Insultar es prácticamente un derecho humano. Nada alivia tanto la tensión como soltar un montón de improperios, o ciscarse en algo o en alguien que nos haya hecho la puñeta. Por supuesto, se considera de malísima educación hacerlo, y también tienen razón quienes así lo piensan: no hay más que ver el ambientillo que hay a menudo en las redes sociales, con tanta gente aprovechando el anonimato para poner a caer de un burro a cualquiera que les caiga mal.
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Pero, sea de mejor o peor gusto, lo cierto es que insultar y maldecir es algo que hacemos todos antes o después… lo que nos lleva a la pregunta de en qué idioma insulta cada uno, y si los insultos son mejores en una u otra lengua. El asunto sin duda merecería una tesis doctoral, pero mientras llega y no llega, en La Tumbona de ElNacional.cat vamos a explorar las sensaciones que despiertan los insultos en distintas lenguas, haciendo un poquito de arqueología del internet.
ADVERTENCIA: Si usted se ofende ante el lenguaje malsonante, le recomendamos que abandone este artículo y se lea otro mucho menos ofensivo, como por ejemplo este sobre palabras castellanas que tienen origen catalán.
¿Suenan más débiles los insultos en catalán que en castellano? Esto opinan los mismos catalanes
Eso es lo que se ha dicho siempre. Si buscas en Google sobre mejores insultos en catalán y en castellano, te aparecerán noticias de la última década en la que la gente se queja de que los insultos en catalán suenan débiles. Se quejan los adolescentes, que cada vez hablan más castellano porque la cultura popular hoy se consume en Netflix y no en TV3. Lo comentan en un hilo colaborativo en Racó Català, al decir que no suenan suficientemente contundentes. Lo comentaba en 2018 el filólogo Pau Vidal en una entrevista en RAC1:
“Existe esa vieja leyenda de que los castellanos insultan más fuerte y con más mala leche. Esto, desde un punto de vista sociológico, sería verdad en el sentido que responde a dos mentalidades diferentes, […] una es expansiva y otra es defensiva […], ahora, de aquí a afirmar que los insultos catalanes insulten poco, no es verdad.”
Según Vidal, donde mejor comprobaremos que el catalán no es flojo para el insulto es en los campos deportivos.
Pero lo cierto es que la sonoridad de ambos idiomas influye mucho en la percepción de sus insultos. Por ejemplo, los insultos en español contienen muchas “J”. Joder, cojones, hijode(loquesea) es una tríada básica que nunca abandona la boca de un castellanohablante, y los tres llevan J, una J que puede arrastrarse y marcarse mucho más, según el nivel de enfado: “Jjjjjjoder, cojjjjones ya”.
Y este punto de agresividad, el insulto en catalán pocas veces puede alcanzarlo. Sin embargo, en nuestra opinión, eso no significa que el catalán sea peor para insultar… nosotros creemos que depende de la situación.
Insultos bilingües: entre la furia y el desprecio
Rindámonos: si estás hecho una furia, tu mejor opción es un insulto o palabrota que lleve una "J", que se te quede atascada en la garganta y puedas expulsarla casi como si fuera un escupitajo. Sonará peligroso y te quitarás algo de presión de dentro.
Pero a veces no queremos mostrar furia, sino desprecio, y para esto, las “J” y la contundencia general del castellano es contraproducente. Demasiado bestia, demasiado basta. El insulto catalán, en cambio, tiene una sonoridad algo más fina. También podemos hacerla dura, en nuestro caso con las “R” (como en "torracollons"), pero su mejor cualidad es sin duda el aire de desprecio, de asco, de estar totalmente por encima.
Por ejemplo, imagina que alguien que te cae mal te está explicando algo que parece muy relevante y a ti te da absolutamente igual. Si le dices “me la suda”, “me la sopla”, “me importa una mierda”, pareces un matoncillo de barrio de 14 años, es un pasotismo casi paródico. En cambio, si dices “tant se me'n fot”, o mejor aún, “se me'n refot”, demuestras un desprecio absoluto, estás diciendo “deja de molestarme con chorradas que no interesan a nadie importante”.
Por eso creemos que en una competición entre insultos castellanos o catalanes, las victorias se repartirían entre categorías, con los castellanos ideales para la mala leche, y los catalanes para el desprecio. Y tienes unos cuantos bien curiosos, mira estos:
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¿Cómo? ¿Que tú has venido aquí a ver una competición de insultos y no te vas hasta que haya un ganador absoluto? De acuerdo, tú lo has querido: ganan los insultos en español. Pero no los de España, sino los de Argentina. Porque aunque sus “J” sean algo menos arrastradas, su capacidad para inventar insultos originalísimos como “termotanque de sida”, “leñador de bonsái”, “hijo de un camión lleno de mierda”, “tobogán de piojos”, “cementero de choripanes”, “asesino de croquetas” o “boludo esférico” les da la victoria y la hegemonía global, con permiso de los cojones castellanos, de los collons catalanes, del humor británico, y de los insultos chinos, que desconocemos, pero también deben ser curiosos.
Y tú, ¿qué idioma crees que es mejor para insultar?