Ilusión en la gente y nervios en la cúpula es lo que se percibía en el mitin de cierre de campaña del PSC en el pabellón de la Vall d'Hebron de Barcelona. Los simpatizantes socialistas llegados en autocar de toda Catalunya se les veía el mar de contentos. Sentían que tenían la victoria "a tocar", mientras que los discursos no daban nada por ganado y advertían contra un exceso de confianza.“Ganaremos si vamos a votar”, vendría a ser el resumen de las intervenciones. Pedro Sánchez lo hizo parafraseando a José María Aznar: “El que pueda votar que vote”.

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Que los socialistas son optimistas pero no las tienen todas consigo lo demuestra el hecho de que Pedro Sánchez ha intervenido mucho más de lo previsto con golpes de efecto inesperados en la Feria de Abril, en Vilanova i la Geltrú, en Tarragona... Y eso que parecía cansado y deprimido antes de su desembarco “con más fuerza si cabe”. Nunca un presidente del Gobierno español se había implicado tanto en unas elecciones catalanas, justamente porque nunca el presidente español se jugaba tanto en unas elecciones catalanas. Una victoria de Puigdemont es lo peor que le podía ocurrir. Incluso algunos peperos reconocen en privado cómo se alegrarían si esto ocurriera, y por eso los sociatas cruzan los dedos. Para que esto no ocurra, Sánchez no ha tenido más remedio que arremangarse para movilizar el millón largo de catalanes que le votaron en las generales.

Tanto los nervios como la ilusión socialista están justificados. Nervios porque algunas encuestas registraban la posibilidad de un empate en escaños entre PSC y Junts  y ilusión porque más allá de eso lo cierto es que ganar, lo que se dice ganar las elecciones catalanas, el PSC no lo ha conseguido prácticamente nunca. Solo en las anteriores, las de 2021, tuvo varios votos más que ERC, que solo le sirvieron a Salvador Illa para liderar la oposición. Cuando los dos tripartitos, el PSC pudo gobernar, pero habiendo perdido los comicios en escaños. Ahora necesita ganar en votos y escaños, pero sobre todo, sobre todo, sobre todo que no haya mayoría independentista.

ACTO FINAL PSC PEDRO SANCHEZ SALVADOR ISLA / Foto: Montse Giralt
Mitin final de campaña del PSC / Foto: Montse Giralt

Los socialistas han puesto toda la carne en el asador. El pabellón de la Vall d'Hebron estuvo lleno a reventar y el cierre de filas lo ponía en evidencia la presencia de las viejas glorias del partido como Narcís Serra, exalcalde y exvicepresidente del Gobierno con Felipe González; Josep Maria Sala, histórico secretario de organización, y, como no podía ser de otro modo, la incontrovertible Anna Balletbó, a quien el cronista tuvo que retratar con un simpatizante muy simpático, valga la redundancia, que bromeaba como si le tirara los tejos a la histórica dirigente, por cierto, fresca como una rosa pese a haber superado ya los ochenta, que el tiempo pasa para todo el mundo. Por supuesto, también estaba el president Montilla haciéndose selfies con todo el mundo que le solicitaba y Pere Navarro, el primer secretario que situó al PSC en el bando del derecho a decidir.. por poco tiempo, claro. En esta campaña, los periodistas que siguen a Salvador Illa echaban de menos la presencia de Miquel Iceta. Ayer el flamante embajador de España en la Unesco, es decir, uno de los socialistas más envidiados del planeta, hizo acto en el mitin de cierre y cabe decir que no pasó inadvertido. Salvador Illa le saludó desde el atril y quedó claro que Iceta es recordado y querido por los militantes porque le obsequiaron con una de las ovaciones de la noche.

Cabe decir que, al menos en este último mitin, el PSC ha querido acentuar el perfil catalanista. Salvador Illa que ha dado muchos discursos en castellano, el último día lo hizo prácticamente todo en catalán. Se repartieron más senyeres que en otras ocasiones y un detalle significativo. El acto no lo cerró Pedro Sánchez, sino que Pedro Sánchez le hizo de telonero a Salvador Illa. Esto en tiempos de Felipe González no pasaba. Bien y el Sánchez más prestidigitador se lo hizo venir bien para ponerse la camiseta de campaña de Salvador Illa, dejando claro definitivamente que uno es prolongación del otro y viceversa. "Se nota -dijo Illa dirigiéndose a Sánchez- que te sientes a gusto en Catalunya y Catalunya se siente a gusto contigo". Hablaba sobre todo por él, claro y por la cuenta que les trae a ambos.