la primera constancia documental del levantamiento de castells.