El reto de la CUP en las elecciones municipales de Barcelona probablemente sea faraónico: recuperar la representación en el Ayuntamiento perdida hace cuatro años. Y por eso hace meses que trabajan, desde septiembre que presentaron a la cabeza de lista Basha Changue (Barcelona, 1984), que ya hace de diputada en el Parlamento. ¿El reclamo electoral? Que son la única fuerza " netamente independentista y anticapitalista" ante las "renuncias" del resto de candidatos. Pero en esta entrevista con ElNacional.cat también aborda muchos otros conflictos, desde la pugna por el derecho a la vivienda hasta el racismo institucional. Y también la necesidad de revisar la memoria colonial catalana para "no copiar las formas del Estado español".

Foto: Montse Giralt

¿Por qué la CUP tiene que volver a Barcelona?
Porque ya hemos visto lo que pasa cuando no estamos. Lo que hemos detectado, sobre todo en la última legislatura, es un viraje a la derecha de todas las políticas del pleno municipal con esta presencia del PSC, liderando políticas de seguridad y de promoción económica, dejándose el socialismo por el camino. Y, por lo tanto, para frenar esta manía es importante que haya una fuerza en el pleno netamente anticapitalista e independentista.

Hace cuatro años perdieron la representación. ¿Se ha hecho un análisis de lo que falló?
Sí, evidentemente, y lo primero es la autocrítica. Por una parte a nivel interno y por otra parte análisis de contexto. En este caso, en esta campaña, anunciamos la candidatura mucho antes que la anterior vez, y sobre todo durante los meses previos nos hemos dedicado mucho a fortalecer aquellas relaciones con los movimientos sociales y con los tejidos vecinales, de los que nosotros también formamos parte. De aquí el sentido de la campaña: la Barcelona que lucha, poniendo el cuerpo para garantizar derechos.

Si tienen influencia, ¿como la utilizarán?
Para anteponer los intereses y las necesidades de las vecinas a los intereses de los lobbies de la ciudad, que es quien está gobernando. Vemos que tanto el Consorcio de Turismo, como Barcelona Global, como el gremio de restauración, son quienes están dictando las políticas que salen aprobadas desde el consistori. Queremos poner fin a esta alfombra roja hacia las élites de la ciudad. Por lo tanto, nuestra presencia tiene que ser un cortafuego de las políticas de desposesión de los barceloneses y barcelonesas. Es nuestra máxima prioridad.

¿Y cree que Colau ha puesto alfombra roja a los lobbies?
Ha acabado haciéndolo. Estando más de acuerdo o menos, pero ha habido una voluntad de contentar a todo el mundo, algo que es imposible cuando estamos en una situación económicamente, ecológicamente y socialmente tan crítica. En una situación como esta no existen medias tintas. O defiendes a las vecinas o defiendes a los lobbies de la ciudad, porque los lobbies se sostienen de la explotación de los vecinos y vecinas, de su empobrecimiento. Intentando hacer eso, lo que acabas haciendo es enfocar todas las políticas económicas al turismo, generando trabajos precarios, sin limitación de precios de los alquileres, confrontando tímidamente los buitres que tienen tantísimo que ver con la situación de la vivienda. Esta timidez a la hora de confrontar a los poderes económicos acaba perjudicando a las vecinas.

¿Cree que durante estos ocho años se ha perdido aquello que representaba?
Sí. Yo como militante, que desde hace unos años también estoy en la institución, veo la importancia de no desligarte nunca de la calle. Porque eso es lo que te hace tener los pies en el suelo, saber cómo aterrizan y qué impacto tienen las políticas que tú defiendes a la institución. Si pierdes esa conexión, lo pierdes todo. Porque en la institución todo está diseñado para mantener el statu quo. Es un huracán que se te lleva si no tienes una buena ancla fuera.

¿Y sus votos pueden servir para investir a un alcalde?
Nuestros votos, como cualquier ayuntamiento y como los de cualquier concejal, tendrían que servir para investir a un alcalde.

"Colau ha acabado poniendo alfombra roja a los lobbies que dictan las políticas"

Foto: Montse Giralt

No siempre se ha visto esta predisposición...
Tal como funcionan los ayuntamientos, no hay posibilidad de no escoger a un alcalde. No es como en el Parlament que puedes abstenerte...

¿Y están dispuestos a negociar?
Depende. ¿Para hacer qué? No es con quien , es para hacer qué.

