“Los catalanes hacen cosas”, dijo una vez en un spot de campaña el expresidente del gobierno M. Rajoy, en una de sus frases más memorables junto a otros hits como “un plato es un plato y un vaso es un vaso” o “los españoles somos muy españoles y mucho españoles”. Y es que, ¿acaso eran mentira estas sentencias? Claro que no: los españoles son mucho españoles, un plato es un plato, y los catalanes hacen cosas. A menudo, cosas que tenemos que explicar, porque si no, la gente piensa que nos hemos vuelto locos, como cuando le pegamos a los troncos en Navidad para que nos caguen regalos.
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Pero hay tres cosas en particular que no es que sorprendan, o que tengamos que explicar, sino que sencillamente dejan boquiabierto a todo el mundo. Son estas:
1. Castells
Lo de hacer castells es algo que asombra a todo el mundo. Los que saben de ellos, pero nunca los han visto, se lo toman incluso a cachondeo, “dónde va esta gente haciendo castillos humanos”, pero la verdad es que cuando estás delante de una colla castellera en acción, el cachondeo desaparece porque es algo impresionante. La coordinación, el trabajo en equipo, el esfuerzo, el riesgo, la espectacularidad... es difícil sustraerse a la magia de los castells.
2. Manifestaciones
Cuando estamos motivados, los catalanes montamos unas manifestaciones de la leche, supercreativas, masivas, y sin necesidad de prenderle fuego a nada. Y esto nunca ha sido tan cierto como en plena efervescencia del movimiento independentista, cuando encadenamos manifestaciones exageradas para las Diades del 11 de septiembre. El periodo entre 2012 y 2017 siempre se vivía igual desde la prensa y las redes del resto de España: risas y cachondeo con las “locuras de los indepes”, hasta que llegaba el día y aparecían casi dos millones de personas colapsando Barcelona, o dibujando una V gigante, o llevando una flecha enorme, o la más bestia de todas, la cadena humana de una punta a otra de Catalunya en 2013, la llamada Via per la Independència. Entonces todos se quedaban boquiabiertos, desaparecían las bromas, y aparecían los “habría que escuchar”. Aunque, como sabemos, nadie acabó escuchando nada.
3. Pagar un montón
Ser catalán sale carísimo, pero en el resto de España no se imaginan cuánto, y cuando descubren la realidad se les queda una boca más grande que tras ver la Vía Catalana.
Ya no es solo el precio de la vivienda, que es disparatado y mantiene a buena parte de la población en constante precariedad, o de cualquier otro servicio, que más que servicio parece un atraco. Es que además también nos fríen con impuestos. Según un informe de este 2023 del Instituto de Estudios Económicos (IEE), vinculado a la patronal CEOE, entre las 10 ciudades con mayores impuestos municipales de España hay 5 catalanas: Girona, Lleida, Tarragona, Reus y Granollers. Y en términos autonómicos, la presión fiscal en Catalunya es más de un 23% superior a la media del resto de España.
Así, muchos españoles piensan que aquí estamos todos montados en el euro, cuando lo cierto es que es una de las comunidades donde más difícil es vivir una vida normal. Y claro, se quedan boquiabiertos. Como se queda cualquier catalán medio al mirarse la cuenta bancaria el día 5 del mes.
Y a ti, ¿qué te deja boquiabierto sobre los catalanes? ¿Y sobre el resto de España?