Tal día como hoy del año 1500, hace 524 años, en Sevilla; Cristóbal y Bartomé Colón eran excarcelados de la Prisión Real (situada en la calle Sierpes) y conducidos a los Reales Alcázares para entrevistarse con los Reyes Católicos. Los Colón habían sido detenidos, encadenados en Santo Domingo (capital de la colonia de la Hispaniola) y conducidos a la península por orden de los Reyes Católicos, que habían enviado al juez pesquisidor (juez y fiscal) Francisco Fernández de Bobadilla (hermano de la camarera mayor de la reina Isabel) y al militar Nicolás de Ovando al frente de un destacamento de 200 soldados armados hasta los dientes.
Los Reyes Católicos habían instruido las acusaciones de malversación (apropiación de metales destinados al erario de la Corona); abusos a la población indígena (esclavización y maltratos) y conspiración (creación de estructuras de Estado para menoscabar la autoridad de la Corona); sobre una batería de pruebas falsas fabricadas por Michel Muliart (cuñado de Cristóbal Colón) y por Francisco Roldán (líder de los colonos castellanoleoneses); con el propósito de usurpar a los Colón. Las expectativas de negocio eran muy superiores a las previstas inicialmente (1492) y la monarquía hispánica había decidido usurpar el proyecto y disponer de la totalidad de los beneficios de la empresa.
Una vez los Colón estuvieron ante los Reyes Católicos, los monarcas les ofrecieron la posibilidad de retirar todos los cargos que les habían imputado, a cambio de la renuncia a las Capitulaciones de Santa Fe, el contrato firmado poco antes del primer viaje entre todos los actores que participaron en la creación del proyecto Colombino (1492). Los Colón se vieron obligados a renunciar a sus legítimos derechos para recuperar la libertad (las fuentes documentales relatan que Cristóbal lo hizo con lágrimas en los ojos) y la empresa Colombina que, desde su inicio (1486) había sido concebida e impulsada como una iniciativa privada, fue usurpada y pasó a ser propiedad de la Corona.
Toda la estructura política de la empresa sería suplantada por funcionarios nombrados por la monarquía hispánica o por el nuevo aparato represivo hispánico en la colonia. Por poner solo tres ejemplos, diremos que el cargo de lugarteniente, de clarísima tradición catalanovalenciana y que ejercía Cristóbal, fue eliminado. El cargo de gobernador, que ejercía Bartomé, fue usurpado por Bobadilla. Y el cargo de alcalde de Santo Domingo —la capital de la colonia— que ejercía el tarraconense Miguel de Ballester, persona del entorno de los Colón, de Santángel (financiero del primer viaje) y del Papa Borja; fue usurpado por el conspirador castellano Roldán.