En el cierre de la campaña electoral del 12-M, centenares de anticapitalistas han llenado este viernes uno de los espacios de Barcelona más damnificados por la gentrificación. A nadie se le ha escapado la dicotomía que ha provocado la presencia de la CUP en el barrio del Born para celebrar su último acto antes de las elecciones. Los mensajes para pasar página al capitalismo, reducir la llegada de turistas y bajar los precios de los alquileres (acompañados de los aplausos de los centenares de asistentes), han resonado como truenos por las calles llenas de tiendas para modernillos y los edificios habitados por expats. El lugar escogido, sin embargo, no ha querido poner el énfasis sobre este contraste, sino que ha tenido como motivo principal el espíritu de lucha: a pocos metros del escenario, el Fossar de les Moreres, donde fueron enterrados los últimos defensores catalanes en el Asedio de Barcelona en 1714.
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A falta de dos días para los comicios, la CUP se ha querido encomendar al espíritu de dos otros guerreros propios. Los exdiputados Anna Gabriel y David Fernàndez, protagonistas de otras épocas mejores para los intereses cupaires, han salido del anonimato que comporta la vida privada para espolear la formación y bendecir la candidatura que encabeza Laia Estrada. Contra los fantasmas del revés electoral que auguran las encuestas, los dos referentes han pronunciado discursos que han puesto la carne de gallina además de uno, poniendo el foco en los principios de la CUP, como si no se hubieran marchado nunca. Gabriel lo ha resumido de forma nítida, recordando que "nunca las revoluciones las han hecho las instituciones vacías". "Las hacen las personas humildes, inteligentes, transparentes y generosas", justamente aquellas con que la formación quiere llenar el Parlament el 12-M.
A pesar de los años de exilio, la exdiputada ha demostrado conocerse todavía bien el discurso. "Hoy, más que nunca, ante la ofensiva conservadora, ningún silencio nos salvará, ni ninguna resignación nos liberará", ha afirmado, animando la formación anticapitalista a seguir demostrando su fuerza en la cámara catalana. En este sentido, ha apelado a "conseguir el máximo de diputadas y mantener la conciencia revolucionaria". Al fin y al cabo, saben que el apoyo de las clases ricas. "No convenceremos a Foment ni a la patronal ni a los señores de los casinos, ni tampoco las clases medias desclasadas", ha admitido. "La unidad popular es el único proyecto, juntémonos para hacer frente a la ofensiva".
David Fernàndez no ha diferido mucho, argumentando que el voto a la CUP el próximo domingo es "doble": "Todas las luchas caben en un voto, y un voto son todas las luchas". El anticapitalista ha defendido que estas elecciones "van de avanzar o de retroceder", porque "en el medio no estaremos mucho tiempo". La respuesta, para él, tiene que pasar por el decrecimiento, la desmilitarización y la descolonización y la desmercantilización de la vida. En un contexto en que las elecciones implica escoger "entre el neoliberalismo ultraliberal y un neoliberalismo pijo", Fernàndez se ha encomendado a la "lucha constante" de la CUP para cambiarlo todo: el millón de catalanes que no podrán votar el 12-M por el racismo de estado, las cinco mujeres muertas este año víctimas de la violencia de género que tampoco podrán hacerlo, las 23 familias que se despertarán con la amenaza de ser desahuciadas el próximo lunes, o el 30% de la población que todavía estará en riesgo de exclusión social.
"El 'no' a la mierda de políticas"
Si este ha sido el último acto de la CUP antes de una dolorosa derrota en las urnas, nadie lo diría escuchando las intervenciones y la reacción animada del público. También lo ha probado Laia Estrada, última a intervenir desde el escenario, en el que ha vuelto a enfatizar el discurso que durante las últimas semanas ha ido repitiendo por todo el país. Ahora, sin embargo, dejándose llevándose por la ola de optimismo propio de un acto de fuerza de este tipo.
"Los otros nos acusan de ser las del 'no' en todo. Lo dicen los del 'sí' a trinchar el territorio, los del 'sí' a echar a la gente de su casa, los del 'sí' a privatizar", ha ironizado, antes de replicar con contundencia: "Somos los del 'no' a vuestra mierda de políticas, somos los del 'sí' a las políticas para la mayoría de la gente". Su discurso ha tenido en enfoque doble, llamando a superar un sistema capitalista fracasado "ecológicamente, socialmente y económicamente" para empezar a planificar desde casa, una propuesta que "no es ninguna utopía". Y, por la otra banda, también ha hecho un llamamiento para reforzar el movimiento independentista y volver a encaminar el procés, con dardos hacia Junts y ERC. Por todo eso, ha hecho una apelación final al voto cupaire. "Necesitamos a una CUP fuerte porque somos claves para que la próxima legislatura tengamos un Parlament más independentista, más de izquierdas y más soberano, enfrente de un autonomismo pusilánime," se ha rebelado. "No nos mueven las poltronas, no intercambiamos sillas, no nos mueve el poder: lo hacemos todo para el país y por los derechos de todos".