El candidato del Partido Popular a las elecciones al Parlament de Catalunya del 12-M, Alejandro Fernández, tiene razones para el optimismo. Si el 14 de febrero del 2021 nada más sumó tres escasos escaños con los que aseguró la supervivencia del partido en Catalunya, que estuvo a un paso de convertirse en extraparlamentario, tres años después el viento le sopla a favor. Aunque desde el partido se recomiende prudencia y se evite el triunfalismo, ninguna de las encuestas publicadas augura un mal resultado para la formación conservadora española. Al contrario, las peores previsiones, según los sondeos, supondrían triplicar el número de escaños actuales, llegando hasta los 9, y las mejores llegan a quintuplicarlos, hasta los 15.

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Encarar una campaña electoral en estas condiciones es, seguramente, lo mejor que le puede pasar a un partido político, aunque al cabo del camino lo importante no será cuántos escaños gana un PP en ascenso en Catalunya, sino que utilidad tendrán. Fernández ya apuntó, en lo que probablemente será uno de sus mensajes de campaña, que el PP tiene la voluntad de devenir "decisivo", pero a estas alturas su utilidad no está nada clara o, en el peor de los casos, será una utilidad de mala gana. Si estos días se habla mucho de la posibilidad de 'hacer un Collboni', tampoco es descartable que Fernández acabe 'haciendo un Sirera', favoreciendo una investidura de Illa para evitar que el Govern permanezca en manos independentistas.

El final del tobogán

Si echamos un vistazo a la evolución del Partido Popular en las elecciones al Parlament desde 2010, la imagen evoca claramente un tobogán. Desde una posición sólida a media tabla, se inicia una bajada acelerada hasta tocar fondo, donde llega el frenazo. Los números son evidentes, en 2010, con Alícia Sánchez-Camacho como candidata, el PP obtuvo un 12,37% de los votos y 18 escaños, 4 más que en las anteriores elecciones; en 2012, con la misma candidata, tímida subida, con un 12,98% y 1 escaño más, hasta 19; en 2015, primer varapalo, el PP presenta a Xavier García Albiol, que saca 11 escaños, 8 menos, y un 8,49% de los votos; en el 2017 y con el mismo candidato, segundo varapalo, 4 escaños, 7 menos, y un 4,24% de votos, y, finalmente, en 2021, con Alejandro Fernández a vida o muerte, un escaso 3,85% de los sufragios permite sobrevivir al PP con 3 diputados.

¿Qué hace que, tres años después, el PP se presente a las elecciones con unas perspectivas muy diferentes? En primer lugar, el derrumbe de Ciudadanos, que después de una victoria inútil en 2017, con 36 diputados, pasó a solo 6 en 2021 y la perspectiva, por mucho que el voluntarioso Carlos Carrizosa haga ver que no, de desaparecer la misma noche del 12-M. Parte del voto de los unionistas de color naranja puede pasar perfectamente a los unionistas de color azul. En segundo lugar, el estancamiento de Vox. Los unionistas de color verde les pasaron la mano por la cara en 2021, irrumpiendo en el Parlament con 11 escaños y como cuarta fuerza política, pero ahora las encuestas los otorgan una horquilla de entre 7 y 11 escaños. Pérdida o estancamiento, pero en ningún caso, mejora.

Estos dos factores aclaran la situación para el PP, que recupera el rol de partido de derecha española que había tenido antes de la irrupción de Ciudadanos, pero Fernández también se beneficia de un PP en ascenso al Estado español. En las elecciones del 23 de julio del 2023, el Partido Popular consiguió situarse como tercera fuerza en Catalunya en votos, por delante de ERC y Junts, aunque por escaños, a causa de la pobre implantación fuera de la circunscripción de Barcelona, quedaron en quinta posición. El argumento clásico del españolismo, muy repetido, pero nunca logrado, según el cual es posible dar la vuelta a la tortilla y vencer al catalanismo, vuelve a estar sobre la mesa.

Alberto Nuñez Feijóo muestra su apoyo a Alejandro Fernández / Foto: Irene Vilà Capafons

En este contexto, Fernández tiene motivos para encarar la campaña con optimismo, ya que todo apunta que el suyo será el equipo revelación de esta temporada. Después de deslizarse por el tobogán, el PP se prepara para subir la escalera a zancadas. La pregunta, en todo caso, es si volverá a deslizarse hacia abajo, pero hoy por hoy, nada apunta esta posibilidad. Ahora bien, más allá del resultado que pueda obtener Fernández, lo importante es si serán o no decisivos. Y eso dependerá también de los resultados del resto de partidos.