Este jueves ha arrancado otra campaña electoral, la de las europeas. Como todas las elecciones anteriores celebradas en el Estado español, la campaña y el debate tienen poco que ver con la Unión Europea —la política migratoria, por ejemplo— sino con demostrar que el gobierno español no tiene la legitimidad ni la estabilidad que convienen o, al contrario, que la actual coalición gubernamental funciona y que la alternativa incluye abrir paso a la extrema derecha, etcétera. La primera actitud tiene un apoyo mediático grande. Entre los peones de brega de este entorno figuran los diarios del Trío de la Bencina, que este viernes vuelven a llevarse las medallas de oro, plata y bronce en la competición de portadas sincronizadas.

El tema es —una vez más, otra— la fragilidad parlamentaria del ejecutivo de Pedro Sánchez, que este jueves tuvo que retirar la propuesta de Ley del Suelo una hora antes de la votación en el Congreso porque Sumar, su aliado principal, quería votar en contra. El Mundo exagera dramáticamente y habla de “revolcón del Congreso” a una “ley esencial” que el gobierno “no ha sido capaz” de pactar con Yolanda Díaz ni negociar su alternativa con el PP. ABC habla de “bloqueo legislativo inédito en democracia”, que más que una exageración es, directamente, una mentira interesada. Solo compáralo con la renovación del Consejo General de Poder Judicial, atascada hace cinco años, que encaja mejor en el concepto de “bloqueo legislativo inédito en democracia”. La Razón todavía está obsesionada con hacer títulos donde aparezcan juntos Carles Puigdemont y Pedro Sánchez porque cree que así perjudica al jefe del gobierno.

En el otro lado del ring están El País y La Vanguardia. El diario madrileño parece entre indignado y escandalizado porque el Partido Popular Europeo ya no esconde que, para conservar la presidencia de la Comisión y ganar la mayoría en el Europarlamento, pactará con la extrema derecha italiana porque parece menos extrema. El diario barcelonés escribe un título —típico suto cuando no quiere complicaciones— donde se habla con aparente incisividad de una banalidad o de una cosa ya conocida: “Sánchez y Feijóo se lanzan a otro tenso duelo electoral”. Caray. No lo sabía nadie. El diario monárquico también aprovecha que Felipe VI visitaba las jornadas del Cercle d'Economia —siempre acontecimientos a puerta cerrada y lejos de la calle— para publicar una foto del rey con gestualidad de estadista.

Al menos Ara añade en el pie de foto de portada que dos centenares de vecinos del Parc Güell protestaron por el desfile de Louis Vuitton porque “privatiza” y “turistifica” ese espacio, les causa incomodidades, etcétera. La Vanguardia, que también publica la imagen en portada, no dice nada de la protesta. Los mossos de escuadra pegaron a los manifestantes que querían cerrar el paso en tres vehículos de lujo que llevaban a los asistentes al desfile. Los vídeos colgados en las redes sociales (como este o este) provocan un cierto malestar y un poco de irritación por la violencia que emplean los agentes contra gente más bien mayor. Algunos mossos parecen muy alterados. Las imágenes hacen pensar si la gente tiene que poder enfadarse y demostrarlo en la calle sin que la policía los reciba cargando a garrotazos a la primera de cambio.

En fin. Sea como sea, ningún diario ha osado publicar en portada el contraste entre el glamur del desfile dentro del parque y la rabia de los vecinos en la calle. Era una oportunidad para volver a hablar del enfado que entre muchos ciudadanos levanta el hecho que Barcelona y otras ciudades y lugares parezcan más un escaparate para los visitantes que una ciudad para sus residentes, que se sienten expulsados o menospreciados. En las islas Canarias y también en las Baleares se han celebrado, no hace mucho, manifestaciones contra los excesos del modelo turístico actual. Esta del Parc Güell no era tan grande, ni mucho menos, pero quizás era significativa.

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