Tal día como hoy del año 1940, hace 82 años, en el cementerio de Santa Eulàlia del castillo de Montjuïc de Barcelona, un pelotón de la Guardia Civil española fusilaba a Lluís Companys i Jover, 123.º president de la Generalitat de Catalunya. El president Companys había sido detenido el 13 de agosto de 1940 en la Francia ocupada, en una operación policial en la que participaron la Wehrmacht (el ejército alemán), la Gendarmería francesa (que dependía del mando ocupante alemán), la Gestapo (la policía política del régimen nazi alemán), la embajada española en París y el SIMP (la policía política del régimen franquista).
Posteriormente, fue encarcelado e interrogado en el centro penitenciario La Santé, en París, y, acto seguido, conducido a Madrid y entregado a las autoridades del régimen franquista sin ningún tipo de protocolo de extradición. En la sede de la Dirección General de Seguridad, fue brutalmente torturado y, posteriormente, fue trasladado a Barcelona —al castillo de Montjuïc— y sometido a un juicio-farsa en el que, paradójicamente, el régimen político resultante de un golpe de estado y de una sangrante guerra civil lo condenó a muerte por los supuestos delitos de "auxilio a la rebelión militar". Las últimas palabras del president Companys fueron: “Per Catalunya!”.
Companys es el único presidente elegido democráticamente de un país europeo que ha sido fusilado. Décadas después, los gobiernos francés y alemán, en nombre de sus respectivos estados, pidieron perdón por su colaboración en aquella detención, interrogatorio y extradición. Pero, en cambio, los gobiernos españoles desde la implantación del actual régimen democrático (1976), tanto socialistas como conservadores, se han negado sistemáticamente a anular el juicio-farsa y la condena-crimen contra Lluís Companys y a pedir perdón, en nombre del estado que representan, por las torturas cometidas y el asesinato perpetrado contra la persona del president legítimo y democrático de Catalunya.