Hablaba Alejandro Fernández, el candidato del PP, y un hooligan secundado por media docena de correligionarios, gritaba “ra, ra ra, Ayuso ganará”. Es una injusticia para los candidatos de los partidos de ámbito español que cuando vienen los referentes de Madrid quedan absolutamente relegados, casi ignorados por sus propias bases. Resulta hasta cierto punto comprensible si el referente, como en el caso del PSC, es el presidente del Gobierno de España, pero en el caso del PP incluso la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid pasa por delante de su homólogo en el partido, Alejandro Fernández, un perfecto desconocido para los militantes convocados el lunes en la plaza Artós de Barcelona.
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Tirando de tópico podríamos decir que Ayuso irrumpe en campaña y lo hace precisamente en el santuario de Vox, la plaza Artós de Barcelona en la que la extrema derecha celebra todos sus aquelarres. Y tiene un sentido porque a todo lo que puede aspirar el PP en estas elecciones catalanas es a superar a Vox, algo que las encuestas no aseguran. De hecho, situados en la plaza Artós no sabes dónde empieza Vox y termina el PP y viceversa. Había por supuesto en medio de la plaza el tenderete del PP pero un poco más allá otro de Vox. Quien más quien menos llevaban el brazalete con la rojigualda y algunos, sobre todo jóvenes, una verde no precisamente ecologista. "Esa es la pulsera buena, hay que votar a Vox", decía un chico. Preguntando a unos estudiantes de derecho de la UB que parecían pareja si preferían PP o Vox contestaban con una carcajada. ¡Ah! Preferís a Vox! Interpretaba el preguntador y tanto el chico como la chica se reían más aún, pero como resignadamente accedían a decir “no, no, el PP, el PP”.
Una cosa está clara. En los mítines de la derecha y sobre todo de la extrema derecha españolista la proporción de jóvenes es superior a la de los demás partidos. No son muchos porque ni PP ni Vox son partidos mayoritarios en Catalunya, pero no deja de ser significativo. Ayuso, que hay que reconocerlo es todo un monstruo mediático, no reunió a más de 300 personas, una parte eran abuelos y otros sus nietos. Cuando Ayuso llegó a la plaza, el acto parecía de Vox porque todo el mundo levantaba el brazo derecho, pero no era un saludo hitleriano sino el intento de fotografiar a Ayuso con el móvil. Y quienes no llegaban, como Isabel y Mercedes, se conformaron con una foto con Miguel Ángel Rodríguez, solicitando ayuda al periodista.
Antes de prometer “cortar el grifo” a la Catalunya indepe, una idea que ya utilizaba Alfonso Guerra en los años 90, y de maldecir a Pedro Sánchez como es habitual en ella, la performance electoral de Isabel Díaz Ayuso empezó con un significativo paseo por Sarrià. Nada más empezar, en la plaza Sarrià se le acercó una pareja para hacerse una selfie. Resulta que eran chilenos, Santiago y Pilar. "Ella es un referente mundial", decía Santiago. No les gusta Boric, el actual presidente de Chile, pero cuando se les pregunta si les gustaba Pinochet se echan a reír y Pilar, nacida en Barcelona, pero chilena por amor, admitió que sí eran pinochetistas y entonces Santiago se desahogó con todos los méritos que atribuye al dictador.
Se ve que el periplo electoral por la calle Major de Sarrià es algo recurrente en las campañas del PP. La comitiva liderada por Ayuso entraba a saludar en las tiendas y se hacían fotos con dependientas y peatones. En la carnicería Escofet Oliver atendió a Tatiana, una chica ecuatoriana encantada con una movida que no le venía de nuevo. “Ya vinieron la otra vez y trajeron el de Andalucía”, y preguntada por su simpatía política, no parecía muy pepera: “Yo soy muy de Barcelona, a mí Barcelona me ha tratado muy bien y creo que lo de Catalunya debe quedarse en Catalunya”.
La comitiva seguía una tienda tras otra, pero no se atrevieron con la Pastisseria Foix de Sarrià. Lo divertido fue cuando dos adolescentes le pidieron retratarse con ella. Después de la foto, Diego y Nico, alumnos de los jesuitas de Sarrià, reconocían que no sabían exactamente con quién se habían fotografiado. "Creo que es una de la política", dijo Diego. “¿Cómo se llama? No sé. ¿Tú no lo sabes?,”. "Yo, no". Responde Nico. Preguntados por si eran de derechas o izquierdas, Nico respondió: “A mí me parece que las derechas van a favor de los ricos y las izquierdas de los pobres”. Así que como sois ricos vais a favor de las derechas, dijo el preguntador y la respuesta fue: “Sí, bueno, esto lo tengo que hablar con mi padre, pero dime quién era?”. Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de Madrid. “Ah, sí”, respondió el chico, encogiendo los hombros.