Herederos de ETA, filoetarras, bilduetarras... En el Congreso de los Diputados y en el Senado no se hace nada difícil escuchar estas denominaciones en sede parlamentaria por parte de diputados del Partido Popular y de Vox para referirse a la bancada de EH Bildu. Desde la tribuna de oradores, desde la sala de prensa o desde los pasillos. Hace 13 años que ETA abandonó las armas y hace 5 que la banda se disolvió como organización. Sin embargo, todavía sobrevive en el debate público, ha servido como arma arrojadiza habitual para demonizar los acuerdos entre Pedro Sánchez y los abertzales y, además, se multiplica la instrumentalización cuando se acerca una cita electoral. Aparece y desaparece. En estas elecciones autonómicas y municipales, el PP se ha tirado, otra vez, a agitar el espantajo del terrorismo, consciente del papel movilizador que tiene esta carta en su electorado.
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Bildu ha incluido a 44 exetarras a las listas y los populares, en tromba, han olido la sangre y han visto el resquicio para desgastar al PSOE, a quien acusan de arrodillarse y entregar la legislatura a los abertzales. La activación ha sido total porque han puesto toda la carne en la parrilla empujando a todos los resortes: Alberto Núñez Feijóo ha endurecido el discurso, se ha alineado con la melodía decidida de Isabel Díaz Ayuso y se ha visto empujado por la maestría indiscutible de José María Aznar. En cualquier caso, la postura delante de Bildu ha acabado convirtiéndose en fuego amigo y ha amenazado con reabrir heridas internas.
Por una parte, la cúpula del PP descarta mover ficha para ilegalizar la coalición de la izquierda abertzale después de consultar a los expertos jurídicos y del posicionamiento nítido de la Fiscalía, que no lo ha considerado viable. Eso ha contrastado con la insistencia de Díaz Ayuso, que tiene el apoyo de Aznar, que se ha enfrentado a Feijóo reclamando la activación de la Ley de Partidos. "Es un pulso a Bildu, no a mi partido", ha dicho la dirigente madrileña este viernes en Radio Nacional de España. Desde el entorno de Génova consideran que este enfrentamiento "es muy cansado" y desvían el foco rápidamente. "Aquí la cuestión es saber si Sánchez rompe con Bildu -que parece que no- y si volverá a pactar con ellos en el País Vasco y Navarra después de las elecciones -que parece que sí-", afirman fuentes del PP a El Nacional.
La estrategia contra "los herederos de ETA"
Sea como sea, la estrategia, trabajada a partir de la denuncia de una asociación de víctimas, es más vieja que andar a pie. Con ETA todavía en activo, José María Aznar la atizaba para castigar a Felipe González, Mariano Rajoy para hacer lo mismo con José Luis Rodríguez Zapatero. Sin muertos de por medio, Pablo Casado injuriaba los pactos de Pedro Sánchez y ahora Núñez Feijóo se mete de cuatro pies al cubo a las puertas del 28 de mayo. El patrón se repite en tiempos de campaña, pero no solo. El uso más torpe fue, sin ningún tipo de duda, con los atentados de Atocha del 11 de marzo del 2004. Con el PP comandando el gobierno central, Aznar atribuyó a ETA la acción terrorista reivindicada por Al Qaeda y después, ya a la oposición, el principal partido de la derecha española ha utilizado a los llamados "herederos de ETA" como arma de confrontación con el PSOE.
Los mensajes se han multiplicado desde que Bildu, a diferencia del papel habitual de la izquierda abertzale en las cortes españolas, ha decidido cambiar de estrategia y tener un papel determinante a la hora de pactar y votar leyes con el gobierno de coalición PSOE-Unides Podemos. "Es el elemento distorsionador de esta campaña: Bildu ha optado por formar parte de la política estatal y no ser un invitado de piedra, y sus votos también cuentan para implementar leyes y eso hasta ahora no había pasado", explica el doctor en Ciencia Política por la Universidad del País Vasco, Jonatan Garcia, en declaraciones a El Nacional, recordando que las anteriores marcas abertzales históricamente habían optado por un voto protesta, no votar o directamente no presentarse a las elecciones estatales.
