Los turistas alojados en los hoteles de la ciudad durante el año 2022 llegaron a los 7,4 millones, más del doble de los que pasaron por la ciudad en el 2021. Los números se recuperan después de la pandemia y el turismo masivo vuelve a ser una de las preocupaciones generales en estas elecciones municipales 2023. Los problemas asociados a este tipo de turismo son fáciles de localizar: va directamente asociado a masificación y aglomeraciones, sobre todo en el centro de Barcelona, donde aumenta la sensación de inseguridad y de ruido, y donde los pisos turísticos no paran de aparecer. Las declaraciones que nos da parte del vecindario y los comercios coinciden: "Turistas, sí, pero no de este tipo. Queremos que se regule de alguna manera, queremos turismo de calidad".
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El aeropuerto de Barcelona cierra el 2022 con 23 millones de pasajeros más que el 2021
El tráfico de pasajeros, tanto por mar como por aire, sigue en aumento después de la pandemia. El aeropuerto del Prat ha recibido a 23 millones de personas más que el 2021, mientras que los cruceros han dejado a más de 3,3 millones de pasajeros en Barcelona en un año (se espera que se llegue a los 4 millones el próximo año). La regulación de cruceros en la ciudad es uno de los temas candentes en estas elecciones municipales. Mientras que la actual alcaldesa, Ada Colau, la candidata de Barcelona en Comú, destaca la importancia de limitar los cruceros que llegan a la capital, algunos partidos de la oposición están totalmente en contra. Xavier Trias, el alcaldable de Junts, cree que hay que seguir desplegando las terminales de cruceros que se habían acordado en el puerto. El turismo que comportan estos cruceros, son, sin ningún tipo de duda, un motor para la economía, pero los vecinos y vecinas tienen que convivir con los problemas asociados a este descontrol y masificación.
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Concretamente, los taxistas del centro de Barcelona declaran a ElNacional.cat que "estamos encantados con los turistas, son lo que nos da dinero para comer. Eso es circular, cuantos más llegan, más trabajo más. No solo nosotros, también los hoteles y los restaurantes". Por otra parte, los comerciantes de la rambla de Catalunya han expuesto que no todo son ventajas: este turismo masificado asusta a la gente de la propia ciudad, "los barceloneses ya no pasean por el centro de Barcelona", declara una florista de la Rambla. Ella misma ha denunciado que "los turistas no compran flores, solo tocan y las aglomeraciones asustan a los vecinos. Ya no vendo flores". Otros comercios de la misma Rambla aseguran que han aumentado las ventas, pero también se tienen que enfrentar a los robos permanentemente.
Los vecinos y vecinas, hartos, quieren soluciones
Los comerciantes confirman que ha aumentado la sensación de inseguridad con el aumento de turistas "si nos despistamos, se llevan una columna entera de gorras", explica un vendedor de la Rambla. Solo hay que adentrarse por las calles del centro de Barcelona para encontrar muestras de descontento: los balcones están llenos de carteles que piden "Respeto", acompañados de una señal de silencio. Justo en medio del centro hay una pancarta gigante donde se puede leer "Nos echan de casa. Violencia inmobiliaria, especulación, ruido, aglomeraciones, suciedad, alquileres inaccesibles, mobbing, pisos turísticos, Airbnb, hoteles, matones, desahucios... ¿Barrio resignado? ¡No!". Son todos los daños colaterales con los que tienen que convivir los vecinos de las zonas más céntricas de la ciudad. Se quejan que los turistas invaden las calles, no respetan el descanso nocturno y son incívicos y dejados con la ciudad.
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De unos años hacia aquí, a raíz de la vuelta masiva de gente en Barcelona después de la pandemia, ha aumentado el ruido en los pisos turísticos, a pesar de la regulación del Ayuntamiento contra este tipo de alojamientos. Tomando un café en la plaza, una vecina de toda la vida se entristece de ver cómo se devalúa el barrio. Comenta que "Ha empeorado mucho". Otra ciudadana comenta cómo los comercios locales tienen que cerrar por culpa de las tiendas turísticas. Todos los encuestados están de acuerdo: "sí a los turistas, pero no a este coste. Hace falta una regulación, queremos turismo de calidad".