Por ejemplo, Trias está descartado.
Trias está descartado y el PSC también porque la derecha está descartada.

¿Pero Colau y Maragall no?
Pues depende. Si vuelven a centrarse en una política netamente de izquierdas y nuestro proyecto puede convergir, podríamos llegar a tener esta conversación. Pero tampoco es lo que estamos viendo. Ni en sus campañas, ni nada. Cuando vemos a la alcaldesa yendo a un desayuno con el gremio de restauración, agradeciendo todo el trabajo hecho durante los últimos años, cuando precisamente han actuado de lobby... Nos cuesta ver dónde están sus lealtades. De la misma manera que cuando escuchamos a Marc Serra decir que los fondos buitre son un agente en la ciudad, ponemos en duda cuáles son sus compromisos. O cuando vemos a Janet Sanz intentando desdecirse de lo que defendió en 2018 con las siete terminales de cruceros. No se traslada el discurso a los hechos y eso nos aleja.

¿Y qué medidas concretas se tendrían que poner encima de la mesa para que la CUP participara de la gobernabilidad?
Primero de todo, garantizar que Barcelona vuelve a ejercer su capitalidad, como capital del país, de los Països Catalans, y concebirla desde esta perspectiva. Si hay un elemento imprescindible para nosotros es sacar la ciudad de este intercambio de cromos que se llevan entre el Govern de la Generalitat, el gobierno del Estado y el Ayuntamiento de Barcelona. Esto se tiene que acabar, porque no tiene ningún otro objetivo que apaciguar el conflicto de libertad nacional. Es la primera cuestión para poder sentarnos a tener cualquier conversación.

¿Y después?
Ligado a eso hay la garantía de los derechos de los barceloneses y las barcelonesas. Eso pasa, evidentemente, por una agenda social, que hable de servicios públicos, de garantía de derechos fundamentales. Y eso nos lleva a un modelo de ciudad con toda su amplitud. Porque tanto la concepción de Barcelona como capital de los Països Catalans como poner en el centro las necesidades de las vecinas marca claramente un camino de confrontación con el Estado y con cualquier marco legislativo que no sea garantía de derechos para la población.

¿Y la CUP de Barcelona entraría a formar parte de un gobierno municipal? Asumir responsabilidades como se ha hecho en Sant Cugat o Tarragona.
Depende del contexto. Hay unas condiciones mínimas para poder empezar a tener una conversación de estas características. Y así como hacemos en otros ayuntamientos, cada localidad tiene sus especificidades y sus contextos concretos. Las correlaciones de fuerzas que más hagan posible el despliegue de nuestro programa, de nuestro modelo de ciudad, serán un buen inicio de conversación. Hasta que no veamos elementos que acerquen este escenario, se hace difícil de decir.

 

 

Hablemos un poco de políticas concretas. Desde la CUP han dicho que las superilles son "clasistas". ¿Por qué y qué modelo alternativo proponen?
Nosotros decimos que son una buena idea sobre el papel, porque pacificar la ciudad es una necesidad urgentísima. Todo lo que implique sacarle espacio al vehículo privado para que los ganen las vecinas es una buena idea. Ahora bien, las superilles por si solas no son una solución mágica. Porque no han ido acompañadas de medidas de limitación de precios, que eviten la gentrificación, ni de una garantía de no privatización de aquel espacio público. Lo que hemos obtenido son zonas especificadas, que son más atractivas y encarecen los precios. Y otra cosa es donde se han hecho. Esto se tiene que hacer en barrios que están más masificados, donde las viviendas son más pequeñas. Las superilles han generado unos pequeños oasis en zonas concretas de la ciudad y el resultado no ha sido ganar calidad de vida. El resumen es: siperilles sí, pero así no. Tal como se han hecho acaban siendo una medida clasista.

¿Se ha hecho a toda prisa y con una visión que no sale del Eixample?
Claro, porque al final el modelo de ciudad que defienden el resto de fuerzas políticas, que con matices es el mismo, es esta ciudad escaparate, enfocada a ser consumida y enfocada hacia fuera. El urbanismo de Barcelona se ha pensado dentro de esta lógica. Lo vemos muy claramente con apuestas como la Copa América. Es inconcebible en una situación de triple crisis.

