Hace cuatro años ganó las elecciones municipales en Barcelona. Esquerra Republicana, con Ernest Maragall (Barcelona, 1943) al frente, fue la primera fuerza. Pero Ada Colau "le robó la victoria", como han denunciado durante esta campaña, con los votos de la "vergüenza" de Manuel Valls. En cualquier caso, y a pesar de las encuestas adversas, el exconseller aspira a repetir la hazaña después del ciclo "agotado" por los comunes. Lo hace alertando sobre la alternativa ("la sociovergencia") y prometiendo que se quedará cuatro años más en la oposición si así lo deciden los barceloneses. Para esta entrevista cita a ElNacional.cat en la Anilla Olímpica, símbolo de una Barcelona, la del 92, proyectada al mundo por su hermano Pasqual Maragall. Evita proclamarse heredero pero sí que recoge como legado su "actitud".
¿Por qué nos ha citado en la Anilla Olímpíca?
Es una buena pregunta. Esto es una muestra de lo que en un momento fue una afirmación potente de orgullo, de proyección y de ambición de Barcelona. Es la actitud que tenemos que recuperar y que tenemos que saber compartir con la ciudadanía. Tenemos que volver a la ilusión. Y esto es una expresión muy explícita de lo que representó esta ilusión en un momento determinado.
¿Quiere recuperar la Barcelona del 92?
No, no, no. Yo quiero la Barcelona de 2030. La Barcelona que afronta retos nuevos y diferentes, que lo hace con la misma actitud pero no con los mismos instrumentos. Hay nuevas complejidades, nuevos retos y nuevas dificultades. Y una situación también de exigencia en términos de desigualdades o de las crisis energética y social. Esto pide un gobierno fuerte, con ambición, que mire lejos, que sea capaz de conectar con la ciudadanía, que sea creíble en términos de transformación. Que no solo tenga buenas intenciones, sino que las lleve a cabo con una acción solvente, verificable y concreta.
¿Recoge un poco el legado de su hermano?
El legado es la actitud. El legado es la manera de entender qué quiere decir Barcelona y a partir de aquí nos tenemos que espabilar. No se trata de reproducir ni de copiar nada sino, al contrario, de aprender que la actitud es una proporción elevada de riesgo y osadía, acompañada de una proporción igual o más elevada de solvencia y acierto en la definición de hitos y de conquistas a llevar a cabo.
¿Y qué piensa cuándo ahora todo el mundo reivindica la figura de Pasqual Maragall?
Todo el mundo debería ser un poco más prudente y un poco más contenido en este sentido. Yo no lo hago y nadie lo tendría que hacer. Es un legado colectivo, de ciudad y de país.
"El único efecto Trias es ayudar a revivir a Colau, que ya estaba descartada"
¿Cree que está siendo una campaña limpia?
Querría más posibilidad de contraste y debate sobre Barcelona y su presente y futuro. Y menos obsesiones de ajustar las cuentas, mirar hacia atrás o batallas personales. Esto va de la ciudad y de su proyección y de su exigencia, que es muy alta. Y es una exigencia de presente y de futuro. Y lo que tiene sentido pedirle a una campaña es que nos distingamos, que cada uno aporte su visión sobre presente y futuro. Y que a partir de aquí los ciudadanos puedan decidir con el mayor grado de conocimiento.
Tomo como ejemplo lo que ha pasado con Collboni y los derechos LGTBI.
La verdad es que me sorprendió. No sé si es una muestra de un cierto nerviosismo o es una muestra de un juego, como usted dice, que no tendría que entrar en los debates electorales. Nosotros formulamos una posición y unos compromisos sobre una determinada cuestión, la defensa de los derechos LGTBI. Lo hicimos con una historia larga y con una acreditada definición de posiciones en este terreno y práctica. Todavía más acreditada por la evidencia de lo que está haciendo el Govern de Catalunya y el Departament de Igualdad y Feminismos y de lo que votamos en el Congreso y en el Parlament. Era una pura exposición de coherencia política y de ambición en este terreno, de cómo añadir Barcelona en esta lucha. Y todo el resto, o es miedo o es un interés poco legítimo de un oportunismo personal.
