El exilio se reivindica. El candidato de Junts al Parlamento Europeo, Toni Comín, ha comparecido este viernes junto con Carles Puigdemont y el abogado Gonzalo Boye para defender el trabajo hecho por el exilio y el impacto que ha tenido en la aprobación de ley de amnistía. Puigdemont ha asegurado la "litigación estratégica" que ha llevado a cabo el exilio ha hecho que "el perímetro con que el Estado español puede actuar contra los disidentes políticos sea mucho más estrecho que en el 2017, en el que había barra libre." Boye ha ido todavía más allá y ha asegurado que "sin el exilio no habría hoy amnistía".
"La amnistía se gana en la medida en que el exilio es un éxito. Y es un éxito porque no nos hemos quedado sin defendidos", ha remachado el abogado, que ha relatado cómo el 29 de octubre del 2017, al asumir la defensa del exilio, establecieron unas bases de estrategia y como los políticos exiliados mantuvieron la posición. "Este no era el camino fácil, el camino fácil era otro. Si no hubieran estado dispuestos a persistir, la estrategia habría sido otra. No habríamos conseguido cerrar aquel círculo", ha relatado.
Entre otros avances, Boye ha recordado cómo cuando defendió a los exiliados ante el TJUE lo hizo identificándose como representantes de la "minoría nacional catalana", lo cual posteriormente dio pie a una sentencia en que el Tribunal de Luxemburgo concluía la existencia de lo que describió como un Grupo Objetivamente Identificable (GOI).
Confrontación inteligente
Ha advertido que la batalla no ha terminado y continuará después de la amnistía. En este sentido se ha referido al hecho de que el gobierno socialista tiene embargado el texto aprobado por el Congreso en lugar de remitirlo al jefe del Estado español para su firma y publicación, o al hecho de que los fiscales españoles hayan dedicado recursos públicos a elaborar un documento por rechazar una "no nata ley". "Eso es hacer el ridículo", ha reprochado, equiparando estas actuaciones con las que se produjeron en Alemania y Bélgica, cuando los respectivos tribunales decidieron no detener a Puigdemont, momento en que España empezó a perder este pulso.
También Puigdemont ha asegurado que esta estrategia de confrontación inteligente tiene que continuar. "Eso no se ha acabado, tiene que continuar, y tenemos más ganas, porque eso funciona. Por más tiempo que cueste, este es el camino que no dejaremos de recorrer", ha advertido el líder independentista que ha subrayado la mala transposición de directivas europeas que caracteriza en el Gobierno para señalar que "ha llegado el momento de litigar en este ámbito y hacerlo en primera división" desde el Govern de la Generalitat.
El exilio no buscaba atajos
"No vinimos al exilio a buscar atajos personales ni a arreglar situaciones personales, sino a utilizar nuestro caso en representación de un gobierno y un parlamento injustamente destituidos en la causa general de los catalanes", ha relatado. Eso puso en marcha esta "confrontación inteligente" que en aquel momento era como "escardar una pared que parecía de cemento armado". Según Puigdemont, esta vía requería entrar en terreno "desconocido", sin mapas, pero sabiendo que si hacían las cosas bien podrían salir adelante; innovando y desbrozando terreno en algunas litigaciones.
Ha abierto el acto Comín, que ha admitido que ninguno de los hitos conseguidos por el exilio habría sido posible sin Gonzalo Boye. Ha explicado como se pusieron en contacto con el abogado, desde la Catalunya Nord cuando decidieron marcharse al exilio, por medio de Jaume Asens, y como situaron como primera condición evitar la extradición. Ha relatado episodios como la victoria judicial a Bélgica y Alemania, que ha atribuido a la pericia penal y jurídica de Boye e Isabel Elbal. Evitar la extradición no era solo evitar que fueramos extraditados, sino demostrat que el Estado español no actuaba de manera homologable en el resto de Europa. Por lo tanto, no eran victorias personales, eran victorias políticas, colectivas", ha asegurado.