También hablan de decrecimiento turístico. Dejar de celebrar el Mobile, la Copa América... ¿Cómo le explicaría eso a las vecinas de Barcelona que viven del turismo o de una economía muy dependiente del turismo para que no se asusten?
Que todo está por ganar. Si existen vecinas de Barcelona que viven del turismo, que ya es dudoso, tendríamos que mirar de qué estamos hablando. El turismo ahora mismo genera trabajos precarios en que la media de sueldo son unos 1.350 euros. Está muy claro que las personas que trabajan en la industria turística, o no viven en la ciudad o viven en condiciones no dignas. Porque los sueldos no se corresponden con los costes de vida en la ciudad. Tenemos que pensar qué tipo de trabajos genera. Tenemos que pensar quién se lleva estos beneficios. También vemos cómo los hubs tecnológicos nos llevan trabajadores que vienen a vivir durante un tiempo en la ciudad con sueldos internacionales. Eso encarece el resto de la vivienda. Seguir alimentando eso es caminar hacia la autoextinción. Pan para hoy y hambre para mañana. Es insostenible, no solo por una cuestión económica, sino también por una cuestión ambiental.

"El Ayuntamiento puede expropiar pisos vacíos y tendría que estar explorándolo"

Foto: Montse Giralt

Decrecimiento turístico, de acuerdo. ¿Por qué se sustituye? ¿Cómo se reorienta la economía de la ciudad?
Se sustituye por una diversificación económica. No estamos generando industrias de producción que abastezcan las necesidades de la ciudad. Podemos hablar de industria de reciclaje de metales. Podemos hablar de pequeñas y medianas empresas de producción tanto en Besòs como en Zona Franca. Podemos hablar agricultura y ganadería entendiendo Barcelona no solo como una localidad aislada. Hay muchísimas formas de autoabastecernos, también a través de la economía circular. No solo entendiendo que las producciones se tienen que exportar y todas las necesidades se tienen que importar, porque aquí somos una ciudad orientada específicamente a los servicios. Evidentemente no hablamos de un cambio de un día para otro. Esta diversificación se tiene que basar en la planificación. Durante la pandemia se puso muy en evidencia, que no tenemos ni cuatro máquinas para coser mascarillas. A nivel de alimentación lo mismo. Las otras fuerzas políticas no defienden eso. Solo hablan de crecimiento, crecimiento y crecimiento.

Vivienda. Barcelona es la ciudad más cara de todo el Estado. ¿Cómo se blinda o garantiza este derecho?
Lo primero de todo es dejar de entender la vivienda como un bien de mercado. Esta premisa es importante para desplegar políticas de vivienda, que son muchas. No hablamos solo de construir pisos o de aumentar el parque público de vivienda, que es primordial. También hablamos primero de quién tiene acceso al parque público de vivienda. Si las personas más vulnerables no tienen acceso, tampoco estamos solucionando el problema. Y hablamos también del mantenimiento de la propia vivienda. Que una vez estés dentro, no estés expuesto a extorsiones de fondos buitres o grandes tenedores. Garantizar el derecho a la vivienda implica una mirada muy transversal.

¿Qué se puede hacer desde el Ayuntamiento que no se hace?
Desde el Ayuntamiento de Barcelona se pueden hacer alianzas a nivel de país para contener precios, recuperando la ley de contención de rentas. Pero también se puede incentivar mucho más el recargo del 50% del IBI para los pisos que estén vacíos. Y dos cosas más que se pueden hacer proactivamente. Una, sancionar a los grandes tenedores y fondos buitres que no ofrezcan alquiler social antes del desahucio. Y segunda, explorar el marco de la ley de vivienda de 2007. La expropiación está permitida en aquella ley, en un supuesto como el uso social. El Ayuntamiento tiene la potestad de expropiar durante un tiempo pisos que no estén cumpliendo esta función social. Y los servicios jurídicos tendrían que estar explorando hasta qué punto se puede recuperar vivienda. Exprimir la norma que tenemos ahora hasta el final es de mínimos. Nuestra propuesta siempre será transgredir este límite.

 

 

También vemos que ante cualquier mínimo intento de cambio hay poderes que se activan y maniobran en los tribunales.
Por eso la confrontación es la vía. No hay otra vía. Cuando los comunes nos dicen que tienen 44 querellas... Pues muy bien puestas están. Y más tendría que haber, porque eso quiere decir que te están poniendo querellas por defender el derecho a vivienda. Tendría que haber 44.000. Tú no puedes ir a los fondos buitres y decir: "Ay, por favor, dejad de desahuciarnos". Entonces, con la legalidad vigente en la mano, hay muchas herramientas que todavía se pueden explorar.

