Elecciones del 12-M, manifestaciones contra la amnistía, aprobación definitiva de esta ley en el Congreso, conflictos diplomáticos con Argentina e Israel, cartas a la ciudadanía sobre dimisiones fake, citaciones judiciales a la esposa del presidente español y amenazas de mociones de censura después de las elecciones europeas. Son los distintos elementos que, en España, han condicionado la campaña de los comicios continentales que se celebran este domingo. Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo han aceptado convertir esta contienda electoral en un nuevo plebiscito entre los dos liderazgos. Con el lema 'tu voto es la respuesta' el PP confía en que una victoria de los populares el 9-J se traduzca en una enmienda ciudadana al gobierno de Pedro Sánchez y sus pactos con el independentismo. Mientras tanto, el PSOE ha maniobrado para introducir esta campaña electoral en el mismo marco que la del 23-J: un plebiscito contra la ultraderecha y un señalamiento constante a los pactos del PP con Vox. Y eso, mientras en Catalunya está todo abierto: el lunes, al día siguiente de las elecciones, se constituye el Parlament; y será la primera prueba de fuego de PSC, Junts y ERC para esbozar cuáles pueden ser en las próximas semanas las alianzas que invistan a un nuevo president de la Generalitat o se vierta el país a una repetición electoral. Todo, en una legislatura española completamente dependiendo de lo que pase en Catalunya.

Al fin y al cabo, Junts per Catalunya y Esquerra Republicana suman más escaños en el Parlament que PSC y Comuns juntos. El exconseller Toni Comín, el cabeza de lista de Junts en las elecciones europeas, advertía ahora hace poco más de una semana que si Sánchez quiere que prospere el acuerdo de Bruselas, el PSC tendría que facilitar la investidura de Carles Puigdemont como president de la Generalitat. Sus declaraciones llegaban unos días después del aviso de la líder del partido en Madrid, Míriam Nogueras, al presidente del Gobierno: "Su partido no tiene los votos para formar Govern y usted saca conclusiones de los resultados del 12-M que se le pueden girar en contra fácilmente". Incluso Carles Puigdemont señalaba en el cierre de campaña de este viernes que no es descartable que Sánchez convoque elecciones generales antes del retorno de los exiliados. Un retorno que depende directamente de la entrada en vigor de la amnistía y que el Gobierno ha aplazado para después del 9-J: la ley todavía no ha sido publicada en el BOE.

Queda claro que al día siguiente de las elecciones europeas, el foco se dirigirá nuevamente a Catalunya, porque lo que pase en el Parlament durante las próximas semanas sí que, a diferencia de los comicios europeos, puede mover las placas tectónicas del Congreso. En primer lugar, Esquerra Republicana ya ha desafiado el Tribunal Constitucional y ha asegurado que, con el fin de mantener intacta la aritmética en el hemiciclo, aceptará los votos de Carles Puigdemont, Lluís Puig y Ruben Wagensberg en la sesión constitutiva de la cámara. Eso tendría que allanar la configuración de una Mesa "antirrepresiva" como la que propone ERC. El TC había declarado el miércoles la nulidad de los acuerdos de la Mesa del Parlament que hasta entonces habilitaban un sistema para que Puig pudiera votar.

Las quinielas de las elecciones europeas

Pero la primera parada, antes de fijar la vista en el Parlament, son las urnas de las europeas de este domingo. Si se hace una media de las encuestas publicadas hasta este lunes (fecha límite en que se podían publicar barómetros), el PP ganaría las elecciones con 23 eurodiputados, por encima de los 20 que conseguiría el PSOE. La tercera fuerza política que los españoles enviarían a Bruselas sería Vox con 6 escaños por delante de Sumar con 4, Ahora Repúblicas (ERC+Bildu+BNG) con 3, Podemos con 2, y Junts, CEUS y los ultras de 'Se Acabó la Fiesta' con 1 cada uno. Eso implicaría que, aunque los populares ganarían las elecciones en España, en caso de conformarse un hipotético hemiciclo de solo eurodiputados españoles, formarían mayoría absoluta todos aquellos grupos que en el Congreso mantienen a estas alturas a Pedro Sánchez en pie en la Moncloa. Por otra parte, el CIS del socialista José Félix Tezanos insiste en colocar al PSOE como la primera fuerza de estas elecciones.

Pronósticos de cada partido

Para Feijóo, que ganó las elecciones generales del 23-J y ha reivindicado durante el último año su legitimidad de ser presidente del Gobierno, sería un porrazo importante incluso empatar con el PSOE en estos comicios. Una victoria por la mínima no sería tampoco un buen resultado, porque en Génova 13 insisten en que esta convocatoria electoral es una segunda vuelta del 23-J. Eso también explica por qué la candidata del PP en esta campaña, Dolors Montserrat, haya estado prácticamente desaparecida. Ha tenido una pizca más de protagonismo la socialista Teresa Ribera, aunque Sánchez era quien, por ejemplo, cerraba todos los actos de campaña en los que él participaba.

En el arranque de la carrera electoral, en un acto en Barcelona organizado por el Cercle d'Economia, Feijóo se abrió a pactar con Giorgia Meloni en el Parlamento Europeo, justificando que la presidenta italiana no le parece al líder del PP "homologable a otros partidos que se consideran de extrema derecha". El PSOE ha salido en tromba. En el acto final de campaña de los socialistas, celebrado en Fuenlabrada (Madrid), Sánchez reivindicaba que "no hay una ultraderecha buena y una mala"; sino "una ultraderecha mala y una derecha todavía peor que mala que pacta con la ultraderecha, como es el PP de Feijóo". El presidente del Gobierno también se ha encargado en el tramo final de la campaña a dividir el voto de la derecha publicitando la candidatura del comunicador ultra Alvise Pérez.

