El correo electrónico supuso una auténtica revolución para las comunicaciones globales, ahorrando tiempos de respuesta, facilitando el entendimiento, potenciando la investigación, la producción, la organización, los negocios… ¡y ahorrando toneladas de papel! Cada nueva carta que no ha hecho falta enviar, cada nueva factura enviada por e-mail, todo ello deja de contribuir a la deforestación.
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Sin embargo, que no se envíe papel no significa que los correos electrónicos sean 100% inocuos. ¡También los e-mails dejan una huella de carbono! Te explicamos por qué, y cómo eliminarla de forma sencillísima.
Cómo es posible que un correo electrónico deje huella de carbono
Un correo electrónico es, en esencia, información en forma de bits. Esa información se envía a través de una red de servidores con sus routers, que están funcionando 24 horas al día durante todo el año. Y esos servidores y routers consumen energía. Dirás: si ya están encendidos, el consumo da igual. Pero no es así: cada correo que pasa o se almacena en esos servidores demanda su parte de energía, y cuanto más datos contenga y más pese el e-mail, más energía consume.
Según un reportaje publicado por la BBC en 2020, en su paso por los servidores del mundo, cada correo electrónico genera entre 0,4 g y 50 g de CO2, según su peso. Dirás “no es mucho”. Y es cierto. Pero ahora suma el peso de todos los correos electrónicos de todas las personas, empresas e instituciones del planeta. ¿A que ya es algo más serio? Un estudio de la Royal Society indica que la suma de nuestras tecnologías digitales de comunicación produce entre el 1,4% y el 5,9% de las emisiones mundiales. El tráfico aéreo global, en comparación, produce en torno al 2,5% según el Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU.
¿A que no te esperabas un impacto tan grande? ¡Pues mira qué sencillo es reducirlo!
Cómo reducir o eliminar la huella de carbono de mis e-mails
El problema de los e-mails ya no es que consuman energía al enviarse… es que se quedan ahí. Casi nunca los borramos, los dejamos almacenados “por si acaso”, y al cabo de unos años tenemos tanto material viejo ahí que sencillamente cerramos los ojos y lo olvidamos. Pero en realidad no están almacenados en nuestro ordenador, sino en esos servidores. Y cuantos más correos dejamos almacenados, y más peso ocupan, más energía demandan, por lo que la huella de carbono sigue aumentando.
Este problema puede abordarse de diversas formas. Por nuestra parte, es decir, la de los usuarios, está el intentar enviar e-mails más ligeros, aunque esto es poco práctico solo pensando en un entorno laboral en el que envías los archivos que tienes que enviar, pesen lo que pesen. Pero lo que sí es práctico y útil, además de necesario, es borrar los e-mails innecesarios.
- Si el e-mail es puramente informativo y ya no hay más info que sacar de él, bórralo una vez leído a menos que sea indispensable dejarlo como recordatorio.
- Si lo conservas por un archivo adjunto, descarga el archivo o el email y almacénalo en tu ordenador antes de borrarlo del correo.
- Haz una limpieza general de lo almacenado los últimos años. Sé sincero/a: ¿cuántas veces has necesitado acudir a un e-mail de años anteriores? Pues imagina todo lo que se acumula ahí. ¡Haz una limpieza radical y ahorrarás kilos de CO2 a la atmósfera!
En general, seguir una política de Bandeja de Entrada a 0 (es decir, todo leído, y todo lo inútil borrado) no solo es bueno para el planeta, sino también para tu salud mental y una forma organizada de pensar el trabajo.
Por supuesto, las empresas también tienen su papel aquí, buscando servicios de correo electrónico sostenibles, que ya existen también. Pero los cambios importantes siempre empiezan por uno mismo, y en casa. O sea que ya sabes: ¡borra todos esos e-mails inútiles y reduce su huella de carbono!
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