No da la impresión de que la inyección de dopamina por parte del CIS de este jueves pueda revertir el desánimo en que se ha quedado atascado el PSOE en los últimos días. Para los socialistas, ha habido dos momentos clave en esta campaña de las elecciones generales del 23-J: la entrevista en El Hormiguero de Pedro Sánchez y el cara a cara con Alberto Núñez Feijóo de este lunes. Son dos momentos que se alinean con uno de los pilares fundamentales de la estrategia electoral del presidente del Gobierno —la sustitución de los mítines por las televisiones—, pero que han acabado con resultados diferentes. El primero trasladó la sensación de remontada, pero el segundo ha tirado por el suelo los ánimos de los socialistas. En el ecuador de la campaña, Pedro Sánchez ha vuelto a la casilla de salida.

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La victoria abrumadora del PP en las elecciones municipales y autonómicas del 28-M no se debió tanto a un fracaso electoral del PSOE, y sí a la debilidad y fragmentación del espacio situado a la izquierda de los socialistas, que ahora ha conseguido fortalecer Yolanda Díaz. Eso, sin embargo, no evitó que se cuestionara el liderazgo de Pedro Sánchez que, al fin y al cabo, fue derrotado por Alberto Núñez Feijóo. Al día siguiente de aquellos comicios, el presidente del Gobierno hizo la única jugada que, en caso de tener buenas cartas, le podía garantizar estar unos años más en la Moncloa. Convocó unas elecciones anticipadas, articuló su discurso a través del miedo por la llegada al Gobierno de la extrema derecha, y equiparó el matrimonio Feijóo-Abascal con Donald Trump.

Los vientos todavía soplaban en contra. El presidente del Gobierno creó una hoja de ruta que implicaba entrevistarse con periodistas de emisoras de radio y programas de televisión situados a las antípodas de Ferraz. La mejor batalla la libró, precisamente, en uno de los programas de más audiencia de España: El Hormiguero. Sánchez clavó el tono, fue persuasivo, se mostró próximo y le ganó el pulso a Pablo Motos, un presentador que forma parte —en palabras del mismo presidente socialista— de la "derecha mediática" española.

Todo indicaba que el electorado se animaba, y la sensación de remontada se consolidó en otro embate en el programa de Ana Rosa Quintana de Telecinco, el terreno hostil por excelencia de Sánchez en el mapa televisivo. En otras coordenadas mediáticas, el oponente daba pasos en falso. Alberto Núñez Feijóo llegó a tachar de "divorcio duro" el maltrato psicológico que Carlos Flores, candidato valenciano de Vox, ejerció contra su expareja; en un intento por justificar los pactos del PP con la extrema derecha posteriores al 28-M.

El porrazo llegó el lunes. Un cara a cara entre Sánchez y Feijóo con quinielas muy favorables al presidente del Gobierno. Es cierto que el líder popular boicoteó el debate acosando a su adversario a través de argumentos falaces. Pero Sánchez no se supo defender; no se preparó correctamente este enfrentamiento dialéctico. Y aquello que tenía que ser un baño del socialista —siempre que había habido un cara a cara en el Senado entre los dos, Sánchez había casi humillado a Feijóo— se convirtió en una victoria incontestable del popular.

Las encuestas

El PSOE no ha levantado la cabeza desde entonces. En las primeras horas, los socialistas han pataleado y se han quejado de las "mentiras" de Feijóo. Además de señalar, incluso, a los moderadores del cara a cara quejándose del formato del debate. Las encuestas, además, no ayudan. Solo hay un barómetro que parece que actúa como los sastres en el cuento del traje nuevo del emperador, y hace creer que el PSOE ganará las elecciones generales del 23-J: el CIS del socialista José Félix Tezanos.

Nada más lejos que la realidad, al menos por lo que señalan todos los otros barómetros. El resto de encuestas sitúan claramente al PP como ganador de las elecciones. Pero hay una duda que siempre se mantiene presente: ¿conseguirá Alberto Núñez Feijóo sumar lo suficiente con Vox para conseguir la mayoría absoluta que lo invista como nuevo presidente del Gobierno?

Asistentes al primer acto de campaña del PSOE para el 23-J, en Madrid, agitando banderitas del partido / Foto: EFE

La estrategia

Lo más sorprendente es que después de un cara a cara que ha decapitado las esperanzas de remontada del PSOE, el partido no busque un nuevo golpe de efecto para revertir la situación. La estrategia sigue siendo exactamente la misma. Así lo indican fuentes de la Moncloa en privado y lo reitera el mismo Pedro Sánchez en público. La hoja de ruta se mantiene intacta: Feijóo es Trump, Vox da miedo, el PSOE y Sumar son la democracia, y Sánchez paseándose por los platós de televisión y los estudios radiofónicos.

Se prevé, por ejemplo, que la semana que viene pase por los micrófonos de RNE, sea entrevistado por Júlia Otero en Onda Cero y por Susana Griso en Antena 3. Y ya quedarán solo horas para que se abran los colegios electorales y los españoles tengan que llenar las urnas con votos. Habrá que ver si el laboratorio de Pedro Sánchez guarda un as en la manga capaz de hacer tambalear el tablero político del 23-J.