 

Arranque de la campaña: la carta de Sánchez y la victoria de Illa el 12-M

Por mucho que la campaña dure oficialmente 15 días, el arranque de esta carrera electoral se produjo al día siguiente de las elecciones catalanas, celebradas el 12 de mayo. Antes, sin embargo, hubo un prólogo. Pedro Sánchez publicaba a finales del mes de abril una carta en Twitter en la que fingía que se planteaba dimitir porque aseguraba que se sentía muy afectado por la apertura de diligencias a su esposa por un caso de presunto tráfico de influencias. Se ha terminado sabiendo que el presidente del Gobierno ya era consciente en aquel momento que Begoña Gómez tenía condición de investigada. Después de una performance que incluyó una reunión con Felipe VI en el último minuto, anunció en una comparecencia institucional que continuaba en el cargo y prometió medidas en regeneración democrática, que han quedado aplazadas hasta después de las europeas.

Sánchez, que en su misiva se mostraba como víctima de la "maquinaria del fango" de PP y Vox, sembraba así la semilla del marco mental que mantuvo al PSOE en la Moncloa después de las elecciones celebradas hace casi un año, el 23 de julio del 2023: un plebiscito contra la ultraderecha. No se puede saber cuál fue el impulso de la carta en la incontestable victoria del PSC en las elecciones catalanas del 12-M. En todo caso, el triunfo de Illa fue un gran empuje para el PSOE en estos comicios continentales, porque en esta campaña han presumido sin tapujos en sus actos de la ley de amnistía; y manifiestan que la victoria del PSC y la pérdida de la mayoría absoluta independentista en el Parlament el 12-M demuestran la utilidad de las medidas de la Moncloa para desinflamar el conflicto político entre Catalunya y España.

Después de la amnistía, Begoña Gómez

Incluso el PP considera que Sánchez tiene un punto de razón. Porque los populares han centrado buena parte de esta campaña en el 'caso Begoña'. Lo acreditan fuentes de la dirección de los populares, que aseguran que en Génova 13 están convencidos de que es más rentable atacar a Pedro Sánchez por el flanco de las investigaciones judiciales a su esposa que por la ley de amnistía. Una demostración de eso fue la manifestación que el partido de Alberto Núñez Feijóo convocó en Madrid cuatro días antes de que la amnistía fuera aprobada en el Congreso de forma definitiva: solo consiguió recoger a 20.000 participantes.

A pesar de eso, el PP ha estado durante los últimos meses amenazando de forma constante con llevar a Pedro Sánchez y Begoña Gómez a declarar en la comisión de investigación sobre el caso Koldo que hay en el Senado. Los populares tenían la excusa perfecta cuando el presidente del Gobierno compareció a petición propia en el Congreso de los Diputados para informar sobre el reconocimiento de Palestina como Estado e informar sobre el contenido de los últimos Consejos Europeos. Se comprometió a dar explicaciones sobre los negocios de su esposa, pero no acabó profundizando en ello. Sin embargo, el PP todavía no ha hecho efectiva esta amenaza, y Sánchez no ha ido a comparecer todavía a la cámara alta.

 

En cambio, en el laboratorio socialista consideran que el PP se está marcando goles en propia puerta cada vez que agita la bandera de Begoña Gómez. Según apuntan fuentes del Gobierno, Pedro Sánchez y su equipo están convencidos de que el 'caso Begoña' beneficia al PSOE. Tienen asumido que las maniobras "bastas" del juez Peinado pueden movilizar al votante socialista, y que, en todo caso, eso hará que votantes del PP opten por opciones ultras como Vox, positivo de cara a un plebiscito Sánchez-Feijóo. El caso es que el juez Juan Carlos Peinado entró al choque directo este jueves con Pedro Sánchez, cuando publicó una providencia contestando a la segunda carta publicada por el presidente del Gobierno. Defendía haber citado a declarar a su esposa porque en ninguna ley dice que hay que evitar influir en procesos electorales.

Conflictos diplomáticos con Argentina y con Israel

El otro elemento que marcó el inicio de la campaña fue el conflicto diplomático entre España y Argentina, después de que el presidente del país sudamericano, Javier Milei, participara en un acto de Vox en Madrid en el que acusó a Begoña Gómez de ser una "corrupta". El episodio ha acabado con la retirada de la embajadora española en Buenos Aires. Aquello permitió al PSOE situar la carrera electoral del 9-J en el mismo marco que el 23-J: un plebiscito contra la ultraderecha y alertar de la amenaza de la conjunción de PP y Vox. No ha sido el único aspecto en política exterior que ha marcado la campaña. El Gobierno ha reconocido al Estado palestino y ha elevado el choque con Israel: ha decidido intervenir en el procedimiento del Tribunal Internacional de Justicia en el que Sudáfrica acusa al país de Benjamin Netanyahu de un delito de genocidio.

La amenaza de la moción de censura después de las europeas

Y un episodio que también ha marcado la recta final de la campaña —y que ha vuelto a poner de manifiesto cómo triangulan las elecciones europeas con la legislatura española y su dependencia de la política catalana— ha sido una entrevista a Feijóo en Antena 3. El líder del PP se abrió a presentar una moción de censura contra Sánchez después de las europeas que necesitaría el apoyo de Vox y Junts per Catalunya.