La tradición cosmogónica vasca, elaborada hace un mínimo de siete mil años, y que quiere explicar el origen del universo, dice que en el amanecer de los tiempos, la tiniebla lo cubría absolutamente todo. Las mujeres y los hombres vivían en el interior de bosques inhóspitos, atemorizados por la oscuridad y por los demonios que campaban libremente. Hasta que, en algún momento, le imploraron a Ama-Lur (la Madre Tierra) un poco de luz. Dice la tradición que, en ese instante, Ama-Lur se compadeció de esas pobres criaturas atemorizadas y les regaló Ilargia (la Luna). La tiniebla se había convertido en penumbra. Pero la claridad era insuficiente y los demonios todavía señoreaban en el mundo.
Entonces le imploraron un poco más de luz. Y Ama-Lur se volvió a compadecer de esas pobres criaturas atemorizadas y les regaló Eguzki (el Sol), que con los primeros destellos echó a los demonios. Ama-Lur se quedó pensativa, y tras una larga reflexión les impuso un pacto. Les dijo que nunca debían perder la memoria de su origen, esa siniestra tiniebla que, paradójicamente, les había convertido en seres resilientes. Y para que nunca perdieran esa memoria, se lo recordaría cada día, con un ciclo eterno formado por Egunekoak (la claridad de Eguzki, que simboliza la vida) y Gavekoak (la penumbra de Ilargia, que recordaba la época oscura, la muerte).
Este y otros relatos fantásticos serían la columna vertebral de una religión ancestral que el pueblo vasco profesó durante milenios. Una religión con una liturgia propia, oficiada por mujeres sabias que las jerarquías eclesiásticas, durante el proceso de evangelización del pueblo vasco, señalaron y estigmatizaron como brujas. Mujeres sabias que fueron masacradas en uno de los episodios de caza de brujas más cruel y sangrante de la historia europea. Mujeres sabias que dejaron el testimonio de una cultura y una historia trágicamente truncadas, pero que —después de siglos de ocultación— vive una época de recuperación y difusión que descubriremos.
Bayona, nuestro campo base
Bayona, capital histórica de Lapurdi (la fachada marítima de Iparralde), será nuestro campo base. Esta pequeña ciudad de 50.000 habitantes es el testimonio más evidente de la historia medieval y moderna del país. Su arquitectura y su urbanismo nos revelan una ciudad fronteriza, que ha sido —históricamente— el espacio de sincretismo de las culturas que han estado presentes en el territorio. Sus muelles fluviales, sus puentes sobre los ríos Errobi y Ador, y las fachadas de los edificios religiosos, militares y civiles de su trama urbana histórica, nos revelan la existencia de un dominio alterno, inglés y francés, y de un espacio de encuentro entre las culturas vasca y occitana.
Sara, la catedral de la brujería
Sara es uno de los grandes santuarios de la brujería vasca. De esa religión ancestral que fue perseguida y recluida en la clandestinidad. Sara es una pequeña población sobre la "muga" (la artificiosa línea fronteriza hispanofrancesa), de tradicional arquitectura vasca. Soleada pero silenciosa, parece que, todavía, no se ha repuesto de las terribles cazas de brujas de principios del siglo XVII. No en balde, en las afueras de la población están las Cuevas de Sara, una de las "catedrales" de la brujería vasca. Un espacio ancestral de ceremonias que nos transportará y nos introducirá en un mundo de mito, magia y religión desconocido y sorprendente.
Ainhoa y las cazas de brujas
Ainhoa es la otra cara de la moneda. Esta pequeña población, en la actualidad, ostenta la categoría de "pueblo más bonito" de Iparralde. Pero lo que nos trae aquí es su extraña iglesia barroca, que revela lo que vino después de las grandes cazas de brujas de los siglos XVI y XVII. Adosadas a las paredes, se construyeron dos siniestras balconadas que tenían el propósito de meter a todos los feligreses conversos. Y fuera, en el silencioso dextro, el ezkoa (el asiento de la guardiana de los difuntos) y la jarleku (la vela que prefigura Eguzki) convivirían con las cruces cristianas de las tumbas, creando un sorprendente escenario de superposición de cultos.
