En toda Europa tenemos tradiciones navideñas bastante parecidas, pero cuando te pones a mirar al detalle, brotan un montón de diferencias entre países y regiones. En ninguna parte se comen tantos polvorones y mantecados como aquí, por ejemplo.
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Pero aunque dentro de España existen mucha similitud en las tradiciones navideñas, lo cierto es que en Catalunya hacemos una serie de cosas que son muy nuestras y que, aunque pueden ser adoptadas por otros, en general suelen revelar que alguien es catalán.
1. Trabajar el 24 y librar el 26
La cena de Nochebuena, en la noche de 24 de diciembre, es de grandísima importancia en España, es LA cena. Por eso, aunque no sea oficialmente un día festivo en ninguna parte de España, como tampoco lo es el 31, sí que muchas empresas suelen dar fiesta o al menos cerrar antes.
Pero el caso es que en Catalunya no es tradición: los que lo celebran suele ser por proceder de familia de cualquier otra parte de España: aragonesa, andaluza, castellana, extremeña, etc. Por eso es habitual que el 24 muchos catalanes trabajemos como si fuera un día más, y si tienes que hacer algo con gente de Madrid, por ejemplo, pues no los encuentras.
En cambio, en el resto de España todo el mundo trabaja el día 26, mientras que para nosotros Sant Esteve es otro festivo sagrado. Así que ya sabes: si el 24 parece no importarle, y asume el 26 como festivo, ¡es catalán seguro!
2. Tenemos un tronco y vamos a usarlo
Ya hemos explicado mucho sobre el Tió de Nadal, y sobre el shock que genera en cualquiera que no sea catalán cuando lo descubre. Es un must catalán, no hay casa catalana en la que no se decore con un Tió de Nadal, y si hay niños juega un papel central seguro.
3. En nuestros belenes se caga
Otro clásico que no falla nunca: si tenemos un caganer en el belén, somos catalanes, fijo. Sí, hay mucha gente de fuera que los compra, pero ¿se atreven a ponerlo en el belén, o lo tienen como curiosidad, o aparte? Además, si lo ponen, estarán declarando su amor y aprecio por Catalunya, y por tanto podemos meterlos en el pack.
4. Comemos neulas, e incluso bebemos el cava con ellas
Barquillos dulces los hay en todas las casas de España, en todos los lotes navideños. Pero las neulas (ligeramente diferentes, sin el enrejado) son típicas catalanas, ¡y desde la Edad Media! De hecho, en esa época eran planas, como una torta redonda muy fina. Fue siglos después que empezamos a enrollarlas. Y desde el primer momento fueron comida tanto de reyes como de campesinos, todo el mundo las comía. Como hoy.
Si en la mesa ves a alguien trayendo o buscando las neulas, e incluso haciendo aquello tan típico de meterlas en el cava y sorber, ¡tiene muchos números de ser catalán!
5. Si hay niños, vendrán con poema navideño para decir encima de una silla
En los colegios catalanes se suelen enseñar villancicos en catalán, castellano e inglés. Son los que cantan en esos no siempre bien ponderados festivales navideños, en los que a menudo los críos están como paralizados y más que cantar, farfullan los villancicos.
Pero, además, se suele enseñar un poema de Nadal que, si los padres no tienen mucho aprecio por el sentimiento de vergüenza del pequeño o pequeña, se lo harán decir subido a una silla para que toda la familia lo vea. Esto no lo hace todo el mundo, pero si ves a alguien haciéndolo… ¡no te quepa duda de que es catalán!
Y tú, ¿qué otras tradiciones navideñas crees que son un marcador clarísimo de catalanidad? ¿La pilota i la carn d’olla? ¿Los canalones de Sant Esteve?