“En dos semanas tenemos la oportunidad de dar una respuesta clara”. Hace tiempo que el PP erige las elecciones europeas del 9 de junio en un referéndum directo sobre Pedro Sánchez. La ambición de los populares es evidenciar en las urnas una mayoría social contraria al Gobierno que cuestione el proyecto del PSOE y ponga en duda las alianzas con los independentistas que han exhibido los socialistas durante la legislatura. Lo volvió a repetir Alberto Núñez Feijóo desde la tribuna del Congreso el miércoles, menos de 48 horas antes del arranque oficial de la campaña. Una “respuesta clara” a “las tomaduras de pelo, a los engaños, a la desigualdad, a la corrupción, al fango y al muro”, espetó el líder del PP al presidente español.
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Este es el mantra del PP las últimas semanas. “Por fin, tendremos la palabra todos los españoles, la oportunidad de expresarnos sobre qué pasa en nuestro país y hacernos escuchar en Europa ante un Gobierno que censura y ataca masivamente el Estado de derecho”, decía Feijóo la semana pasada delante de los barones del PP. Una proclama que pone más presión a los populares y que, en función de los resultados, se les puede volver en contra. Y este lunes, en la presentación de las líneas básicas del programa electoral del PP, aprovechaba los comicios europeos para mirar a la Moncloa y presentarlos como la “antesala del cambio” en España. El mensaje es muy claro. Sin embargo, los populares no contaban con el efecto Milei, que acompaña un eco que permite al PSOE enmarcar estos comicios en paralelo a los del 23J y jugar la carta del plebiscito contra la extrema derecha. De momento, el PP se ha quedado en la equidistancia y ha equiparado el discurso del presidente argentino, que llamó “corrupta” a Begoña Gómez, con el de Pedro Sánchez. Una “escalada verbal” que “no conduce a ninguna parte”, esgrimía Feijóo.
Los populares articularán su campaña en cuatro ejes: el democrático, el social, el económico y el geo estratégico. En Génova, son conscientes que la ley de amnistía ya no tiene tanta tirada que hace unos menos y, por lo tanto, tienen que apostar, especialmente, por los problemas corrientes de la gente, por eso vehicularán muchos de sus actos en torno al eje social y económico. Sin embargo, tampoco olvidan que el jueves 30 de mayo, justo en medio de la campaña, la amnistía recibirá el sello definitivo. Será el día que el Congreso de los Diputados levante el veto que aprobó el Senado y, consiguientemente, envíe la ley al Boletín Oficial del Estado. Por lo tanto, la norma que debe acabar con la persecución contra el independentismo no puede quedar al margen de la campaña.
Aunque la campaña del PP no pivotará solo alrededor de esta cuestión, Dolors Montserrat apeló a ella en un acto el martes en Madrid, cuando denunció que la amnistía es un “ataque a la Unión Europea”. Así pues, será una campaña con un doble ingrediente: vender gestión para exhibir sus doce gobiernos autonómicos y evidenciar su oposición feroz a Pedro Sánchez y sus pactos con Junts y ERC: “Tenemos que demostrar que España está cansada de un gobierno rehén del independentismo, que no se preocupa de la mayoría de españoles”, proclamaba Feijóo en el Comité Ejecutivo Nacional.
El PP sale a la calle el tercer día de campaña en contra de la amnistía
De hecho, el primer gran acto de campaña que ha impulsado el PP es una nueva movilización en la Puerta de Alcalá el domingo 26 de mayo, el tercer día de la campaña. El objetivo es protestar “contra la amnistía, contra la política de bulos de Pedro Sánchez y contra la sospecha de corrupción sobre su gobierno, su partido y su entorno”, según explicó el portavoz del PP, Borja Sémper. Previamente, Alberto Núñez Feijóo había esgrimido la necesidad de “defender la democracia, la independencia judicial y la libertad de prensa” por “higiene democrática”.
