¿La candidatura de Gabriel Rufián a las elecciones municipales de Santa Coloma de Gramenet es un regreso a los orígenes? ¿O es un paracaidista enviado por Esquerra Republicana en el marco de una estratégica política? El jefe de filas de los republicanos en Madrid lo tiene muy claro. La segunda, "evidentemente que no". La primera, tampoco, porque "regresar significa haberse ido". Sus contrincantes, en cambio, intentan sembrar la sombra de la sospecha, del cuestionamiento. Empezando por la alcaldesa Núria Parlon, que ha bajado al barro de la confrontación directa con Rufián. Lo único que está claro que es un activo de ERC, que genera tantos adeptos como enemigos y que la apuesta va mucho más allá de Santaco. Es "el candidato del área metropolitana", como lo describen en la sala de máquinas de Calàbria.
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Ante quienes le reprochan que "no es de Santa Coloma" —se mudó a Badalona joven—, Gabriel Rufián reivindica su arraigo. Desde el "piso de 50 metros cuadrados con aluminosis en el barrio de Fondo" hasta "dejarse las rodillas en el campo de la Grama o caminar entre jeringas llenas de heroína y sangre". E interpela a todos los vecinos de la ciudad, no solo los independentistas, como hizo en la presentación como alcaldable: "Hay gente que no se emociona con una estelada, que no se sabe Els Segadors o que no habla en catalán. Pero son tan nuestros como nosotros".
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Pero la apuesta de Gabriel Rufián va más allá de Santa Coloma. Lo demuestra su agenda. No solo es que el acto central de los republicanos a nivel nacional se celebrará en Santaco, con el president Pere Aragonès, Oriol Junqueras y todo el partido y el Govern. La misma agenda de Rufián en estos primeros compases de la campaña lo corrobora. Este jueves arrancó la campaña en el Born con Ernest Maragall, a quien el viernes acompañó en Nou Barris. Este sábado es el turno de l'Hospitalet de Llobregat, donde compartirá escenario con Junqueras. En estas dos semanas también pisará Granollers, Cerdanyola, Mollet y Badalona. Una agenda que ha sido muy complicada de cuadrar, porque la actividad en el Congreso de los Diputados sigue con un pleno la semana que viene.
Desde el equipo de campaña aseguran que el objetivo es seguir desdibujando el "cinturón rojo" que rodea la capital de Catalunya, después de que en 2019 se convirtieran en la segunda fuerza del área metropolitana. Un punto del país clave para los republicanos, con un peso determinante en instituciones como la Diputación de Barcelona. En declaraciones en ElNacional.cat, el mismo Gabriel Rufián reconoce que es un punto estratégico: "Guste más o guste menos, si queremos que nuestro país sea independiente, el área metropolitana tiene que estar. Si no, no haremos nada". Y el candidato republicano, con "respeto" por el trabajo hecho por las secciones locales, pone la cara: "Si humildemente, con mi nombre y mi trabajo en Madrid, puedo ayudar en este objetivo, aquí estoy". Pero también recuerda que Oriol Junqueras es de Sant Vicenç dels Horts y Joan Tardà de Cornellà.
"Incomodar" en Santa Coloma
Lo que también es cierto es que, con la irrupción de Gabriel Rufián, la batalla municipal de Santa Coloma de Gramenet ha ganado foco político y mediático que no tenía ahora hace cuatro años. Y la misma alcaldesa del PSC, Núria Parlon, ha bajado al barro para polarizar con el republicano. Ha sido la primera a acusarle de "paracaidista". En una entrevista en EFE esta semana aseguraba que "le irá bien conocer la realidad más allá de la moqueta de Madrid". Se las han tenido en Twitter, pero no ha aceptado el debate que le reclama Rufián desde hace días.
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Sea como fuere, también los resultados son los que son. Hace cuatro años, los republicanos consiguieron entrar en el Ayuntamiento con tres concejales. Pero la socialista Núria Parlon alcanzó la mayoría absoluta con 17 de los 27 ediles del consistorio. Un feudo que el PSC ha gobernado desde 1991, cuando tomaron el relevo al PSUC. En este contexto, las perspectivas de los republicanos son las que son. Rufián no quiere ser grandilocuente con las expectativas: "La idea es poder incomodar y competir con un partido, el PSOE, que gobierna desde hace décadas. Cualquier demócrata puede llegar a entender que es tóxico que un partido gobierne desde hace 32 años".