Tal día como hoy del año 1391, hace 633 años, una masa incontrolada de gente echaba abajo las puertas de acceso a la judería de Perpinyà y se entregaba al saqueo de comercios, obradores y viviendas, y a la agresión y el asesinato indiscriminados de todas las personas que se resistieron al pillaje y la destrucción de sus bienes. El asalto y la destrucción de la judería de Perpinyà se produjo poco después del saqueo y la masacre de las de Palma (4 de agosto de 1391) y de las de València y Barcelona (5 de agosto de 1391), y se había producido por una especie de efecto contagio a partir de un foco inicial en la Baja Andalucía castellanoleonesa (la actuación de una turba en Sevilla, el 6 de junio de 1391, inflamada por las diatribas apocalípticas del religioso Ferrán Martínez, arcediano de la parroquia de Écija).

El estallido de los pogromos (asaltos, destrucción y masacre) en las juderías de las coronas castellanoleonesa y catalanoaragonesa se produjo en un contexto de crisis muy profunda, causada por los efectos de la peste negra (1348-1351) y sus sucesivos rebrotes. En ese contexto, las cancillerías reales de Toledo y de Barcelona había maniobrado para reforzar la autoridad real, en perjuicio de los otros dos estamentos del poder: la nobleza y la Iglesia. Las jerarquías eclesiásticas reaccionarían fabricando un discurso apocalíptico y antisemita contra el principal sostén económico a la corona, discurso que las clases populares compraron a pies juntillas, para tener un argumento que les permitiera robar en las juderías y destruir los reconocimientos de deuda en poder de los banqueros.

Cuando se perpetró dicha masacre, Perpinyà, con 14.000 habitantes, era la segunda ciudad del Principat. La comunidad judía local —establecida en la etapa fundacional de la ciudad (a partir de 1116)— sumaba unas mil personas y vivía recluida en el interior del perímetro amurallado de la judería, formado, aproximadamente, por la calle Sant Francesc de Paula —en el norte—, la calle Josep Bertran —en el este—, la calle de les Farines —en el sur— y la calle de la Acadèmia —en el oeste—. Según la investigación historiográfica, el asalto a la judería de Perpinyà se saldó con el asesinato de unas cien personas de confesión judía y la destrucción del barrio. No obstante, fue reconstruido y ocupado, nuevamente, hasta 1492, cuando los Reyes Católicos promulgaron el edicto de conversión o expulsión de Granada.