Tal día como hoy del año 1714, hace 310 años, en el marco de la última fase del conflicto sucesorio hispánico, denominado Guerra de los Catalanes (1713-1714), se libraba una batalla que enfrentaría un cuerpo del Real Ejército de Catalunya, formado por 4.000 hombres (infantería y caballería) y comandado por Antoni Desvalls, marqués del Poal, contra un cuerpo de las tropas de ocupación borbónicas, llamado Campo Volante de Cataluña, formado por 3.500 efectivos y comandado por José Carrillo de Albornoz, conde de Montemar. Aquel enfrentamiento se libró en el valle de la riera de Talamanca (entonces veguería de Manresa y actualmente comarca del Bages) y se saldó con una espectacular victoria catalana.
La Batalla de Talamanca se resolvió a favor de los catalanes por su mejor planteamiento militar y por su gran conocimiento del terreno. El comandante Desvalls ordenó rodear al ejército borbónico y la caballería catalana castigó duramente los flancos de la tropa borbónica. Al mismo tiempo, la infantería catalana avanzó a paso firme, se acercó a las líneas francocastellanas y disparó varias cargas de fusil que provocaron el terror y la huida de los borbónicos. Durante la tarde y noche del 13 de agosto y la madrugada del 14 de agosto, la infantería y la caballería catalanas persiguieron a los francocastellanos hasta Sabadell. Los borbónicos sufrieron 100 muertes y 800 deserciones.
El objetivo de Desvalles era llegar hasta la plana de Barcelona y romper el asedio que rodeaba la ciudad desde el 25 de julio del año anterior. Pero después de la reunión que mantuvo con Martí Zuviria, un enviado del general Villarroel (máxima autoridad militar de la plaza de Barcelona), en Olesa de Montserrat, se descartó esta opción. Desvalls se dirigió hacia Manresa, con el objetivo de liberarla de la ocupación borbónica, pero tan solo unas semanas más tarde, la guerra se trasladaba al interior de Barcelona (10 y 11 de septiembre de 1714) y, finalmente, las autoridades catalanas capitulaban la rendición (12 de septiembre de 1714). La Batalla de Talamanca fue la última victoria catalana en campo abierto del conflicto sucesorio.