La "muga" de los contrabandistas
La muga que artificiosamente separa las dos vertientes de la nación vasca (la peninsular y la continental) no ha sido nunca una verdadera frontera. Los vascos, de la muga han hecho virtud. Y el contrabando ha sido el origen de grandes estirpes de comerciantes e industriales del país. La mejor forma de conocer la muga es con el tren de Larrun, un histórico tren de cremallera que, a través de las crestas del Pirineo y recorriendo el vierteaguas de la cordillera y los pasos de contrabandistas, nos conducirá hasta la cumbre de Larrungo Mendi (la montaña de Larrun), desde la que es posible ver la totalidad de Iparralde (las costas, los ríos, los bosques, los prados, los pueblos y las ciudades).
El país de Bearn, la espalda de Iparralde
Vascos y occitanos siempre han tenido una relación tensa. La palabra "charnego" (hijo de un vasco y de una occitana, o a la inversa) tiene su origen en esta tensa relación, que se remonta a la antigüedad. Ni los romanos, con su manía uniformista, consiguieron acabar con ella. En nuestra inmersión en el mundo vasco, conoceremos la génesis de dicha rivalidad, visitando las dos poblaciones bearnesas que han tenido más relación y más tensión con el mundo vasco: Sauvaterra y Ortés. En este rincón de Occitania, escucharemos el gascón, el dialecto occidental del occitano, que todavía está vivo. E, incluso, podremos interactuar con esta lengua y con sus hablantes, y descubriremos por qué es tan parecido al catalán.
Donibane Lohitzune y los balleneros
Euskal Herria salta a la modernidad con la pesca de la ballena (siglos XIV, XV y XVI). La pesca de la ballena, uno de los negocios más rentables de la época, transformó esa sociedad. Los posos vascos construirían barcos que los llevarían a América (mucho antes que Colón, pero sin saber que eso era otro continente), y crearían instrumentos de protección social (las pensiones de viudedad y de orfandad para los familiares de los marineros muertos en campaña). Donibane Lohitzune (Saint Jean-de-Luz, en francés) fue el gran puerto ballenero de Iparralde. Las calles y plazas de su trama histórica, con sus casas y caserones, nos explica esta historia que queremos conocer.
El astillero de Pasaia Donibane y el ballenero del siglo XVI
Un proyecto moderno y atrevido ha recuperado una actividad histórica y tradicional: el viejo astillero vasco. Pasaia Donibane será nuestra incursión en la parte peninsular de Euskal Herria, para conocer de primera mano todos los secretos del proceso de construcción de un barco ballenero del siglo XVI. El astillero artesano Albaola Itsas Kultur Faktoria nos mostrará, paso a paso, todo el proceso de construcción de una nave ballenera como las que, a mediados del siglo XV, surcaron las aguas del océano —recorriendo las costas de Aquitania, Bretaña, Irlanda, Islandia y Groenlandia— hasta llegar a los bancos de pesca de Terranova y a las playas de San Pedro y Miquelón.
Un paseo navegando por la costa de Jaizkibel
No se puede entender la simbiosis entre la sociedad vasca y el mar, si no se tiene una visión que complemente toda la experiencia adquirida en tierra. El mar es el camino por donde el pueblo vasco, históricamente, se proyecta al mundo. Es "Itsas Gorri" (el mar rojo a la hora del crepúsculo, protagonista de muchos relatos fantásticos de la cosmogonía vasca). Y eso es lo que buscaremos con esta experiencia: un paseo navegando con el atunero Mater, un barco moderno —inicialmente botado para la pesca de altura—, que realiza navegaciones muy personalizadas, recorriendo la escarpada costa de Jaizkibel, mostrando el agua y la tierra, la flora y la fauna, con una óptica ecologista y un propósito ilustrador.
Esta es mi propuesta, nuestra propuesta, para una experiencia inmersiva en la cultura y la historia vascas, que será inolvidable para todos los que disfrutemos de ella. Brujas sabias, formidables relatos fantásticos, inquietantes cazadores de brujas, imponentes acantilados, bosques misteriosos, enigmáticas cuevas, pueblos de pesebre y majestuosos barcos. Ama-Lur —la Madre Tierra—, Ilargia —la Luna—, Eguzki —el Sol—, Basajaun —el señor de los bosques y protector de todas las criaturas que ahí viven—, Itsas Gorri —el mar rojo del crepúsculo—, etc. Euskal Herria en vuestras manos. Euskal Herria, gure esku dago! ¡Os espero! ¡Os esperamos!