Tal día como hoy del año 1031, hace 993 años, en Córdoba (entonces capital del califato de al-Ándalus), culminaba una gran revuelta urbana contra el califa Hisham III y contra su visir Hakam bien Said. Esa revuelta se había forjado en un escenario de profunda crisis económica, que había castigado, especialmente, a los arrabales más humildes de la pobladísima capital andalusí (se le estimaba una población de unos 500.000 habitantes), situados en el lado del río Guadalquivir opuesto a la zona palatina (el margen derecho). Durante los siglos precedentes (siglos VIII a XI), esos arrabales habían sido la cuna de casi todas las grandes protestas populares contra el poder y el escenario de las grandes operaciones represivas del régimen califal.
Pero tras la desaparición de la dupla imbatible formada por Subh (la viuda del califa Al-Hákam II) y su amante Al-Mansur (el general que había devastado los pequeños estados cristianos del norte peninsular), fallecidos, casi consecutivamente, a caballo entre el año 1000, el califato había entrado en una fase de luchas intestinas y de crisis económica que anticiparía su desaparición. Hisham III era biznieto del califa Abderramán III (el primer emir andalusí que se había intitulado califa —principios del siglo X—), pero no había alcanzado el trono por sucesión natural, sino que había sido impuesto por la masa urbana cordobesa, mayoritariamente de origen indígena —arabizada e islamizada desde la conquista del siglo VIII— con la misión de poner freno a la crisis.
Incapaz de resolver los grandes problemas que afectaban a los grupos que lo habían conducido al poder y amenazado por la radicalización de la revuelta, abandonó la capital y buscó refugio en la región de Al-Taghr (la frontera superior del califato, situada sobre el valle del Ebro). Hisham III fue acogido en Lleida por la familia oligárquica muladí (indígenas convertidos al islam) de Sulaymán ben Muhammad Al-Mustain, quien, poco después de la muerte de Hisham III, se convertiría en el primer emir independiente de Lárida (nombre árabe de Lleida). Hisham III sabía que no volvería a Córdoba y que no recuperaría el califato, y vivió sus últimos años (1031-1036) como el huésped de honor de la fortaleza árabe de la Suda de Làrida.