Cada país tiene sus cosas, esas costumbres tan arraigadas que te parecen lo más normal del mundo, pero que cada vez que viene alguien de fuera (tanto si viene de otra parte de España como de otro país) hay que explicar porque si no flipan. De mismo modo, todos tenemos concepciones sobre los sitios en los que no vivimos, que en cuanto llegamos allí nos golpean en la cara como un bofetón.

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🤬 4 cosas que los turistas odian de los catalanes
 

En el caso de Catalunya y los catalanes, estas 5 cosas tenemos que explicarlas siempre.

1. No, no toda Catalunya es Barcelona

“¡Hey! Voy a venir unos días a Barcelona la semana que viene, nos veremos, ¿no?”. ¿Quién no ha escuchado una frase como esta en su vida? Pero claro, no todo el mundo vive en Barcelona. Es cierto que la mayoría de población de Catalunya se concentra en el área metropolitana de Barcelona y las comarcas adyacentes, pero esa área es muy grande, y puede ser un auténtico dolor de cabeza tener que desplazarse hasta Barcelona desde ciudades de los alrededores.

Así que a menudo tenemos que explicar que, si alguna vez hemos dicho lo de “soy de Barcelona” para no complicarnos, eso no significa que la tengamos cerca o nos sea práctico ir.

2. Sí, comemos un montón de cosas con las manos

Nuestra gastronomía es así: muchos de nuestros platos más importantes prescinden de cubiertos. La base de la dieta catalana es el pa amb tomàquet con fuet, jamón o lo que sea, que te apaña una cena la mar de bien, aunque a otros esto les parece (sin mala intención) una “comida de pobres”.

Los caracoles “a la llauna” tampoco son para usar tenedores, y los calçots, protagonistas del ritual gastronómico catalán por excelencia, son la cúspide del comer con las manos. Qué le vamos a hacer…

3. Sí, nuestras fiestas navideñas son un poco escatológicas

El amor de los catalanes por la escatología es conocido, pero lo que más sorprende a cualquiera que llegue aquí en Diciembre es que la hayamos incorporado a nuestras fiestas navideñas. Hay algo entre transgresor y desconcertante en el hecho de coger una fiesta sagrada y llenarla de culos, pero eso es justo lo que hacemos: en el belén siempre tenemos a nuestro caganer, esa figura de un pastor cagando, y el día de Navidad cogemos a nuestro tió y le molemos a palos gritándole que nos cague cosas. Seguramente esto es lo que más desconcierta a la gente cuando lo oyen o ven por primera vez.

4. No, no sabemos cuándo acabarán la Sagrada Familia

La fecha estimada en estos momentos es 2026, un año que encanta a las autoridades porque es el centenario de la muerte de Gaudí, pero es mejor ser prudente, porque en tres años pueden pasar muchísimas cosas. Además, ¿qué prisa hay ya? No hace falta correr: Gaudí no irá a ninguna parte, y mejor no meter prisas en la obra no vayamos a tener que lamentar una desgracia. Simplemente, disfrutemos del viaje que supone verla subiendo. (Y del debate sobre si es bonita o fea).

5. No, la coca que tanto mencionamos no es la que se esnifa

No negaremos que hay cocaína en Catalunya, pero cuando nos oyes decir “ya traigo yo la coca para el postre” o “¡qué buena está esta coca!”, lo más probable es que nos estemos refiriendo a esos bizcochos nuestros que tanto no gustan y comemos, en sus diferentes variaciones, para San Juan y otras fiestas, o simplemente de diario si hablamos de la coca de vidre, o de una coca de recapte.

Y sí, hace falta explicarlo siempre. Si no nos crees, mira cómo a esta tiktoker murciana esto la dejó totalmente KO:

🤯 Una influencer murciana alucina porque los catalanes nos ponemos "hasta el culo de coca"
 

Y tú, si eres catalán, ¿qué otras cosas tienes que explicar siempre a la gente?