¿Cuál es el legado de los ocho años de Ada Colau?
Es la evidencia de un proyecto agotado. Ha tenido todo el tiempo y oportunidades para demostrar de lo que era capaz de hacer. Y es evidente que no ha sido capaz de pasar de las buenas intenciones a los resultados. No ha sido capaz de pasar de la ideología a la acción política e institucional efectiva. Se ha quedado enclavada en una mezcla de dogmatismo y clientelismo, que ha neutralizado cualquier buena intención. Además, con algunos resultados claramente contraproducentes, como en el terreno de la movilidad, la vivienda o el ejercicio de la capitalidad de derechos y libertades. En todos estos ámbitos ha quedado lejísimos de lo que uno podría haber esperado inicialmente.
¿A qué se refiere cuándo habla de clientelismo?
Hablo de una práctica política de la institución que ha conseguido distanciar a la inmensa mayoría de una magnífica, diversa y riquísima sociedad que tenemos: entidades, asociaciones, sectores profesionales y empresariales. Se han sentido distanciados, si no rechazados o negados. Se ha caído en la pretensión de imponer una razón propia unilateralmente. Un ejemplo es el mundo de la cultura: no hay interlocución, no hay reconocimiento de la realidad, no hay un aprovechamiento real desde la institución pública de la capacidad creativa de esta ciudad. Pero también en el terreno económico, en el terreno social, en el terreno de las entidades, que en muy buena medida están sustituyendo la insuficiencia o la dificultad de la administración pública. Y todo esto se ha sustituido por una relación privilegiada con muy poquita gente, con unos cuantos amigos y fieles.
¿Y por qué cree que este gobierno no ha pasado de las buenas intenciones a las acciones? ¿Qué ha fallado?
Ha fallado esta instalación en la ideología o en la convicción de que tenían la razón y que con eso bastaba. Es muy típico de las izquierdas radicales, de creerse que tienen una concepción del mundo y que por el hecho de tenerla todo el mundo la tiene que compartir y seguirla dócilmente. No, no. Las izquierdas nos tenemos que ganar el pan, nos tenemos que ganar la complicidad de la ciudadanía, nos tenemos que ganar la comprensión, nos tenemos que ganar el respeto. Lo tenemos que demostrar con coherencia, con efectos tangibles de nuestras políticas. Y esto es lo que no ha habido. Por eso creo que es un proyecto obsoleto.
"Colau ha sustituido gestión por una relación privilegiada con unos cuantos amigos y fieles"
De sus 2.000 propuestas, ¿cuál sería la más prioritaria, la primera que aplicaría?
Son muchas. Lo primero que haría es, precisamente, cambiar el clima y la calidad de la relación de la relación entre el Ayuntamiento y la ciudadanía. Y mostrar no solo esta buena voluntad, sino este efectivo compromiso de trabajar desde el liderazgo y desde la complicidad. Y construir, con toda urgencia, al menos en tres grandes ámbitos: desigualdades, vivienda y gestión de la movilidad y el espacio público. Esto quiere decir tomar medidas, muchas de las que estamos anunciando, y quiere decir salir a la calle, a explicarlas, defenderlas y compartirlas. Y además de eso hay muchas cosas que hacer urgentemente, en atención a colectivos concretos, temas que han quedado colgados durante demasiados años, en barrios concretos que esperan respuesta de viejísimas reivindicaciones. Desde la Ronda de Dalt hasta Can Peguera, pasando por el Besòs, por la Marina e incluso en el propio Eixample. Es necesario tomar medidas a corto y cortísimo plazo y es igualmente necesario iniciar inmediatamente estrategias de largo alcance y de amplia ambición.
La vivienda probablemente es uno de los principales problemas de Barcelona. Es la ciudad más cara del Estado. ¿Cómo se resuelve un problema como este?
