Cuando se sale de la estación de metro de Portazgo y se ve el estadio del Rayo Vallecano, pronto se entiende por qué el club es motivo de orgullo entre los habitantes del histórico barrio obrero del sureste de Madrid. Tiene un equipo humilde, un presupuesto bajísimo y un estadio hecho añicos donde los espectadores incluso tienen que hacer sus necesidades en lavabos portátiles Toi Toi. Y, sin embargo, esta temporada ha conseguido ganar al Barça y al Real Madrid. Como dicen sus aficionados, el Rayo resiste ante el "fútbol moderno". El estadio del Rayo simboliza lo que Vallecas representa en la capital española: un barrio que resiste al avance del PP de Ayuso en las zonas obreras de la ciudad; un buen sitio para iniciar una ruta por el sur de Madrid y preguntar a sus habitantes cómo viven la división de la izquierda.

Francisca tiene unos 70 años y pasea por delante del estadio con su hija y su yerno. Cuando le preguntamos, después de saber que se considera una persona de izquierdas, si es 'pablista' o 'yolandista', asegura que no es "ni de uno ni del otro", pero que este 28-M optará por Podemos. "Espero que se acaben poniendo de acuerdo, pero no me preocupa la división de la izquierda porque siempre ha estado dividida", añade".

El 28-M será el bautismo de fuego en el enfrentamiento entre los 'pablistas' y los 'yolandistas'. En Madrid, la marca que cuenta con el apoyo de Pablo Iglesias es, sin duda, Podemos. Y la que cuenta con el apoyo incondicional de Yolanda Díaz es Más Madrid, marca de Íñigo Errejón. En la capital española, Podemos es muy débil y el espacio a la izquierda del PSOE está completamente ocupado por los 'yolandistas' y los 'errejonistas'. Rita Maestre, que se presenta a la alcaldía, es la sucesora política de Manuela Carmena; y es la única candidata que le puede ganar el pulso al popular José Luis Martínez-Almeida, actual alcalde.

No obstante, Yolanda Díaz hace lo imposible por aparentar que es la candidata de la unidad, y esta campaña, durante las fiestas de San Isidro, llegó a hacerse fotografías con las candidatas de Podemos y Más Madrid. A la vicepresidenta del Gobierno, sin embargo, le interesa que Podemos sufra una derrota significativa este 28-M, y más después de un CIS que la sitúa como tercera fuerza, por delante de Vox, sin ni siquiera haberse fusionado con los morados. Con el partido de Ione Belarra e Irene Montero débil, tendrá más fácil absorber la formación y hacer crecer su proyecto.

A quien le preocupa este cainismo es a Luis, un joven de 25 años que asegura no entender suficiente de política para tener que escoger entre el 'pablismo' o el 'yolandismo'. "Yo solo quiero que se pongan de acuerdo", asegura. Cambia de tema y apunta que también le preocupa que "el imaginario de ricos que vende el PP acabe colando en este barrio y atrayendo a quien no tiene nada de nada".

Pone el oído a esta conversación Vicky, una mujer de 50 años que pasea el perro, y estira el hilo del último tema que ha puesto a Luis sobre la mesa: "A mí me preocupa que la extrema derecha acabe convenciendo a la gente con sus discursos sobre la delincuencia". Ella, que todavía no ha decidido qué partido de la izquierda votará este 28-M, insiste en que lo que más le preocupa es que "en los barrios obreros de Madrid la gente cada vez es más extremista".

Parada de metro de 'Carpetana', en Carabanchel / Foto: A.D.

Carabanchel, la inmigración hace crecer a la derecha

Cogemos el metro y nos dirigimos hacia Carabanchel. Al salir al exterior, con una simple ojeada comprobamos que el barrio está más desgastado que Vallecas. Las calles están bastante más sucias, y nos cruzamos con una pareja de yonquis que discuten entre ellos. Detrás de los toxicómanos, pasea escuchando música Esther, una mujer de 45 años. Nos explica, con voz baja y avergonzada, que la inmigración la ha hecho pasar "de votar siempre a Izquierda Unida" a plantearse votar Vox.

Carabanchel, a pesar de ser históricamente un barrio obrero, ha sido arrasado por el PP. Hace un par de años, en las últimas elecciones a la Comunidad de Madrid, se tiñó de azul. Nos asegura esta habitante del barrio "de toda la vida" que si todavía no ha votado al partido de Santiago Abascal es porque sabe que "moralmente no está bien". "Pero cuando paseo por el barrio, los sudamericanos bebidos que se pasan todo el día en el parque tirados me miran de una manera que me da miedo", se lamenta. Es por eso que a ella, explica, el debate sobre la división de la izquierda española le genera hoy día mucha pereza. "Aquí estamos por otras cosas", afirma.

Quien no ha caído en la trampa de la extrema derecha es Manuel, un señor de sesenta años que espera en una parada el autobús 55. En su caso, seguirá votando las izquierdas, más allá del PSOE. En los últimos años, ha optado por las papeletas de Podemos, pero admite que ahora está "descontento" con Pablo Iglesias porque tiene "demasiado afán de protagonismo". En su caso, en la Comunidad de Madrid votará a Alejandra Jacinto, de Podemos; pero optará por Rita Maestre, candidata de Más Madrid, por la alcaldía.

Boca de la estación de metro de Lavapiés / Foto: A.D.

Lavapiés, el feudo de Más Madrid

La última parada es Lavapiés, perteneciente al distrito del centro. Lavapiés es, en una traducción para barceloneses, el Raval de Madrid; por la mezcla de elementos aparentemente contradictorios entre ellos: barrio de moda, calles bonitas, delincuencia, cultura, droga, exposiciones, inmigración, juventud, extranjeros... Algunas calles de Lavapiés son hostiles cuando llega la noche. Pero en esta zona de la ciudad, Ayuso y Almeida no consiguen muchos votos.

"Es por eso que tienen las calles tan olvidadas, porque saben que aquí no les votará a nadie", espeta Antonio. A sus ochenta años, se define como un auténtico 'yolandista'. La vicepresidenta española le ha conseguido seducir. Es uno de los votantes de Más Madrid que convierte Lavapiés en un feudo de la formación de Rita Maestre. "Ya verás como el 28-M Podemos se meterá un porrazo tan grande que se verá obligado a pactar con Sumar", afirma en declaraciones a este diario.

Se expresa de forma similar Ángeles, una gallega de 40 años que vive en Madrid desde hace más de una década. Vota en Lavapiés, es antigua simpatizante de Podemos, y reconoce que Yolanda Díaz le ha robado el corazón. Lamenta que en barrios como Carabanchel funcionen los discursos contra la inmigración. Asegura que en sus calles observa cómo los africanos están más integrados, y que no hay resentimientos entre recién llegados y españoles. "Es un barrio moderno que no teme a la ultraderecha ni la circulación de tanta droga", dice, y confía que Lavapiés, como Vallecas, siga siendo un feudo de la izquierda madrileña.