Mariano Rajoy es el gran referente de Alberto Núñez Feijóo. Y no solo porque son dos políticos originarios de Galicia que galopan por las grandes autopistas centralistas de la vida política madrileña. No solo porque aspiran a desbancar a un socialista de La Moncloa. Feijóo tiene el mismo encargo que Rajoy y, por eso, le copia los gestos. El último presidente español del PP rompió moldes en las elecciones estatales de 2011 empezando la campaña electoral en Catalunya. Nunca ningún presidenciable conservador había osado hacerlo antes desde la restauración de la democracia. Él lo hizo y le fue muy bien: 11 escaños de huella catalana imprescindibles para la última mayoría absoluta en las Cortes españolas.

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12 años más tarde, Feijóo ha recogido el guante y ha empezado la travesía electoral encomendándose a la suerte de Rajoy. La inspiración ha sido completa porque han coincidido en poner el punto en el mismo kilómetro cero: Castelldefels. La tercera ciudad del Baix Llobregat es el amuleto del PP en Catalunya por el efecto Manu Reyes, que ha sido el anfitrión. El alcalde del Baix Llobregat ha recuperado la vara de alcalde ocho años después y, con Xavier García Albiol, representa el máximo poder local del PP.

La "doble cara" del PSC

Rodeado de un mar de senyeres y banderas españolas, Núñez Feijóo ha concentrado mucha energía en desgastar "la doble cara" del PSC. "En Madrid son constitucionalistas y en Catalunya son aliados del independentismo", ha gritado el presidenciable del PP, recordando algunos pactos entre socialistas e independentistas catalanes después de las elecciones del 28 de mayo. El PP hurga en el papel de los socialistas, a quienes Feijóo ha recordado que dieron la alcaldía de Barcelona y Vitoria "a cambio de nada". En este sentido, ha lamentado que la respuesta de los socialistas catalanes hayan sido "los insultos". "Nosotros somos un partido de Estado y ellos, no".

Desgastar al PSC para desgastar a Pedro Sánchez, a quien ha acusado de instalarse en la "mentira". También por Carles Puigdemont, que esta mañana ha explicado que "personas del PSOE" le ofrecieron el indulto a cambio de pasar un tiempo en la prisión. "Entre juzgarlo e indultarlo ha devuelto otra vez la mentira sanchista", se ha quejado Feijóo, que ha recordado una vieja promesa de Sánchez del 2019: que traería de vuelta al expresidente catalán para que lo juzgaran. Sobre la derogación del delito de sedición y la suavización de la malversación, el líder del PP ha dicho que "es una cacicada en contra del pueblo y la igualdad de los ciudadanos".

Desde Castelldefels, Feijóo ha hecho un llamamiento a concentrar el voto hacia el Partido Popular y ha llamado a la puerta del votante de Vox para formar "un gobierno sólido": "Que su papeleta no se convierta en una victoria electoral que se acabe perdiendo por el camino". Por eso, ha dicho, "la única papeleta que garantiza el final del sanchismo es la del Partido Popular". Además, ha vuelto a recordar que no renunciará a "conseguir un gobierno solitario".

El recién llegado Martín Blanco

A Feijóo lo ha precedido el nuevo jefe de filas del PP en Barcelona, Nacho Martín Blanco, que se ha estrenado rodeado de las primeras espadas del partido en Catalunya, como el presidente Alejandro Fernández, la eurodiputada Dolors Montserrat o el concejal barcelonés Daniel Sirera. Martín Blanco se huele que su partido está ante "la oportunidad" de conseguir un "resultado histórico" en España, en Barcelona y en el conjunto de Catalunya. "Podemos ganar juntos para hacer un gobierno de todos y para todos", ha afirmado. El ex de Ciudadanos se ha propuesto "reforzar la interlocución entre la sociedad catalana y el Gobierno y "coser las relaciones sentimentales, históricas y culturales entre Catalunya y el resto del Estado". "Os llamo a votar masivamente por el cambio moderado y sensato", ha remachado Blanco.

El sueño de los 150 diputados

Feijóo cogió la convocatoria electoral por sorpresa con la moral por las nubes. No había para menos. En la sala de máquinas de Génova han interpretado que era un intento en la desesperada de Pedro Sánchez por salvar los muebles ante el traspié sideral de las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo. Gracias a aquel domingo de gloria, el PP ha teñido de azul buena parte de la geografía española, aunque para pintarlo ha tenido que buscar aliados a su derecha.

Todo hacía pensar que Feijóo haría lo imposible por alargar la conformación de gobiernos para después de las elecciones del 23 de julio. Y a las primeras de cambio, contra todo pronóstico, se ha abrazado a hacer gobiernos compartidos con el partido de Santiago Abascal. Por ahora, se sentarán al lado el uno del otro en el País Valencià y Extremadura, han firmado acuerdo para la investidura en las Islas Baleares y mantienen negociaciones por Murcia y Aragón.

En cualquier caso, Feijóo tiene asumido que, si le hace falta, tendrá que pactar con Abascal para echar a Pedro Sánchez, aunque sea en el Consejo de Ministros. Su sueño húmedo es garantizarse un gobierno en solitario a La Moncloa, sumando más que toda la izquierda junta para evitar la dependencia electoral con el ultraderecha. En el laboratorio del PP hacen números y sitúan la victoria limpia a los 150 escaños, que apuntan algunas encuestas privadas. La mayoría de estos estudios acercan a Feijóo i Abascal a los anhelados 176 diputados. El barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) sigue nadando a contracorriente y, aunque ha puesto Feijóo por delante de Sánchez, el PSOE y Sumar podrían sumar mayoría absoluta.

Así como Pedro Sánchez ha optado por mediatizar al máximo la precampaña concediendo entrevistas a diestro y siniestro, Feijóo mantiene el estilo de hacer actos sociales rodeado de gente. El acto central de su campaña será este domingo y será toda una tradición llena de buenos recuerdos para el gallego: mitin en la plaza de toros de Pontevedra ante 12.000 simpatizantes. Una tradición que con qué quiere rememorar las cuatro mayorías absolutas que consiguió en Galicia.