Bildu: ¿sí o no?
La salpicadura ha enturbiado la campaña electoral y ha aportado una dosis de acritud en la relación entre el PSOE y el Partido Popular. Con la obstinación popular para estirar las listas de Bildu como un chiclé, el laboratorio de La Moncloa cree que se están cavando su propia tumba. "Siempre acaban cometen el mismo error porque se pasan de frenazo y los vuelve en forma de boomerang", explican a El Nacional fuentes del equipo de Pedro Sánchez, que tienen claro que la sociedad española ya ha pasado página. "Por mucho que pueda incomodar una lista concreta de Bildu, la sociedad española es muy consciente de que ETA ya no está. Una utilización tan chapucera como esta, al final, acaba provocando anticuerpos a las personas, a quienes tratan de tontos". Pero el PP percute con los pactos parlamentarios con Bildu, que se ha convertido en un aliado fiel al gobierno de coalición durante la legislatura en consensos sociales, como la ley de la vivienda. Sin embargo, el entorno del presidente español recuerda que no hay ningún acuerdo de legislatura firmado, ni un documento, con los independentistas vascos.
El caso es que el Partido Popular no digiere que Pedro Sánchez se sostenga, entre otros, gracias a dos fuerzas independentistas vascas y catalanas, Bildu y Esquerra Republicana, a quien atribuyen el "deseo de destruir España". Después de la retirada de los 7 candidatos con delitos de sangre, el equipo de Núñez Feijóo estira este elemento exigiendo que también se aparten los 37 restantes con pasado etarra y reclamando al PSOE que rompa toda relación parlamentaria. "No ha sido el PP precisamente quien ha sacado este tema", explican fuentes de Génova, "el PP solo ha trasladado una realidad: condenados por terrorismo que van en una lista de un partido que es socio prioritario de Sánchez".
Al margen de eso, el profesor Jonatan Garcia defiende que el espantajo de ETA todavía remueve conciencias en los sectores más conservadores de la sociedad española y que eso explica por qué el PP hurga en el 2023. "El terrorismo todavía tiene rédito y proyección política para movilizar al electorado que está en pugna entre el PP y Vox", afirma Garcia, que recuerda que es "un discurso sentimental e irracional", que está construido "fuera del País Vasco y Navarra" y el objetivo del cual es "movilizar más allá de las fronteras vascas". Sin embargo, reconoce que "no es clave para ganar unas elecciones", en las cuales están en juego cuestiones relacionadas con las competencias autonómicas y municipales.
ETA aparca el procés independentista
Una de las conclusiones del primer tramo de campaña electoral es que, a diferencia del 2019, la amenaza del procés independentista ha quedado aparcada de la discusión pública. Como mínimo ha quedado diluido, aunque los candidatos populares, a sus mítines, recuerden los indultos, la reforma del delito de sedición y el de malversación, y que ERC también es un compañero fiel de Pedro Sánchez. "Todo el que tiene que ver con el autogobierno, la independencia o la reforma del Estado ha quedado paralizado, bloqueado o estancado porque ahora mismo no sirve para movilizar fuera de Catalunya," analiza el doctor Garcia. Aunque no se utilice con la misma determinación, se lo pone en el mismo saco que las alianzas con Bildu, como muestra de "la rendición" de los socialistas. De aquí se explica que Aznar, esta misma semana, empezara a virar y asegurara que, para seguir gobernando, Pedro Sánchez permitiría consultas en Catalunya y en el País Vasco. "Hemos visto el pago de un precio a este apoyo, por eso se elimina el delito de malversación, por eso se acepta el golpe de Estado, y hemos visto otro precio, el blanqueamiento de Sortu, de Bildu, y la entrega masiva de etarras y la salida masiva de etarras. ¿Cuál es el precio siguiente si ganara? Consultas".