Inseguridad. ¿Es un fenómeno real o es un relato creado?
Hay un relato interesado. Pero también es cierto que, en épocas de crisis, este tipo de relatos siempre surgen por parte de los poderes. Y tiene mucho que ver también con el intento de despolitización comunitaria. Cuando tú tienes comunidades fuertes, cohesionadas y que se autoorganizan, hay relatos que no cuajan. Es más fácil pensar "tengo miedo porque hay un hombre durmiendo en el portal" que pensar "lo que yo quiero es que no haya nadie durmiendo en la calle". No quiero que nadie tenga la inseguridad de no tener un techo, la inseguridad de tener que delinquir para poder comer. Hay mucha parte de la delincuencia que tiene que ver con la supervivencia y subsistencia diaria. Vayamos a la raíz de las cosas. Delegar la seguridad ciudadana en la policía nos aleja de comunidades fuertes y sanas.

No pasa por aumentar los agentes.
La mayor presencia policial, las cámaras de videovigilancia, todo este tipo de políticas securitarias, significan directamente inseguridad para una parte de la población. Las personas que no somos blancas no confiamos en la policía. Porque son el brazo ejecutor del racismo institucional. Estás expuesta a que se te criminalice, a que se te persiga...

¿Usted, como persona no blanca, no confía en la actual Guardia Urbana?
Evidentemente que no. Los datos así nos lo dicen. El último informe de SOS Racismo hablaba de que casi un 70% de las denuncias que tienen por agresión y violencia policial son de la Guardia Urbana de Barcelona. Aquí hay dos cosas. Por una parte, cuando entraron los comunes en 2015, hablaron de deshacer la Brimo de la Guàrdia Urbana. Ocho años después todavía existe. E hicieron una formación antirracista para todo el cuerpo de la Guardia Urbana. Pero desde 2017, los informes de SOS Racismo no han variado lo más mínimo. Y tampoco se ha querido confrontar. Desde el movimiento antirracista nos hemos reunido con el Ayuntamiento de Barcelona y ellos nos hablaban de los lobbies de la Guardia Urbana. Y han decidido seguir sus políticas. Nos es igual que la ciudad esté llena de carteles de "Barcelona antirracista" si la Guardia Urbana sigue persiguiendo a manteros o la alcaldesa sigue validando al señor Batlle cuando habla de la "cultura de la navaja importada". Deja clara cuál es la perspectiva del Ayuntamiento. Su credibilidad cae por su propio peso.

"ERC y Junts han abandonado la defensa de la liberación nacional en Barcelona"

Foto: Montse Giralt

¿Y parte de este relato es culpa de cómo se ha gestionado la seguridad desde un gobierno que se llama de izquierdas, pero que da la concejalía de seguridad al señor Batlle?
Tiene mucho que ver con qué batallas queremos dar y cuál es el objetivo político que hay detrás. El Ayuntamiento se ha desentendido completamente de garantizar una seguridad y se ve muy claramente cuando delegan precisamente en el señor Batlle. Pero es una cuestión más profunda, porque cuando decimos que la policía es el brazo ejecutor del racismo institucional, no nos circunscribimos solo a Barcelona. Es una condición de todas las policías de todo el mundo. Para confrontar eso necesitas políticas valientes y que tus lealtades estén muy claras.

La que se lió cuando habló de revisar algunas tradiciones catalanas... ¿Hay más cosas de las que dijo que se tendrían que revisar?
Hace muchos años que hablo de memoria histórica. Hace muchos años la generación de nuestros padres, nuestras tías, ya estaban hablando de esta cuestión. Porque somos hijas de esta situación colonial y por lo tanto, en mi caso, desde la comunidad guineana, es una cosa que siempre hemos puesto encima de la mesa. Hace años que reclamamos la revisión de la memoria histórica catalana. Y lo hacemos desde el amor profundo que tenemos a nuestra tierra. No podemos copiar las formas que tiene el Estado español y esconder nuestra historia. Hay que revisar todo aquello que necesite revisarse y mantener esta memoria en los lugares donde hace falta.

¿Algún ejemplo?
No podemos tener en la Diagonal con Bruc la estatua de la palangana, de un niño utilizando a una niña de mascota. El general Prim fue un represor de los movimientos de liberación de las personas esclavizadas, y le tenemos una estatua bien puesta. El Moll de la Fusta no tiene ni una sola placa que diga de qué madera estamos hablando, porque es madera expoliada de Guinea. No es una cuestión del pasado, es una cuestión de que estas estructuras hoy todavía están renovadas con la ley de extranjería y los centros de internamiento.