No quedándonos atrapado con una concepción dogmática. Tomando la iniciativa y utilizando adecuadamente la capacidad regulatoria y de liderazgo del Ayuntamiento. Poniendo en pie políticas concretas de impulso de la oferta de nueva vivienda, porque hay suelo disponible para hacerlo. Adoptando también iniciativas de presencia de inversión privada en las debidas condiciones en suelo consolidado de la ciudad, donde podamos aplicar, no como ahora, reglas como la del 30% de vivienda protegida y asequible. Esto es perfectamente posible. Lo están haciendo muchas ciudades en Catalunya, en el Estado y en toda Europa. No hay ninguna razón para que aquí no pase. Y esto solo tiene relación con la incapacidad. Este dogmatismo que ha acabado siendo disuasorio, que ha paralizado de nueva oferta. Esto tiene que ir acompañado de la autorización y el despliegue adecuado, ahora que la tenemos, de la Ley de contención de alquileres, de matriz y autoría republicana. Aquí le toca un papel también al Ayuntamiento. Y se tiene que hacer en suma positiva con el Govern de Catalunya. Es todo el contrario de lo que ha hecho hasta ahora al gobierno de la señora Colau y el señor Collboni.
¿Y la Generalitat ha hecho todo lo que le correspondía?
El Govern de Catalunya tiene deberes pendientes en materia de vivienda, tiene muchos deberes pendientes, pero ahora se ha puesto a ello. Con este Govern nuevo y con este departamento en manos de ERC, por fin tenemos un aliado efectivo, al que exigir y del que esperar. Pero al que sumar desde nuestra propia responsabilidad, lejos del juego fácil de la culpabilización y de la externalización de responsabilidades.
¿Y puede ser un lastre la ley estatal de vivienda, que queda bastante lejos de la que se había aprobado en el Parlament?
Ahora está vigente más allá del sistemático bloqueo que desde el Tribunal Constitucional se ha hecho de las iniciativas legislativas catalanas. Lo mejor que podemos hacer ahora es utilizarla a fondo, que el Govern de Catalunya haga el despliegue que le corresponde y el Ayuntamiento también. Que lo aplique con todas las consecuencias. Y que busquemos todas las oportunidades, todos los resquicios posibles, para que efectivamente tenga resultados tangibles inmediatamente en la contención de los precios del alquiler.
Hablemos de movilidad y transición verde. ¿Qué se ha hecho mal con las superilles?
Si lo hacemos bien, si se ubican en los lugares adecuados y en acuerdo con los vecinos, pueden tener sentido. Se ha hecho de una abuso de la marca. Y no se ha definido y ejecutado bien el concepto de ejes verdes. Se han escogido unas actuaciones concretas, delimitadas, en unos determinados puntos, en lugar de llevar una visión global de ciudad. Ahora tenemos unos efectos de reducción al 100% pero también efectos paralelos de aumento casi al 100% de la misma intensidad de tráfico en los alrededores de donde se está actuando. Se está demostrando que no es la mejor opción en términos de gestión de la movilidad. Se ha abusado del Eixample como escenario de regulación de movilidad. Y no solo tiene que venir de medidas de regulación sino de la aparición de alternativas: una red de buses interurbanos que ahora no tenemos, unos procesos de electrificación que ahora no tenemos, una política de distribución de mercancías que ahora no tenemos, unos aparcamientos conectados a la red de transporte público que tampoco tenemos. Hay muchas cosas que no se han hecho y que son mucho menos caras y afectan mucho menos a la realidad diaria de la ciudad. Ha habido un error de cálculo claro.
Se ha debatido de ocupaciones, de inseguridad, de narcopisos... ¿No se está jugando la partida en el terreno de la derecha?
Que esto lo intente la derecha era previsible. Lo más incomprensible es que hayan decidido sumarse a este juego fuerzas como el PSC o el señor Trias. Han abonado estos debates y han echado leña al fuego. Tampoco lo han acabado de conseguir, me parece a mí. En el caso más concreto de intentar aprovechar una incidencia determinada, la propia actuación de los Mossos ha desarticulado y desactivado la intención provocadora y la apelación directa a la violencia que se hizo desde la derecha y lo extrema derecha. Yo creo que eso está superado. Pero hay una responsabilidad clara de los que, como el señor Collboni, se juegan a quedarse enganchados en este espacio o a competir entre ellos.
¿Se han desplazado a la derecha?
