Llega el verano y eso en Catalunya significa que es momento de fiesta y verbena. Muchos municipios catalanes celebran la fiesta mayor durante los meses de calor, momento de dar a paso a las tradiciones más arraigadas en el territorio. Para nosotros, puede ser muy habitual ver un pasacalle, con sus cabezudos y gigantes, o acabar la fiesta cuando sale el sol. Pero, para muchos, puede ser un sin sentido. ¿Te has planteado alguna vez cuáles son algunas de las costumbres que llaman más la atención a la gente de fuera? ¡A continuación, te explicamos 8 cosas que hacemos en las fiestas catalanas que sorprenden a todos los turistas!

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Los castellers

Es evidente que los castellers no podían faltar en esta lista de cosas que hacemos en las fiestas catalanas que sorprenden a todos los turistas. Y es que las torres humanas es una de las tradiciones catalanas por excelencia que deja a los visitantes boquiabiertos. De hecho, el Concurso de Castells de Tarragona acostumbra a ser noticia en la prensa internacional, cautivados por la espectacularidad del acontecimiento. Más allá de los castellers, cualquier espectáculo que implique formar torres humanas impresiona a todos los turistas, por eso los falcons tampoco pueden obviarse en esta lista.

Beber en porró

Si bien no es de uso exclusivo para acontecimientos especiales, el porró es un elemento que aparece en muchas fiestas mayores de Catalunya y que no acostumbra a dejar indiferente a nadie. Una costumbre que llama la atención a aquellos que no están habituados a verlo, por la técnica que requiere y la manera en que se utiliza.

La cultura popular catalana: los gigantes, cabezudos o los bailes de bastones

La cultura popular catalana está llena de costumbres muy diferentes y que, como es de esperar, sorprenden a todos los visitantes. Los pasacalles, con todo el bestiario popular de Catalunya, llaman la atención de todos aquellos extranjeros que se encuentran con una fiesta mayor por las calles de municipios catalanes. Cabezudos, gigantes, águilas... ¡Como para no sacar el móvil y hacer un vídeo! Por no hablar de los bailes de bastones, que los dejan boquiabiertos con los repiques de los bastones, siguiendo el ritmo de la música. Y todo combinado con un ambiente festivo y lleno de tradición.

Las batucadas en cualquier acontecimiento

Hablando sobre ritmo, las batucadas también son un elemento característico de muchas fiestas catalanas, que aportan el tono festivo a muchas celebraciones, e, incluso, en manifestaciones. Esta costumbre, sin embargo, también se extiende al resto del Estado y en algún país de Latinoamérica, como es el caso de Chile. Aparte de las batucadas, en muchas fiestas mayores el ritmo lo marca la charanga, que incorpora instrumentos de viento.

El amor por el fuego: de las hogueras a los 'correfocs'

El amor por el fuego en Catalunya es más que evidente, y muchas de nuestras tradiciones lo certifican. Explicar a alguien de fuera la importancia de los correfocs, la magia que los acompaña, es bien complicado. Pero los bailes de diablos no son la única celebración que incluye el fuego en Catalunya. Sant Joan es, por excelencia, una noche representativa: las ciudades se llenan de hogueras, mientras los más pequeños (y algunos grandes también) lo celebran tirando petardos. Y en el Pirineu el espectáculo es todavía más especial, con la bajada de fallas, una fiesta patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.

Alargar hasta que salga el sol

Las fiestas mayores en Catalunya se acostumbran a terminar cuando ya se ven los primeros rayos del sol, cosa muy poco habitual en otros países. ¿Quién no ha bailado el Flying free de fiesta en un pueblo cualquiera mientras el campanario toca las seis? ¿O quién no ha despertado a los vecinos cantando el Bon dia de los Pets a pleno pulmón antes de retirar?

Churros después de fiesta

Y una vez termina la fiesta, todo el mundo sabe que es la hora de comer churros y, quién quiera, el chocolate. Todas las grandes ocasiones acaban haciendo cola delante de la churrería portátil instalada al lado de la feria para despedir la noche de la manera más dulce posible. Y, quién sabe, si eso puede ser un remedio para la resaca.