El Partido Popular llega a las elecciones municipales 2023 con el objetivo de allanar el camino hacia La Moncloa. Un objetivo que empieza en el País Valencià, el campo de pruebas de las elecciones generales: el escenario de la verdadera pugna entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. Los populares pretenden arrebatar el Consell a los socialistas y, para hacerlo, necesitarán la fuerza de los municipios. Aunque las encuestas prevén la reedición del pacto del Botànic, el camino de la difícil remontada empieza en Alacant, el muro del PP contra Ximo Puig.
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Son muy pocas las encuestas que hablan de la capital de provincia, pero el ABC y El Español han recogido sondeos que lo dejan claro: la victoria del PP en Alacant parece innegociable. El actual alcalde, Luis Barcala, sumará una nueva legislatura al frente del consistorio de la segunda ciudad del País Valencià (con más de 300.000 habitantes) y la única duda es si conseguirá la mayoría absoluta o si se quedará a las puertas — obligado a pactar con Vox. La intención es evitar una coalición de gobierno con la extrema derecha, con quien ha hecho acuerdos puntuales hasta ahora. El socio real al ejecutivo era Ciudadanos, pero los liberales ya no entran en la ecuación: lo más probable es que pierdan todo tipo de representación en el ayuntamiento. Su desaparición acerca los populares a la mayoría absoluta.
El PSPV, pocas posibilidades en Alacant
Para el PSPV, pintan bastos. Su candidata es quien fue consellera de Sanitat durante la pandemia de la covid-19, Ana Barceló, avalada por Puig y con la tarea de asaltar un ayuntamiento tradicionalmente del PP. Desgraciadamente, nada indica que Barceló pueda acceder al poder... y más si tenemos en cuenta que necesitará el apoyo de las otras fuerzas de izquierdas: Compromís y Unidas Podemos. Si bien los socialistas fueron al alza en las últimas elecciones, las otras dos formaciones perdieron concejales. Los primeros se quedarán ahora con dos, pero los segundos probablemente seguirán el camino de Ciudadanos y desaparecerán.
Una brizna de esperanza: los socialistas ya accedieron a la alcaldía el año 2015. Lo hicieron de la mano de Gabriel Echévarri, que tomó el control del feudo popular con la ayuda de los socios de izquierdas. Su procesamiento por fraccionamiento de contratos lo hizo dimitir el año 2018 y una tránsfuga de Podemos evitó la continuidad del PSPV al frente del gobierno municipal, cosa que dejó vía libre a Barcala para ser alcalde por primera vez — revalidando la condición el año 2019. Sin embargo, el espíritu del 2015 es el que inspira a Barceló para romper el muro popular en Alicante y facilitar las cosas a Puig en las elecciones autonómicas. Por su parte, el actual alcalde está tranquilo: allanará el camino de Carlos Mazón hacia el Consell — y, de rebote, el de Feijóo hacia La Moncloa.