El señor Collboni se sitúa en el espacio del PP y de Ciudadanos. El señor Trias dice que comparte el modelo económico del señor Collboni. Esto va quedando claro de qué va. Y se tendría que poner en un contexto a media campaña. Queda claro que el señor Trias no ganará, eso ya es evidente. Después de haber pasado unas semanas, unos meses, donde podría haber parecido una determinada impresión, si algo queda claro es que no pasará. Y el único efecto real que ha tenido el impulso que en un momento pretendió el señor Trias ha sido ayudar a revivir a la señora Colau. Y ahora queda claro que sobre la mesa quedan tres alternativas.
¿Qué alternativas?
La primera, la continuidad del gobierno actual: la continuidad Colau-Collboni o Collboni-Colau, que no sé qué es peor y que tiene el rechazo de la inmensa mayoría. Casi nadie quiere seguir igual en esta ciudad. Después hay una segunda alternativa, que es todavía peor, pero se está coqueteando: la favorita de los grandes poderes, que es un gobierno PSC-Junts, con el apoyo directo del Partido Popular. Y eso está encima de la mesa. Y, por lo tanto, queda una tercera alternativa, que es la opción progresista, una opción liderada por ERC y Ernest Maragall. Continuidad, sociovergencia o transformación progresista en manos de ERC.
"Un gobierno de Junts y el PSC con el apoyo del PP es el favorito de los grandes poderes"
¿Es una amenaza real la sociovergencia?
No es que sea una amenaza. Es que lo están negociando en público, en directo, en cada momento que tienen una oportunidad. Lo están exhibiendo, no como amenaza, sino como oferta. Y eso confirma el traslado explícito de la fuerza socialista hacia el centroderecha y la derecha. La coincidencia desde el espacio liberal-conservador tradicional de Catalunya que representa el señor Trias. Y, además, con el valor añadido para ellos de esta oferta explícita del PP, de favorecerlo y apoyarlo. Este es el riesgo real para Barcelona.
¿Y Ernest Maragall es el único que lo puede frenar?
Yo creo que la única capacidad realmente transformadora, de cambio, de nueva etapa es la que estamos representando yo mismo y ERC. Voy a ser la fuerza más votada y a partir de aquí construir una alianza transformadora potente y explícita.
¿Y usted no pondría sus votos para evitar que el señor Sirera hiciera de Manuel Valls?
Para que eso pase tengo que ser la fuerza más votada. Si alguien quiere evitar que se repita la historia de 2019, y que no haya ninguna posibilidad de una escena parecida, el único voto útil es ERC y Ernest Maragall.
Durante esta campaña han denunciado que les "robaron" la victoria...
No sé si he utilizado estas palabras. He dicho "conjura de la vergüenza". Da igual... Hay muchas maneras de describirlo.
El señor Rufián sí que lo hizo. Y usted dijo que "nos robaron la ciudad y una esperanza".
El efecto real ha sido este: un gobierno que ha estado muy por debajo de las posibilidades y de la expectativa que la propia ciudad pedía y lo que expresó cuando me votó a mí en primer lugar. Aquel gobierno ha defraudado aquella expectativa. Ha negado claramente la voluntad mayoritaria de Barcelona.
También han utilizado términos como "operación de estado". ¿No son palabras muy gruesas?
Es muy claro que en aquel momento había una coincidencia de intereses para evitar, a cualquier precio, el reconocimiento de una mayoría democrática encabezada por ERC. Y por lo tanto la conjura política era solo la eclosión de una voluntad y de una presión económica, institucional y social en esta dirección. Esto se hizo explícito durante la campaña y todavía más explícito a partir de los resultados de las elecciones.
En todo caso, en 2023, ¿Ernest Maragall respetará la lista más votada?
Lo que haré siempre es respetar mis principios. Lo que no haré es hacer nada parecido a lo que hizo el señor Valls con Colau y Collboni. Eso seguro que no lo haré. Cualquier acuerdo al que se pueda llegar tendrá que ser en base a los principios que no romperé nunca. Primero tiene que haber una claridad de propuesta en base a la cual tiene coherencia un gobierno claro, que Barcelona reconozca, que pueda definir con todos sus objetivos. Lo que ahora no tenemos. Ahora tenemos un reparto de sillas y poder entre ellos. No hay proyecto. El único pacto que yo creo que estoy en condiciones de respetar es aquel que exprese un proyecto ambicioso y transformador para Barcelona.
