Los diarios del Trío de la Bencina y alguno más no parecen bien dispuestos a aceptar el alud de realidad que las elecciones generales 2023 les han vertido encima, como una riada imprevista, y de la que no habían informado a sus lectores, que ahora van empapados y perdidos sin saber de dónde sale tanta agua. Las portadas de este martes, sin embargo, mantienen las narrativas y actitudes que hemos conocido hasta ahora, ignorando el elefante en la sala. Se pueden resumir en tres líneas. Una es retratar a Pedro Sánchez como un oportunista autoritario que, para mantener el poder, es capaz de pactar con comunistas, terroristas, separatistas. La otra es una derivada: el gobierno que salga es ilegítimo —por muy legal que sea— porque es el grupo de la anti-España. La tercera: Puigdemont, a prisión.
Es interesante ver cómo se reubican los diarios después de que las urnas hayan demostrado que muchos españoles no son el grupo de salvajes vengativos que retrata la mayoría de medios de comunicación madrileños, de los que ya queda confirmado que la intención no es tanto explicar y comentar la realidad a los ciudadanos, sino modelarla y amoldarlos en la versión en blanco y negro del país que explican. Incluidas las encuestas. Belén Barreiro, fundadora de la agencia de demoscopia 40dB, en una entrevista en El País de este martes, dice: "Las encuestas tienen que informar, no intentar influir en la opinión pública". Así le pega al periodismo: sirve para informar a los ciudadanos, no para configurarlos con la línea editorial o los intereses y manías de los editores, de los periodistas, del kommentariat, del tertulianato.
No perdamos tiempo. Compara cómo titulan ABC y El País la negativa del PNV a sumar sus escaños al bloque de la investidura de Alberto Núñez Feijóo. En el tabloide monárquico, el título dice "Feijóo reivindica la victoria y pide gobernar". El subtítulo arranca así: "El PNV lo torna imposible al descartar la negociación...". Das una esperanza y acto seguido expones el dato que la niega físicamente. ¿Qué importancia tiene titular que Feijóo "reivindica la victoria"? Tiene y mucha. Es instalar en la opinión pública que es justo y lógico que gobierne el partido más votado y desacreditar el principio elemental de la democracia parlamentaria que lo niega: hace gobierno quien puede construir una mayoría en el parlamento. Punto. Vencer en las elecciones no es decisivo ni otorga ningún derecho.
Este principio no lo invalida el hecho de que, hasta ahora, en España, ha coincidido que siempre es el partido más votado quien sale adelante. En Catalunya no, como sabemos por el Govern tripartito del 2003 por las dos últimas composiciones del Ayuntamiento de Barcelona —entre otras villas—, donde el candidato de la lista más votada ha sido derrotado porque otro ha reunido una coalición de concejales alternativa y más numerosa. El País, en cambio, explica el hecho ("El PNV cierra la puerta al intento de investidura de Feijóo") sin valoraciones ni acomodarlo a sus preferencias. Si nos ponemos exquisitos, se deja llevar un poco al utilizar "cierra la puerta" en lugar de "se niega" o parecido ("Portazo del PNV..." titularíamos algunos digitales para llamar la atención).
Igual hace El Mundo para explicar que Sánchez quiere hablar con Puigdemont para amigarse los votos de Junts. El tabloide ultra lo presenta con error gramatical incluido: "Sánchez dispuesto a negociar un 'precio' con Puigdemont", como queriendo decir que, para conservar la presidencia del Gobierno, el candidato socialista está decidido a "vender"… España, claro. "Precio" es el valor por el que se hace un intercambio comercial, una transacción económica. No se predica legítimamente de un acuerdo político más que por analogía y una que hace daño, que es lo que pretende El Mundo: dejar a Sánchez como un traidor. Ahora fíjate cómo lo explica La Vanguardia: "Sánchez y Puigdemont, dispuestos a dialogar para la investidura". El diario de los Godó no es un gran fan del presidente exiliado —más bien al contrario, nunca lo esconde— pero retrata la realidad por mucho que le disguste la situación y deteste al protagonista. Cabe decir que también es un diario que saliva con conceptos como "diálogo", "moderación", "concordia", etc. No hace ningún daño. Es su línea. El Periódico, sin embargo, que también tiene a Puigdemont atravesado, ya ha publicado dos portadas sin decir nada de la posición decisiva de Junts para poner y sacar gobierno ni mencionar Puigdemont. En fin. Life comas at you fausto, que dicen a los Estados Unidos. Ya se lo encontrarán.
Una última comparación. El Punt Avui y el Ahora abren con la petición de la fiscalía del Tribunal Supremo español al Magistrado Pablo Llarena de reactivar las órdenes de detención europeas contra los Carles Puigdemont y Toni Comín. Un golpe patente que los resultados electorales hacen del presidente exiliado el interlocutor decisivo para investir a Pedro Sánchez, la fiscalía no ha tardado ni 24 horas en apremiar un trámite que ya hace tres semanas que se arrastra. El diario de Girona remarca la contradicción entre la necesidad política y la repentina represión judicial ("Sánchez lo necesita, la fiscalía lo quiere cazar"), que retrata las penas y trabajos del Estado español con la disidencia. Pinta las dos Españas, si quieres. El Ahora hace lo mismo, pero con una redacción del título menos combativa, menos visceral. Una demostración bonita que la línea editorial no te obliga a engañar ni a modelar la realidad para que encaje.