Cada vez más gente se apunta a hacer compost, el reciclaje casero con el que aprovechar los restos de (mucha de) tu comida para crear abono casero para las plantas. De hecho, en este artículo ya te explicamos los puntos básicos al respecto:

🍃 Cómo hacer abono casero en casa
 

Ahora bien, como el tarro del compost lo tenemos en la cocina para llevar los restos orgánicos a la compostera, al final solemos pensar sobre todo en compostar restos de la cocina, y, dentro de los de la cocina, de algunos restos muy concretos, peladuras de frutas y verduras, cáscaras de huevo, posos de café, etc. Sin embargo, puedes enriquecer tu compost con otros productos de la cocina en los que piensas menos… o con otro tipo de productos. ¡No te pierdas esta lista!

Desperdicios que puedes compostar

1. Cortes de pelo

¿A que nunca habías pensado en crear abono con pelo? Pues es factible. No deja de ser un material orgánico, y aunque es cierto que la queratina lo protege de la degradación, en buenas condiciones (como las de compostaje) se descompone en cuestión de un mes, y aportará nitrógeno y otros elementos a la mezcla.

Puedes aprovechar tu corte de pelo si te lo cortas en casa, el de los niños, o incluso el pelo de tus mascotas (al final, es pelo igual). Extiéndelo y mézclalo bien con el resto de residuos, ¡y listo! Eso sí: nunca cabellos teñidos.

2. La lana

Como lo oyes. A fin de cuentas, ¡no deja de ser pelo! Posiblemente no podrás compostar una prenda de lana porque llevará tintes inadecuados para el abono, pero puedes aprovechar la de un viejo colchón o la de las almohadas de lana que vayas a tirar. Has de cortarla en trocitos muy pequeños y repartirla muy bien, bien mezclada con el resto de materiales orgánicos, de forma que se acelere la degradación de la queratina y se descomponga la lana.

Actualmente, debido a que muchos ganaderos ya no pueden vender la lana para ropa porque nadie se la compra, la venden para fabricar estiércol, y está funcionando muy bien.

3. Trapos y tejidos vegetales

De la misma forma que con la lana, si tienes algún trapo de algodón, lino u otro material vegetal que vayas a desechar, córtalos en trocitos muy pequeños y mézclalos igual. Pequeñas cantidades, porque estas fibras tardan más en degradarse.

4. Cenizas

¿Tienes chimenea en casa? Doble fortuna, porque disfrutas de la chimenea, y además no hace falta que tires las cenizas. Guárdalas en tarros o cubos si hace falta, porque son muy útiles, aunque en pequeñas cantidades. Puedes añadirlas al compost, e incluso puedes espolvorear algo de cenizas al preparar la tierra para plantar, mezclarla un poco… aporta potasio y fósforo, o sea que es buenísima, solo has de vigilar de no pasarte para que no suba mucho la acidez.

Recuerda: cenizas de madera no tratada.

5. Algas marinas

¿Sabes esos días que vas a la playa y la marea ha arrastrado algunas algas a la orilla? No arrugues la nariz, apártalas para disfrutar de un día de playa normal, y mete algunas en tu cubo. Cuando llegues a casa, lávalas bien debajo del grifo para quitarles la sal, y échalas al compost. ¡Verás qué bien le sienta a tu compost! Esta técnica se ha documentado que ya la empleaban los granjeros vikingos cuando colonizaron las islas Orcadas, en Escocia: junto con la turba, las algas fueron uno de sus fertilizantes más empleados.

Compostar es sumarse de forma consciente al ciclo de la vida, en el que la materia en descomposición ayuda a crear fertilidad. ¡Enriquece tu ciclo con estos elementos inesperados!


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