Tal día como hoy del año 1758, hace 266 años, en Fort Carrillon (entonces colonia francesa del Quebec), se libraba la batalla más mortífera de la guerra franco-india (1754-1763) y la más sangrante de un conflicto entre potencias europeas en Norteamérica. Aquella guerra enfrentó las dos principales potencias europeas del momento (Francia y Gran Bretaña) por el control de las colonias de la costa atlántica y de las llanuras orientales de Norteamérica y, solo en aquella batalla, se produjeron 2.400 bajas (400 en el bando francés y 2.000 en el bando británico). Actualmente, aquel lugar se llama Fort Ticonderoga y está situado en el estado norteamericano de Nueva York, a 300 kilómetros al norte de la “gran manzana” y a 200 al sur de Montreal (Quebec).
El ejército francés era dirigido por el general languedociano Lluís Josep de Montcalm (Nimes, 1712 – Quebec, 1759) y su campo de batalla estaba formado por una reunión de soldados regulares, de milicianos quebequeses y de mercenarios indígenas. Entre los soldados regulares había el regimiento Royal-Catalan, inicialmente llamado Royal-Mazzarino. Este regimiento había sido creado en 1652 por el cardenal Mazzarino (ministro plenipotenciario de Francia), durante la última fase de la guerra de Separación de Catalunya (1652-1659) y había sido formado por oficiales y soldados catalanes que luchaban contra la monarquía hispánica. A inicios de la guerra franco-india (1754), el regimiento —dirigido por Montcalm— había sido desplazado hacia Quebec.
Posteriormente a la conclusión de la guerra catalana, los oficiales del regimiento procederían de varios lugares de la monarquía francesa, pero la tropa siempre estuvo formada, exclusivamente, por soldados de la Catalunya Norte. Por este motivo, a finales del siglo XVIII, sería renombrado como “Royal-Roussillon”. En las campas de Fort Carrillon, se dio la curiosa circunstancia que se enfrentaron los regimientos catalanes del ejército francés contra los regimientos escoceses del ejército británico. A pesar de la desproporción de los dos bandos en combate (4.000 franceses y 16.000 británicos), el resultado de la batalla se inclinó a favor de Montcalm y sus catalanes, en buena parte gracias a la destreza militar del general languedociano.
Poco después de aquella batalla, el general Montcalm pronosticaría que si Francia perdía aquella guerra (cómo acabaría sucediendo), las colonias británicas de Norteamérica no tardarían en independizarse (como también sucedería), porque los criollos ya no necesitarían la presencia militar de la metrópoli para defenderse de una amenaza externa (en este caso la francesa). Montcalm murió en combate al año siguiente (1759), en las postrimerías de la guerra franco-india que se acabaría inclinando a favor de los británicos. Y una de las primeras batallas de la guerra de Independencia de Norteamérica se produciría dieciséis años más tarde (1775), precisamente en el mismo lugar que la de Fort Carrillon, que en aquel momento era una fortaleza militar británica y se llamaba Fort Ticonderoga.