Tal día como hoy del año 1027, hace 997 años, en Alpont (entonces distrito andalusí Al-Xarq y actualmente en la comarca valenciana de los Serranos), Hišām bien Muhammad (hermano pequeño del difunto califa Abd-al-Rahman IV y bisnieto de Abd-al-Rahman III, primer califa de Córdoba), era proclamado califa de al-Ándalus (máxima autoridad política, militar y religiosa andalusí), con capital en Córdoba. En aquel momento, el califato abarcaba dos tercios de la superficie de la península Ibérica (desde Balaguer, Huesca y Tudela, hasta el extremo sur), y concentraba todas las grandes ciudades del territorio peninsular (Zaragoza, Lleida, Tortosa, València, Murcia, Almería, Granada, Sevilla, Badajoz, Lisboa, y la capital, Córdoba).

En el momento en que se produjo aquella proclamación, el califato andalusí estaba inmerso en una profunda crisis política, causada por las rivalidades entre los diversos partidos de la corte califal. Desde la muerte de Almanzor, el general y canciller cordobés que, con Subh (la viuda del califa Al Hakam II y conocida con el sobrenombre de “la vasca” por su origen) habían dirigido el califato con mano de hierro (desaparecidos poco después del año 1000), el poder andalusí había estado en permanente littigio entre los poderosos eunucos (altos funcionarios califales de origen eslavo), y las también poderosas tribus bereberes (descendientes de la infantería árabe en tiempo de la conquista —siglo VIII—) y muladís (descendientes de indígenas hispanorromanos arabizados e islamizados).

Hisham representaba la opción legitimista, sostenida por los altos funcionarios y los poderosos comerciantes de origen árabe que habían acompañado a los Omeyas en su exilio desde Damasco hasta Córdoba y en la proclamación de la independencia andalusí (siglo VIII). Pero la posición política de Hisham III siempre fue muy débil. Tan solo cuatro años más tarde (1031) fue derrocado por un golpe de Estado que precipitó el fin del califato. Hisham III tuvo que huir de Córdoba y el territorio de al-Ándalus se fragmentó en varias taifas independientes. Hisham III, último califa andalusí, se refugió en Lleida, donde parece que ya había vivido allí anteriormente, donde tenía partidarios que le daban apoyo y donde acabaría muriendo cinco años más tarde (1036).