Tal día como hoy del año 1936, hace 88 años, en Melilla, Juan Seguí Almuzara, general del ejército español en la reserva, daba la orden de rebelión a las guarniciones militares españolas de la ciudad contra el legítimo gobierno de la República española. El inicio de esa rebelión se produjo a las 17 horas y 17 minutos, después de que el general prófugo Mola, desde Bayona (País Vasco norte, Francia), hubiera enviado un radiograma en clave dirigido al también general prófugo Sanjurjo —en Lisboa— y a los generales Franco —Santa Cruz de Tenerife— y Seguí —Melilla—. Según la investigación historiográfica, el objetivo de ese golpe de Estado era conseguir el poder de una forma rápida y violenta, e instaurar una dictadura militar —como el régimen del general golpista Primo de Rivera (1923-1930)—, que no contemplaba la restauración de la monarquía.

A última hora del día, todas las guarniciones militares españolas del Protectorado del Rif estaban bajo control de los rebeldes. Y al día siguiente, los golpistas pasaban a ejecutar la segunda fase del plan de Mola: la sublevación de todas las guarniciones militares de la Península, excepto las de Catalunya. Durante la jornada del 18 de julio, los rebeldes consiguieron el control de los territorios de Galicia, León, Castilla la Vieja, Navarra, las Illes Balears, Álava, Zaragoza y Guadalajara; pero, en cambio, fracasaron en el resto de territorios peninsulares (porque el aparato de gobierno republicano convenció a los mandos o porque dichos mandos no se atrevieron a sacar el ejército a la calle). Asturias, Cantabria, Vizcaya, Guipúzcoa, Castilla la Nueva (con Madrid), Extremadura, Andalucía, Murcia, el País Valencià, Huesca y Teruel, permanecían leales en la República.

La última fase del plan de Mola se llevó a cabo el 19 de julio en Catalunya. Pero la respuesta de la Generalitat y de la población civil condujo la rebelión al fracaso. Barcelona sería la única ciudad del territorio republicano que derrotaría la rebelión por la fuerza de las armas. El 20 de julio, con el territorio republicano dividido en dos masas que no tenían fuerza suficiente para imponerse la una a la otra, la situación derivada de ese golpe de Estado entraría en una fase bélica que conduciría a la guerra civil española, un conflicto que, según la investigación historiográfica, se saldaría con 400.000 muertos por efecto de las balas y las bombas; 200.000 por la represión en las respectivas retaguardias y 500.000 exiliados.