En caso de no respetar la lista más votada, ¿no sería hacer lo mismo que denuncian desde hace cuatro años?
La ley electoral crea dos posibilidades. O la fuerza más votada, porque no hay una mayoría alternativa, o una mayoría alternativa coherente, en base a un proyecto. Lo que se produjo en 2019 no era eso. No era una mayoría política de un determinado color, que expresara una mayoría de la ciudad. Era una traición a esta mayoría. Era una mayoría absolutamente incoherente. Y yo con eso no jugaré.
¿Con quién preferiría gobernar?
Con Esquerra Republicana.
Pero Esquerra Republicana no podrá gobernar sola.
Por eso le digo que es importante que estemos en condiciones de articular este proyecto potente, transformador, reconocible, que la ciudad entienda y que se plasme con unos acuerdos concretos. Y claridad de la alianza necesaria e imprescindible con el Govern de Catalunya.
Y el PSC está vetado.
El PSC se está vetando él mismo. Se está alejando. Está haciendo imposible que lo consideren como un socio natural.
¿Y esto podría cambiar?
La campaña está como está y cada vez más claro en este sentido crítico que le estoy diciendo. En estos momentos es imposible verlo de otra manera que no sea esta.
"El PSC se está vetando y haciendo imposible que lo considere un socio"
En su momento, cuando se rompió el Govern de la Generalitat, el señor Junqueras dijo que no se podía pactar con el PSC de la represión. Y después han acabado aprobando los presupuestos juntos.
Hay una distancia muy evidente entre tomar decisiones de apoyo a una medida determinada o una ley o una decisión económica como los presupuestos y cerrar un pacto de gobierno o una coalición. Hay una infinita distancia entre una cosa y la otra. El PSC son los adversarios y los interlocutores para avanzar en la negociación de nuestros derechos como país y como sociedad.
También ha dicho que no haría alcaldesa Colau, ¿pero podría gobernar con los comunes?
Yo repito lo que he dicho: estoy en condiciones de liderar esta ciudad desde la posición de alcalde más votado, de tener la posibilidad de poner sobre la mesa una propuesta de gobierno que tenga el mayor grado de apoyo posible y que tenga el reconocimiento y la comprensión de la ciudadanía. Lo que tenemos que hacer es respetar también el mensaje de la ciudadanía. La ciudadanía votará y nos pondrá a cada uno en su lugar. Tendremos que atender esta decisión.
¿Y esta propuesta de gobierno incluiría el espacio de Xavier Trias?
A mí me parece que está muy claro de lo que estoy hablando. Estoy hablando de una opción transformadora, progresista, de ambición, de recuperación de confianza y de ilusión por la ciudad.
Por lo tanto, ¿no contempla formar una mayoría de gobierno con ese espacio?
Por lo tanto, contemplo formar un gobierno liderado por Esquerra Republicana y Ernest Maragall.
Pero que no...
Lo puede volver a preguntar unas quince veces más, si quiere.
Insisto: donde no tiene cabida...
Dejemos que los ciudadanos decidan cuáles son los límites y las posibilidades y la mayor capacidad de alianza estable y de gobierno fuerte, que es lo que necesita Barcelona.
Pero usted debe tener alianzas en la cabeza.
Cuando tengamos los resultados en la mano, sabremos leer correctamente la voluntad democrática de los ciudadanos.
¿Cómo ha visto la erupción del señor Trias?
Lo único que ha conseguido es quemarse él en el intento y hacer revivir una opción que estaba prácticamente descartada, como era la de la señora Colau, que ha vivido del aparente y artificioso proceso de bilateralización de la contienda. Esto se ha acabado y ya no da más resultados. Por lo tanto el señor Trias ahora está en otra situación.
¿Se arrepiente de su apoyo a medidas puntuales durante la anterior legislatura?
