Tal día como hoy del año 1844, hace 180 años, una gran tormenta —que sería llamada de San Francisco—, barría la parte norte de la isla de Cuba y devastaba la ciudad de La Habana. Aquella tormenta se había iniciado a primera hora de la tarde del día anterior y estuvo activa durante toda la jornada del 5 y 6 de octubre. Según la investigación meteorológica, aquella tormenta era un ciclón de fuerza 4; y según las fuentes documentales, causaría 100 víctimas mortales, destruiría parcial o totalmente 2.546 edificios (un 20% del parque inmobiliario de la ciudad) y provocaría el naufragio de 13 barcos mercantes anclados en el puerto de La Habana.

Las mismas fuentes revelan que los barrios más afectados fueron los de primera línea de costa: Intramuros (la parte histórica amurallada), Jesús y María (popularmente el Arsenal), Almacenes (popularmente Astillero) y Montserrat (la fachada marítima del barrio de Colón). Estas mismas fuentes afirman que los edificios situados en primera línea quedaron destruidos; entre ellos el Teatro Principal. En aquel momento, la colonia catalana de La Habana estaba formada por unas 10.000 personas y estaba concentrada en los barrios del Astillero (en torno al templo parroquial de San José) y de Montserrat (calles de San Lázaro, de la Concordia, del Campanario, de Neptuno y de Santa Bàrbara).

La Habana era uno de los principales destinos de la colonización comercial catalana en América, que se había iniciado hacia 1750. Aquella colonización estaba formada por comerciantes, principalmente de textiles y de alcoholes, que adquirían materia prima en las plantaciones coloniales, la enviaban a Catalunya para ser transformada, y vendían el producto manufacturado a las mismas clases criollas que los habían proveído al inicio del proceso. La colonia catalana de La Habana era muy activa. Tres años antes de aquella tormenta (1841) habían creado la Sociedad de Beneficencia Natural de Catalunya, que sería la primera entidad mutual de la historia de América.