Hoy os invito a acompañarme en un paseo para|por uno de los castillos mayores y mejor conservados de Catalunya: el Castillo de Sant Ferran. Una de las características más destacadas de este castillo es que, a pesar de estar situado en una colina cerca de Figueres, no es visible desde la misma ciudad. A pesar de eso, con más de 320.000 metros cuadrados de superficie construida, se lo considera el mayor de Europa en su estilo.
🏰 El increíble castillo construido sobre una roca que tuvo un papel importantísimo en la historia
🏘️ El desconocido pueblo de Catalunya con un castillo medieval y mucho encanto que tienes que visitar
Visitando el Castillo de Sant Ferran
Su estructura peculiar, formada por una serie de poderosas murallas con fosos y glacis defensivos excavados en la parte alta de la colina, explica esta particularidad. Abierto todo el año y con acceso muy fácil desde el mismo centro de Figueres por la calle Pujada del Castell, que empieza en la céntrica rambla de la capital ampurdanesa. Con 3 km de perímetro exterior y rodeado por fosos interiores que ocupan unas 10 hectáreas, esta fortificación, preparada para acoger a 6.000 soldados y 500 caballos, fue levantada entre 1753 y 1766 con murallas en talud de bloque de piedra y ladrillo que reciben al turista desde una magnífica atalaya donde contemplar la llanura ampurdanesa.
Una vez cruzada su monumental puerta, en el interior se conservan toda una serie de edificaciones de la época neoclásica y moderna que, gracias a los guías, podemos llegar a visitar. Destacan los baluartes, las extensas caballerías y su patio de armas de 10.000 metros cuadrados de superficie, bajo el cual se esconden, a 8 metros de profundidad, los gigantescos depósitos de agua que, con una capacidad de 9.000 metros cúbicos, permiten una visita "aventurera" con lanchas neumáticas por su interior, que no deja indiferente a los visitantes.
Historia del Castillo de Sant Ferran
La historia del Castillo de Sant Ferran, nombrado así en homenaje al rey Fernando VI, es la de una fortificación que, a pesar de su soberana posición, ya nació desfasada. En un momento en que las estrategias militares de vanguardia pasaban por el control rápido del territorio, apostar por el dominio de sitios fuertes, pero puntuales, como durante los siglos anteriores, no tenía ningún sentido.
El cambio de fronteras a raíz del Tratado de los Pirineos en 1659 hizo que todas las defensas que la corona española mantenía en el Rosellón pasaran a control francés. Esta falta de fortificaciones en la zona del Empordà y los continuos conflictos con Francia hicieron que, casi un siglo después, Carlos III ordenara la construcción de un castillo en Figueres, en la colina donde estaba el convento de los Capuchinos, que asegurara el control del camino en Barcelona. Encargada al ingeniero militar Juan Martín Cermeño, la plaza se inauguró en 1766 aunque no estaba acabada.
En 1794, durante la Guerra del Rosellón (o Guerra Grande) contra la Francia republicana, Sant Ferran se cayó sin mucha oposición contra los franceses, lo cual le valió el epíteto de "Bella Inútil" entre los ejércitos galos dado el poco rendimiento bélico ante sus elevados costes de construcción. Epíteto al cual hizo honor en 1808, cuando los franceses tomaron la fortaleza sin un solo disparo al introducir a 200 soldados veteranos haciéndose pasar por "quintos" que iban a descansar con permiso de las autoridades españolas. Aunque no sería la última vez.
En abril de 1811, el cura Francesc Rovira, con 1.000 hombres conquistó Sant Ferran en hora y media, después de entrar durante la noche por una poterna (pequeña puerta secundaria de la muralla) de la cual había conseguido la llave. La reacción francesa no se hizo esperar y puestos en acoso el 2 de mayo de 1811, resistieron, enfermos y sin alimentos, hasta el 19 de agosto, después de una heroica, pero totalmente inútil defensa. Años más tarde, en 1823, los franceses de los Cien Mil Hijos de Sant Lluís, nuevamente pusieron en acoso el castillo, entonces en manos de los liberales españoles, durante 6 meses hasta su rendición, oye la última vez que entró en combate.
Un detalle interesante que se conserva en el interior de las caballerías es la capilla memorial dedicado al general Mariano Álvarez de Castro, defensor de Girona en el asedio de 1809. Este militar fue torturado por las tropas francesas y, según la tradición, murió en el Castillo de Sant Ferran.
Durante el resto del siglo XIX, el Castillo de Sant Ferran acogió una pequeña guarnición y de 1906 a 1933 pasó a hacer funciones de prisión. No obstante, el 1 de febrero de 1939, con el Ejército Popular en plena retirada y con la Guerra Civil ya perdida, fue el lugar donde se hizo la última reunión del gobierno de la República antes de su partida en el exilio, sufriendo la destrucción de su cuerpo de guardia y de varios pabellones por|para la voladura del armamento que había almacenado. Acabada la contienda, Sant Ferran mantuvo su papel como cuartel hasta 1965 y como prisión (acogiendo diversos reclusos objetores de conciencia y también el teniente coronel golpista del 23-F, Antonio Tejero) hasta 1996, momento en que el Castillo de Sant Ferran fue declarado Bien Cultural de Interés Nacional y se abrió definitivamente al público.
Salvador Dalí y el Castillo de Sant Ferran
El Castillo de Sant Ferran no solo es un monumento histórico, sino también un espacio que vio momentos decisivos de la vida de Salvador Dalí. El pintor de Figueres vivió en esta fortaleza durante sus nueve meses de servicio militar en 1927. Aunque este periodo representó una pausa en su prolífica creatividad, Dalí no dejó pasar la oportunidad de plasmar su arte y colaborar en proyectos teatrales con su amigo Federico García Lorca.