La palabra 'coalición' ya aparecía en los diccionarios de los gobiernos autonómicos desde hacía años, pero no fue hasta el 2020 que la palabra se introdujo en la Moncloa. El gran legado que dejó el 15-M fue la consolidación de un espacio situado a la izquierda del PSOE, la consecuente fragmentación del Congreso de los Diputados, y la necesidad de los socialistas de tener que compartir el Gobierno con Podemos. Si hay una razón por la que seguro que el gobierno de Pedro Sánchez marca un antes y un después es por haber sido el primer gobierno de coalición en España. Algunos se referirán a él como "el más progresista de la historia", y otros como "Frankenstein".

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Todo indica, además, que si después del 23-J Alberto Núñez Feijóo no es capaz de sumar los apoyos suficientes con Vox para ser investido presidente del Gobierno, se repetirá un nuevo gobierno de coalición capitaneado por Sánchez y con Yolanda Díaz como vicepresidenta. La palabra coalición, parece, pues, que al menos en el espacio de la izquierda española ha llegado para quedarse. Ahora bien, por mucho que esta alianza haya permitido la aprobación de varias leyes progresistas, los morados no han acercado a los socialistas, en ningún caso, a la celebración de un referéndum de autodeterminación en Catalunya, por mucho que Podemos siempre haya hecho bandera de ello. Sus opositores ya lo han acabado aceptando, pero en un principio se refirieron al ejecutivo de Sánchez como "gobierno Frankenstein" en una manera de deslegitimar la necesidad de Sánchez de tener que ir de la mano con Podemos y tener que buscar apoyos del independentismo catalán y vasco. Ha sido una coalición que, sin duda, ha puesto a prueba la salud democrática de España.

Antes de la presidencia de Pedro Sánchez

La entrada de Podemos en el tablero de la política española y la llegada de Pedro Sánchez al frente del PSOE coinciden en el tiempo. Así como la crisis económica explica la desafección política de los jóvenes convertida en 15-M, también explica la derrota de José Luis Rodríguez Zapatero en las urnas el 2011, cosa que acabó tres años después con Pedro Sánchez al timón del PSOE.

Los primeros combates electorales de Sánchez, además, no fueron muy bien. En las elecciones generales de 2015 y las repetidas de 2016 obtuvo 90 y 85 diputados, respectivamente. Y en estas segundas se llegó incluso a hablar de un posible sorpasso por parte de Podemos al PSOE, cosa que finalmente no se acabó produciendo nunca.

Una vez en la Moncloa: de Pablo Iglesias a Yolanda Díaz

No fue hasta 2018 que a Pedro Sánchez se le hizo entrega de las llaves de la Moncloa, después de ganar una moción de censura contra Mariano Rajoy, y la ocupó solo con ministros de su partido o independientes. Ante la imposibilidad de aprobar unos presupuestos generales, el socialista se vio obligado a convocar unas elecciones generales en 2019 y, después de una repetición electoral, fue entonces cuando la coalición con Podemos se hizo una realidad.

Hablando de coincidencias en el tiempo, la entrada de Podemos en el Gobierno confluye con su debilitación como partido. El PSOE, como ha ostentado la presidencia estos últimos años, se ha fortalecido ante los morados. Y, además, Pablo Iglesias se suicidó políticamente cuando en 2021 decidió abandonar la vicepresidencia española para presentarse a las elecciones autonómicas de la Comunidad de Madrid y vencer a Isabel Díaz Ayuso. Fracasó estrepitosamente y su labor política actual ha quedado relegada a ser tertuliano.

Ha sido víctima, además, de un parricidio político. Cuando abandonó el Gobierno escogió a dedo a Yolanda Díaz como su sucesora a la vicepresidencia. Y en los últimos meses ella misma ha creado el partido Sumar, que ha tenido como objetivo aniquilar a Podemos, absorberlo dentro de su marca y, para asegurarse de que acababa con todo, decapitar la cara más conocida de los morados: Irene Montero, que para más inri es la pareja de Pablo Iglesias.

 

Mala salud de hierro

Pero la coalición de PSOE y Podemos no solo ha dejado tragedias griegas en la Moncloa. Ha sido una alianza de izquierdas que ha aportado, con todas sus imperfecciones, avances sociales que eran de esperar: aumento del salario mínimo, ingreso mínimo vital, reforma laboral, una ley de vivienda, la ley trans, la ley del "solo sí es sí", bienestar animal, revalorización de las pensiones, memoria democrática, etcétera.

Eso, sin embargo, se ha acabado traduciendo en crisis internas y conflictos entre PSOE y Podemos del todo inacabables. Ni las diferencias en algunas leyes, ni la pandemia ni la guerra de Ucrania han provocado la expulsión de Podemos del ejecutivo, pero se han vivido momentos de alta tensión entre las dos partes. De hecho, la promoción de Yolanda Díaz al frente del espacio situado a la izquierda del PSOE ha sido pilotada por el mismo Pedro Sánchez, con la esperanza de que un gobierno con Sumar sería más cómodo que con Podemos.

El presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. Europa Press
Imagen de archivo de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz en el Congreso de los Diputados / Foto: Europa Press

La dependencia de Sánchez con el independentismo

Hay que tener en cuenta, además, que en esta última legislatura la suma de los diputados de PSOE y Podemos era insuficiente para sacar adelante leyes en el Congreso, cosa que ha provocado que Esquerra Republicana y Bildu se convirtieran en socios habituales del ejecutivo. Eso ha hecho que ERC haya conseguido, por ejemplo, que Pedro Sánchez indultara a los presos políticos, pero la mesa de diálogo ha acabado del todo descafeinada y no ha conseguido demostrar ninguna utilidad para resolver el conflicto político entre Catalunya y España.

La relación de necesidad de Pedro Sánchez con el independentismo es lo que más lo castigará en las urnas el 23-J. El electorado español considera que el presidente del Gobierno sufre una grave crisis de credibilidad, cosa que ya le hizo perder las elecciones municipales y autonómicas del 28-M y que también ha tensado su relación con los barones del PSOE.

De hecho, Podemos no ha tenido bastante influencia para imponer al PSOE un referéndum de autodeterminación para Catalunya, por mucho que los comunes y el mismo Pedro Sánchez siempre hayan defendido esta consulta para resolver el conflicto. Es más: Yolanda Díaz ha españolizado más su postura sobre Catalunya y ha aniquilado la propuesta de referéndum, reduciendo la solución a un retorno al Estatut. Y el PSOE, por su parte, ha eliminado la mesa de diálogo de su programa electoral para las elecciones generales del 23-J.