Pescando en Ciudadanos
Estas elecciones son una nueva constatación de la permeabilidad entre el PP y Ciudadanos. De hecho, las dos formaciones estuvieron explorando durante tiempo una alianza que debía cristalizar en Cataluña y en Europa. Sin embargo, las discrepancias internas en Ciudadanos la imposibilitaron. Ahora bien, esto no ha impedido que la complicidad entre las cuadrigas de ambas formaciones haya llegado a cierto buen puerto. Eso ha llevado al exsecretario general de Ciudadanos, Adrián Vázquez, a ser el número 10 de la lista y a Susana Solís, eurodiputada de Cs, a ocupar el puesto 15. Ambos tienen garantizada su presencia en el futuro Parlamento Europeo. El tercer fichaje ha sido Eva Potpcheva, que también era eurodiputada naranja y figura en el número 23 de la lista, cosa que le permitirá conseguir el escaño solo en caso de muy buenos resultados del PP.
Y es que después de que las elecciones del 12-M dejaran un panorama catastrófico para los naranjas, desaparecidos del Parlament y superados por el PACMA, el PP ha aprovechado el desmembramiento de la formación liderada por Carlos Carrizosa en Catalunya para muscular sus listas. Aunque justo este jueves el CIS abría la puerta a que Ciudadanos se mantenga en la eurocámara, la realidad es que todo el resto de sondeos rebajan estas expectativas y alejan mucho la candidatura de Jordi Cañas de mantenerse en Bruselas.
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Dolors Montserrat, una “catalana hasta la médula” en guerra contra la inmersión
La candidata del PP en Europa es la catalana Dolors Montserrat, que repite una responsabilidad que ya asumió en 2019, cuando logró los peores resultados de la historia del PP en Europa. El perfil de Montserrat ha sido polémico en esta legislatura europea a causa de su cruzada contra la inmersión lingüística como presidenta de la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo. La eurodiputada de ERC, Diana Riba, denunció que había convertido el comité en una “cámara de eco de la derecha reaccionaria donde se debaten aquellos temas que les son rentables políticamente” y la eurodiputada Margrete Auken, de los Verdes, criticó en una entrevista con ElNacional.cat que Montserrat organizó una audiencia pública contra el modelo de inmersión lingüística que fue una “pérdida de tiempo y dinero para el Parlamento Europeo”. Todo esto llevó al Parlament de Catalunya, con los votos del PSC, ERC, Junts, la CUP y los comunes, a cargar contra el uso “partidista e irregular” que Montserrat ha hecho de la Comisión de Peticiones.
Previamente, fue ministra de Sanidad durante un año y medio con Mariano Rajoy. Además, justo poco antes de la moción de censura que llevó a Pedro Sánchez a la Moncloa fue reprobada por el Congreso por su inacción contra la violencia de género. Fue diputada en el Congreso entre 2008 y 2019 y, anteriormente, había sido concejal del ayuntamiento de Sant Sadurní d’Anoia entre 2003 y 2015. Además, es un perfil del agrado de Génova. Su nombre sonó durante semanas como posible cabeza de lista en las elecciones catalanas del 12-M, pero al final se impuso Alejandro Fernández. Eso sí, Feijóo quiso que siguiera de cerca los pasos del candidato y la situó como jefa de campaña. Cuando anunció que sería la número uno de la lista de las europeas, el presidente del PP hizo valer que esta elección muestra el “planteamiento y compromiso del PP con Catalunya” y acredita la “prioridad” de Catalunya para el PP. “Es catalana hasta la médula”, presumió, argumentando que es “triplemente catalana” porque aparte de llamarse Dolors, sus dos apellidos son Montserrat y Montserrat.
Las encuestas, optimistas para el PP
De momento, la demoscopia es favorable al PP. Pero la frustración e impotencia posteriores al 23 de julio recetan prudencia en Génova hasta que no se hayan cerrado las urnas. Además, los últimos movimientos políticos a escala estatal e internacional, marcados por el conflicto diplomático con Argentina, por las discrepancias al seno del Gobierno de coalición y por la investigación judicial a raíz de la querella contra Begoña Gómez, pueden generar movimientos sismográficos de difícil previsión. Sea como sea, de momento, los sondeos dan al PP entre 23 y 26 escaños, cosa que permitiría situar a los de Feijóo como la segunda federación que más parlamentarios aporta al Partido Popular Europeo, solo por detrás de Alemania. Superaría así a Polonia y a Rumanía. Y sería un crecimiento exponencial, dado que actualmente el PP tiene solo trece escaños. En el horizonte, está el récord de Abel Matutes: 28 eurodiputados (de 64) en 1994.