El Centro de Investigaciones Sociológicas prevé que los estragos del independentismo en las municipales del 28-M volverán a aparecer en las elecciones generales del 23-J. El CIS ha publicado este miércoles un barómetro que reduce con creces la fuerza del independentismo en el Congreso de los Diputados al día siguiente de los próximos comicios españoles. Concretamente, calcula que Esquerra Republicana recibirá la mitad de los votos que consiguió en las generales del 10-N del 2019, y prevé una bajada de Junts per Catalunya, así como una posible desaparición de la CUP.
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El barómetro publicado este miércoles prevé que el 23-J Esquerra Republicana pasará del 3,6% de los votos obtenidos en 2019 al 1,6% de los votos. Eso se traduciría en pasar de los 13 diputados que ha tenido en esta última legislatura a una horquilla que se sitúa entre los 5 y los 7 escaños. Pasaría prácticamente lo mismo con Junts per Catalunya, que reduciría prácticamente a la mitad los apoyos obtenidos en 2019, que fue del 2,19%. Este 23-J, según el CIS, puede aspirar a llevarse solo el 1,1% de los votos. La CUP, incluso, podría quedarse sin representación parlamentaria. Después de una legislatura en la que Albert Botran y Mireia Vehí han ejercido de representación parlamentaria anticapitalista, el CIS cree ahora que como máximo podrán colocar a un diputado en el Congreso. Del 1,01% de los votos de hace cuatro años, la CUP pasaría a obtener solo el 0,6%.
El independentismo ya sufrió un fuerte batacazo en las elecciones municipales del 28-M. En el resto del estado español la participación creció, pero en Catalunya se registró una sacudida importante, bajando del 64,81% del 2019 a una participación claramente inferior: el 55,55%. Esquerra Republicana fue la principal fuerza perjudicada por la abstención (perdió casi 302.000 votos con respecto a las municipales del 2019, cayendo del 23,53% alcanzado entonces, al 17,31% de la última convocatoria electoral). También salió perjudicado Junts per Catalunya, aunque no tanto: recibió 4.500 votos menos. La CUP, sin embargo, llegó a perder hasta 43.000 votos respecto a las municipales de 2019.
Eso ha provocado que los líderes de los partidos independentistas hayan estado durante las últimas semanas suplicando que su electorado no se abstenga en las próximas elecciones. Por ejemplo, el líder de ERC en el Congreso de los Diputados, Gabriel Rufián, manifestaba que este 23-J hace falta luchar contra el "veneno" de la abstención. "Un país se puede permitir que sus partidos pierdan, pero no se puede permitir que se pierda la democracia", reflexionó el portavoz de los republicanos en Madrid, asegurando que en las próximas generales los "demócratas nos jugamos no solo los derechos civiles, sino también los derechos humanos".
Lo ejemplarizó con los pactos entre PP y Vox en el País Valencià y en las Islas Baleares, donde la derecha y la ultraderecha han pactado, entre otras cosas, una persecución del catalán. De la misma manera se expresó hace unos días Junts per Catalunya, que tachó de "tiro en la cabeza" la decisión de algunos independentistas de abstenerse en unas elecciones. "No es una opción. El sueño del nacionalismo español era hacer una reforma electoral para que tanto vascos como catalanes no tuviéramos ninguna capacidad de condicionar al Estado y, a la que puedan, lo harán. A la gente que defiende la abstención, lo que comportará es el objetivo que quiere el nacionalismo español", manifestó Toni Castellà, cabeza de lista de Junts en el Senado.