No, al contrario. Estoy perfectamente orgulloso y dispuesto de dar todas las explicaciones que se me pidan. Siempre ha habido una relación directa con el interés general de Barcelona, fortaleciendo la institución. Nosotros hemos propiciado, por ejemplo, la tasa turística. Nosotros tendremos unos recursos significativos, unos 400 millones de euros, que podremos tener a lo largo del primer mandato. Ahora podremos empezar a tener políticas de regeneración, políticas de adecuada gestión del turismo. Y eso es solo un ejemplo. Pero no nos hacemos responsables de la aplicación...
¿De qué medidas?
Tenemos el ejemplo de las dark kitchens. Es el ejemplo de una propuesta que fue aprobada pero que fue perfectamente destruida por la mala gestión. Como la compra de locales vacíos con la aplicación de un criterio de promoción del comercio de proximidad. Han hecho lo contrario. Estoy tan orgulloso de la propuesta como crítico con la gestión que se ha hecho.
"Trias ya está exhibiendo su condición natural de perdedor"
Las decisiones han parecido externas al grupo municipal de Barcelona, que se han hecho por otros intereses.
Fueron los comunes que obligaron a hacer depender el presupuesto de Barcelona al presupuesto de la Generalitat. El presupuesto de la Generalitat era demasiado importante también para Barcelona como para poder prescindir de esta imposición negociadora de los comunes. Y por lo tanto actuamos con la responsabilidad de proteger el interés de Barcelona y de hacer posible que se aprobara. Incluyen un puñado importante de medidas y recursos concretos en educación, salud, cultura, en todos los ámbitos de interés necesarios para la ciudad y para el Ayuntamiento. Y por eso acabamos tomando la decisión que tomamos.
¿No supone ningún lastre este apoyo?
Yo creo que no. Fue la decisión más coherente con el interés general de la ciudad.
En esta campaña estamos oyendo hablar muy poco de independencia.
Esta campaña en Barcelona, como por todo Catalunya, va de los gobiernos locales y de la construcción del país desde esta dimensión local. La mejor contribución a la independencia es convertir Barcelona en una ciudad de equidad, de derechos, de calidad urbana, de reducción de desigualdades, de liderazgo republicano. Es la mejor contribución que podemos hacer hoy a la causa catalana y es lo que estamos ofreciendo. Tenemos que construir país y tenemos que construir ciudad al mismo tiempo que avanzamos en la resolución del conflicto por la vía democrática. El mejor resultado ahora es una Barcelona republicana, una Barcelona con orgullo, con autoestima, con ilusión de futuro. Con el ejercicio del liderazgo de capital del país, con el ejercicio de gran capital europea. Esta es la mejor aportación al avance del país y a su libertad.
¿Si no puede formar gobierno, se quedará en la oposición o se retirará?
Cuando uno se presenta a unas elecciones de alguna manera asume un contrato de representación democrática con la ciudadanía. Cuando escucho los que dicen "si no gano me marcharé", como el señor Trias, que ya está exhibiendo su condición natural de perdedor.... ¿Entonces qué ha venido a hacer? ¿A representar a la ciudadanía y a una organización? ¿Cómo se llamará su grupo municipal si él se va porque no ha ganado (que no ganará)? Eso es absolutamente incoherente y no merece demasiada consideración. O el señor Collboni, que también dice algo parecido: "Yo no me quedaré en la oposición". Yo he aguantado cuatro años en la oposición con serenidad, ejerciendo la defensa del interés general y mejorando. Hemos aprendido, hemos trabajado mucho, hemos pisado la ciudad, la hemos escuchado, la hemos entendido mejor. Por eso ahora estamos en condiciones de proyectarla y ofrecerle toda la ambición y toda la credibilidad y confianza que la ciudadanía busca y no encuentra en el gobierno actual. Yo he firmado un contrato y lo cumpliré.
Cuatro años más, pues.
Pues sí, en principio sí, no veo ninguna razón para no hacerlo.
¿Se cree las encuestas?
Me puedo creer más o menos las nuestras, que son bastante buenas. Me creo el pálpito que observo cada día en la calle, en los actos y en el contacto con la ciudadanía. Y me creo sobre todo el voto del día 28, que es el definitivo. Todos sabemos que esto está muy ajustado, que esta campaña acabará siendo más determinante que otras veces. Jugamos la partida hasta el final. Y yo lo hago con más convicción, con más energía.