 

 

Hablamos de lengua. Proponen crear una concejalía de lengua catalana. ¿Para hacer qué?
Por una parte, para gestionar el Consorcio de la Normalización Lingüística. Que no pase como ahora, que tenemos muchísimas personas en lista de espera porque no hay suficientes docentes. La concejalía de la lengua se tiene que ocupar, efectivamente, de que el aprendizaje de la lengua sea una realidad y que por recursos no sea. Pero también proponemos que pueda vehicular acusaciones para presentarse como acusación particular cuando haya vulneración de los derechos lingüísticos. Nuestra lengua está en peligro y el Ayuntamiento de Barcelona no puede permitirse ponerse de perfil.

En sus carteles de campaña hablan de una Barcelona "que lata en catalán". ¿Ahora no late en catalán, o lo hace en castellano e incluso en inglés?
Sí, sí, sí. Trilate ahora mismo. Es este menosprecio de una lengua que está cada vez más minorizada. Y con la excusa de proyectar la ciudad internacionalmente se está sustituyendo una lengua común y de cohesión por el castellano y por el inglés sin ningún tipo de escrúpulo. La defensa encarnizada del catalán tiene que ser una prioridad del Ayuntamiento de Barcelona.

Antes me hablaba de una Barcelona que ejerza de capital del país y de los Països Catalans. ¿Cómo se confronta con el Estado desde el Ayuntamiento?
Para nosotros es importantísimo la red de ciudades de los Països Catalans como estructura de contrapoder, en el mismo sentido que hace cuatro años hicimos la Asamblea de Electos. Es decir, pensarnos fuera de las manos estatales. Al final, tanto el Parlament como los ayuntamientos no dejan de ser estructuras del Estado español. Las estructuras de contrapoder son importantísimas. Y desde estas lógicas de tener un pie en la institución y un pie en la calle nosotros pensamos este embate y esta confrontación con el Estado. Porque desde dentro de la institución solo es difícil.

Hace cuatro años les penalizó la división del campo independentista. ¿Teme que este domingo sea el voto útil?
La cuestión es cuál es el proyecto anticapitalista y netamente independentista que hay ahora mismo como opción a la alcaldía de Barcelona. Es que no hay ninguno más. Todo el resto de fuerzas defienden el mismo modelo. Y eso incluye el desentendimiento de Barcelona como ciudad del país y el desentendimiento de un proyecto independentista para la ciudad de Barcelona. Ninguna fuerza política tiene un proyecto independentista para la ciudad de Barcelona. Y eso es un hecho.

¿Ni Esquerra ni Junts?
Ni Esquerra ni Junts. Claramente Junts, y con declaraciones explícitas, ha renunciado a entender Barcelona como un actor importante dentro del proceso de liberación nacional. No sabemos exactamente cómo casa eso con la estrategia nacional de Junts. Estamos alucinando de cómo han renunciado. Y en el caso de Esquerra lo que vemos es una diferencia. Tienen un discurso que dicen que son independentistas, pero después hacen negocio con el Port, con los Juegos Olímpicos o aprueban los presupuestos del Estado sin nada a cambio, vendiéndose el territorio. Todos son proyectos del Estado que ellos facilitan. Estamos sorprendidos de este abandono de la defensa de la liberación nacional por parte de las otras dos fuerzas que supuestamente son independentistas. Y digo "supuestamente" porque lo son de viva voz, pero en ningún caso lo son con hechos, políticas y proyectos concretos en sus programas y declaraciones.

 

 

Para acabar, una pequeña provocación. Quieren llegar a todos los barrios, pero a las últimas elecciones llegaron sobre todo a los barrios de la zona alta.
Cuando hablábamos antes de hacer autocrítica también es uno de los elementos. Es evidente que el votante de la CUP es un perfil concreto que no es precisamente el perfil de clases populares que nosotros decimos interpelar. Y eso se tiene que revertir muy claramente. Creo que eso tiene que ver, no tanto con la interpelación de los barrios, sino más bien con una cuestión de discurso. Nosotros hablamos a veces de una forma que cuesta de entender. Podemos hablar de la "pauperización de la clase trabajadora" o podemos decir que "por mucho que trabajes no llegarás al final de mes". Pero también hay otros elementos, como un intento de invisibilización de la CUP a nivel mediático. Porque hay un plan de apaciguamiento del conflicto.