El PSC ha ganado las elecciones en Catalunya de manera clara, sí, con 19 escaños, más de 1.200.000 votos y 12 escaños más que la segunda fuerza, Esquerra, que ha obtenido 7. Pero la noche se cierra sin que en la sede de Pallars nadie tenga claro si la victoria es motivo de alegría o no, si será suficiente para salvar el gobierno de Pedro Sánchez en la Moncloa, que queda pendiente de las negociaciones y, sobre todo, de los 7 escaños de Junts. A pesar de la elevada abstención catalana y la caída de los partidos independentistas, el futuro de Pedro Sánchez vuelve a estar en sus manos.

Bien entrada la medianoche, después de esperar que primero Pedro Sánchez hablara en Madrid, la presidenta del Congreso y vicesecretaria primera del PSC, Meritxell Batet, comparecía con una euforia un tanto sobreactuada, entre los gritos de "¡Catalunya, socialista!" de un par de decenas de militantes. "¡Catalunya ha sido clave para frenar la derecha!", ha exclamado Batet, que a pesar de que Vox y PP sumen más escaños que PSOE y Sumar, tenía claro que España "ha dicho sí al progreso, a la justicia social, un sí a Pedro Sánchez". "Hemos aumentado además el diferencial con el PP", ha añadido.

Listas electorales en las generales 2023 Catalunya
 

El primer secretario del PSC, Salvador Illa, con tono más reposado, ha argumentado después los motivos por los que creen que Sánchez ha ganado pese a haber perdido (clásico de las lecturas postelectorales), resumiéndolo en tres ideas que no podían en cualquier caso aplacar la matemática: "Primero, los españoles han dicho no a un gobierno del PP y Vox. Segundo, han dicho sí a una España plural y diversa. Y tercero, el liderazgo de esta España diversa corresponde a Pedro Sánchez", ha sentenciado Illa, que no ha hecho ninguna referencia a los posibles pactos necesarios para el PSOE ni a la derrota del independentismo.

"Nos daban por muertos y hay partido"

Sí que han sido algo más concretas las fuentes socialistas durante la espera a la comparecencia de Sánchez, que, como dictan los protocolos, tenía que ser previa a la de Pallars. Voces de la cúpula del partido celebraban que "hay partido y hay política". "Nos daban por muertos y estamos muy vivos", decían las mismas voces que, en cambio, echaban pelotas fuera cuando se les preguntaba por cómo convencerían a Junts, el partido que puede tener la clave de la gobernabilidad y que más caro ha puesto su apoyo o abstención a un gobierno socialista. "El problema lo tiene el PP, son ellos quienes tienen que ver cómo construyen una mayoría alternativa. Nosotros estamos en el gobierno", decían los socialistas.

Meritxell Batet, antes de comparecer celebrando la victoria del PSC. Fotografia: Eva Parey

Como si la calculadora y el pactómetro no estuvieran ya en las mesas del partido, las voces socialistas se limitaban a invitar a "todos los que se quieran sumar" al gobierno progresista, "y los que no lo hagan tendrán que decir por qué", cediendo la iniciativa y la presión al tejado de los nacionalistas. Que muevan ficha ellos, parecía ser la consigna, y aprovechaban para atacar al independentismo entre mensaje y mensaje. "Es la decadencia de un proyecto político", decían los socialistas, que apuntaban a que "o se normalizan ellos o los acaba normalizando el electorado". "Si un partido solo se dedica a bloquear, los electores le acaban retirando el apoyo", añadían, para acabar definiéndolos como "partidos secundarios que viven de las rentas" y que "están perdiendo todo el poder institucional", en alusión a las últimas elecciones municipales.

Sin casi militantes ni movimiento durante la tarde de los principales representantes del PSC, solo se han expresado las discretísimas llegadas del primer secretario Salvador Illa, la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, y la ministra de Transportes, Agenda Urbana y Movilidad, Raquel Sánchez, que se han limitado a agradecer el trabajo a los trabajadores públicos y pedir la participación de última hora. El resto de la noche ha sido dominado por un silencio tenso en la sede, donde los periodistas todavía esperaban sobre las once y media las primeras declaraciones de los líderes del partido. Un silencio y un perfil bajo que solo se han roto durante unos minutos bien entrada la madrugada.

El primer secretario del PSC, Salvador Illa, a su llegada a la sede de Pallars

La victoria catalana del PSC solo cogerá su signo, positivo o insuficiente, cuando se cierren las negociaciones para el nuevo Gobierno, si es que se cierran y no se repiten elecciones. Hacía quince años, desde el 2008, que el PSC no ganaba unas generales Catalunya. Entonces lo hizo de manera todavía más abrumadora, con más de 1,6 millones de votos, un 45,39%, y 25 escaños que impulsaron a José Luis Rodríguez Zapatero a un gobierno en solitario.

Después, la irrupción de los comunes y el crecimiento de Esquerra el año 2015 relegaron a los socialistas a tercera fuerza en Catalunya, y tocó fondo el año 2016 con solo 7 diputados y medio millón de votos. La recuperación se empezó a fraguar en Catalunya en las generales de 2019, pero Esquerra seguía liderando hasta que en las autonómicas Salvador Illa desbancó a Aragonès en votos con un empate a escaños que Junts desempató con el actual ejecutivo de la Generalitat. Las municipales adelantaron el declive independentista que, de la mano de la elevada abstención, han devuelto la sonrisa a los socialistas catalanes. O al menos media sonrisa, a la espera de que el pactómetro dibuje la otra mitad.